Tiempos de guerra

JAIRO3

Autor: Jairo Alarcón Rodas

Si no terminamos la guerra, la guerra nos terminará.

Herbert George Wells

Las especies grandes se comen a las más pequeñas e indefensas, esa es la ley de la naturaleza en donde prevalece el más fuerte y el mejor adaptado. En las pautas del comportamiento animal, la agresión está constantemente presente. El escenario es matar o morir para preservar la vida. La conservación de la especie, su estabilidad, cuando se asume que existe peligro de perder la vida, inmediatamente activa el instinto de conservación que da origen a las luchas.

Pero, qué es lo que motiva las disputas entre los animales, Konrad Lorenz, uno de los más importantes etólogos del mundo, señala que la lucha es un proceso sempiterno en la naturaleza, y las pautas de comportamiento, así como las armas ofensivas y defensivas que les sirven, están perfeccionadas y se han formado tan claramente obligadas por la presión selectiva de su función conservadora de la especie. De modo que, en la naturaleza, el instinto de conservación fuerza a pelear, por lo que el reto es sucumbir o preservar la vida.

Sin embargo, el desarrollo intelectivo de la especie humana, su racionalidad, puede resolver tales conflictos por la vía pacífica, lamentablemente, en un alto porcentaje, los desacuerdos son resueltos a través del criterio darwiniano, en donde predomina la ley del más fuerte, es decir, a partir de las guerras. No ha sido el derecho de defensa ante una amenaza, sino más bien el afán de conquista, de usurpar la riqueza de otros pueblos y, más recientemente, el lucrativo negocio de la industria armamentista y sus jugosas ganancias, lo que incita a las guerras.

La guerra es un enfrentamiento violento entre facciones armadas con diversos objetivos políticos, territoriales o ideológicos, lo cuestionable y censurable es que, siendo miembros de una misma especie y teniendo a la razón como rasgo distintivo, no se haya podido lograr que, a través de la palabra, del diálogo, los conflictos, las diferencias se puedan solventar. Es claro que, en los seres humanos, prevalecen otros intereses, en donde el egoísmo, el poder y la riqueza están presentes.

Tan solo el sentimiento de territorialidad, fuertemente arraigado en el comportamiento animal, se convierte en motivo de discordia. Rasgo que se extiende también en la especie humana y ha sido exaltado en tal manera que es mucho más importante el tener que el ser y el peligro que eso conlleva pues, como lo señalaba Erich Fromm: El tener convierte a las personas en cosas, mientras que el ser las libera para ser ellas mismas, pero no solo eso, potencializa su agresividad y violencia ante aquel o aquellos que pretendan arrebatar lo que consideran de su propiedad, así como el deseo de agenciarse de más territorios y riqueza.

A partir de una mentalidad en donde lo importante es obtener ganancias, se busca agenciarse de mayores dividendos, lo que se ha encontrado en el negocio de la guerra. La industria armamentista es de los negocios más lucrativos, tan solo en el año 2022 se registró un récord de gasto en defensa: a nivel mundial se gastaron 2.240.000 millones de dólares, es decir, el 2,2% del PIB mundial, lo que supone un aumento del 9% respecto al año anterior. En este escenario, el sector financiero es muy activo: entre 2020 y 2022, apoyó a la industria de defensa con al menos 1 billón de dólares. Tristemente las guerras en el mundo representan un suculento negocio para los mercaderes de las armas, en los cuales no existen escrúpulos ni arrepentimiento sobre los miles, incluso millones de muertos, de mutilados, de enfermos de la guerra y huérfanos que ha dejado.

Habrá alguna forma de justificar las guerras. Ante la agresión, la invasión, la usurpación, sin duda que se tiene todo el derecho de defenderse. Tomás de Aquino, al referirse a la guerra justa decía: La doctrina de la Guerra Justa se trata de una guerra que, en primer lugar, se hace por una causa justa; no puede ser una guerra de agresión, sino siempre defensiva; librada con la intención de reparar un mal o una injusticia; declarada por un autoridad competente y debe ser el último recurso. De modo que las agresiones, invasiones no pueden ser tomadas como guerras justas, más bien, son ataques que buscan un beneficio económico.

Se viven tiempos de guerras, el conflicto entre Ucrania y la Federación de Rusia, la arremetida por parte de Israel en la Franja de Gaza, que se ha extendido al Líbano y países aledaños, las guerras que se libran en África, más concretamente en Yemen, El Congo, Mozambique, son prueba de ello y que lejos de lograr acuerdos para la paz, se están extendiendo a otros países.

La guerra entre Rusia y Ucrania denota los intereses perversos de Estados Unidos y de Europa, ya que claro que, a los miembros de la OTAN, brazo armamentista de los interese económicos occidentales, no les importa las vidas que se han perdido y que se están perdiendo, que el territorio ucraniano esté en ruinas, pues lo importante es continuar con el control de ese país y las riquezas que posee. Empecinados con la idea de que Rusia es el agresor expansionista, se les olvida que las agresiones, invasiones y destrucción de países en el mundo las ha perpetrado su líder máximo y guía, Estados Unidos.

Se puede tergiversar la verdad, manipularla a través de los medios de comunicación, lo que está sucediendo, pero borrar los hechos, las miles de víctimas en manos del ejército estadounidense y sus aliados jamás. Mientras haya personas honestas y medios de información independientes, objetivos, lo que ha acontecido en el mundo, lo sucedido podrá ser consultado.

Hoy se está a las puertas de un conflicto mucho más grande, generalizado, que desemboque quizás, en una Tercera Guerra Mundial. La paciencia del presidente Putin se está terminando y con ello “la paz” en el mundo. El empecinamiento de un presidente que está a punto de entregar su mandato y de un títere que no ve para él otra salida que la de seguir con el guion impuesto por el país del norte de América y sus aliados europeos.

¿Qué espera Biden con la autorización del uso de armas de largo alcance, por parte de Zelenski, sobre el territorio ruso, piensa acaso que con ello Ucrania saldrá victoriosa de la guerra? Es notorio el poderío armamentista de la Federación de Rusia, el que es ostensiblemente superior. ¿O quiere, tal vez, dejar un conflicto mucho más peligroso al presidente electo Donald Trump? Lo cierto es que, con tal decisión, no solo se pone en peligro la estabilidad en el mundo, sino lo que es más apremiante, triste y riesgoso, se atenta en contra de la preservación de la especie humana y de la vida en el planeta.

Los habitantes del mundo deben estar alertas, seguir con detenimiento los acontecimientos en las zonas de conflicto y exigir a sus gobiernos que cese toda política tendente a continuar alentando las guerras, el uso de armas de largo alcance, de destrucción masiva y se comience a cimentar la paz, de lo contrario el coste será de magnitudes inimaginables.

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