No más reformas educativas
Fernando Cajas
La respuesta común a nuestros problemas educativos es una reforma educativa. En la
primaria los niños no saben sumar ni restar y menos multiplicar. En su examen al finalizar
la secundaria como que se les olvida todo. Por eso de cada diez estudiantes uno
solamente gana el examen de matemática. Los exámenes de admisión de matemática
para ingresar a la universidad nacional también los pierde el noventa por ciento, noventa
de cada cien estudiantes de secundaria que desea ingresar a la U no supera un examen
aparentemente sencillo de matemática, esto es ¼ + ½ es o cuanto vale la x en 15(x-1) +
(4x+3) =17(7+x).
Para entrar a la Universidad la mayoría busca carreras que no tienen matemática.
Este temor a la matemática es el producto de años de una enseñanza autoritaria,
memorística, llena de tareas sin sentido, repetitivas. Pero la triste historia de la
matemática no se cuenta sola, también en ciencias. Los estudiantes aprenden de memoria
los nombres de los ríos, pero no conocen uno solo. Aprenden de memoria el ciclo del
agua, esto es, » … el agua está en estado líquido, gaseoso y sólido …» sin conocer el ciclo
del agua en su comunidad, menos en su escuela. Este aprendizaje memorístico es reflejo
de un currículo repetitivo que no permite explicar el ciclo del agua por medio del principio
de conservación de la materia.
¿No lo cree?, entonces pregunte a niños de diez años, más o menos, de donde
viene el agua que sale del chorro de la pila de su casa. Si está en la ciudad de
Quetzaltenango, pocos sabrán que vienen se aldeas de San Juan Ostuncalco (Varsovia y
Monrovia) y que otra parte viene de pozos, agua subterránea de un manto que está
debajo de la ciudad. Si está en la capital, ¿de donde viene el agua que sale del chorro?
Pero, ¿cuál es el problema real de la educación guatemalteca?
Bueno, el problema es serio. Además de ser gobernada por un capo de los sindicatos, una
figura indescriptible en el lenguaje educativo, Joviel Acevedo es un manipulador
compulsivo, aliado de cuanto ministro llega al poder. Acevedo es la imagen especular del
usurpador de la rectoría de la Universidad de San Carlos, Walter Mazariegos, otro narco
educador que distorsiona la razón de ser de nuestras instituciones educativas. Estos dos
no son los culpables de la falta de aprendizaje de ciencia y de matemática de los
estudiantes guatemaltecos, son de algo peor. Estos deberían ser los líderes de la
transformación social que necesitamos. Pero no, son justamente lo contrario.
Así que un primer problema de la educación guatemalteca es su falta de
gobernabilidad. Esto es, hay una ausencia total de liderazgos positivos que permitan
direccionar nuestra educación a algún lugar coherente y pertinente. Un segundo problema
es el currículo. Si bien han existido intentos de transformación a través del Currículo
Nacional Base, CNB, la retórica de la reforma se queda en eso, en retórica y rara vez llega
a una escuela de verdad y menos a un aula real. En un nuevo proyecto educativo basado
en el CNB se dice: «La Reforma Educativa establece la transformación curricular, la cual
«propone el mejoramiento de la calidad de la educación» y el respaldo de un modelo
educativo participativo fundamentado en el constructivismo…»
El constructivismo ha sido otra de esas falacias pedagógicas que han abundado en
cada reforma educativa. Aquí en Guatemala y en el mundo cada vez que se realizan
revisiones de qué hacen los maestros en el aula se confirma que a los maestros se les
sobrecarga de todo, particularmente se les dan tareas de formación estudiantil que
debieron formarse en el hogar. El hogar forma, la escuela informa. Para que un maestro
sea realmente constructivista se requiere que el maestro se libere del mismo currículo
prescriptivo que les obliga a cubrir contenido y más contenido. Para cubrir tanto
contenido los profesores deben dejar tareas y tareas, pero como deben calificarlas, deben
escoger problemas repetitivos y fáciles de evaluar. Así que esta estructura curricular
obliga a todo menos a ser constructivista.
Para mejorar nuestra educación primero debemos separar las responsabilidades
de la formación en el hogar de la formación escolar. Luego debemos revisar la
investigación científica sobre educación y principalmente aprendizaje. Eso nos dará un
panorama de cómo se dan los fenómenos didácticos, esto es, la poca relación entre la
matemática de los expertos y la matemática escolar o la ciencia real y la ciencia escolar. Si
no entendemos esa relación ya documentada previamente en matemática (Y. Chevallard),
ciencia (C. Anderson y E. Smith) y tecnología (F. Cajas), poco vamos a entender de cómo
construir un nuevo currículo. Segundo, es urgente entender que los profesores no son el
problema, ellos y ellas son parte de la solución. Sin embargo, los hemos atiborrado de
actividades y les obligamos a que hagan lo que no hacemos en el hogar.
Tercero la formación docente debe basarse en las ciencias del aprendizaje y en
programas piloto de formación que tengan base científica a juzgar por los aprendizajes de
los profesores y de los estudiantes, pero también de los administradores escolares. La
unidad de análisis del aprendizaje no puede ser sólo lo que creemos que pasa en la mente
de un alumno sino también lo que pasa en una escuela o en un grupo de escuelas. Para
que sea pertinente si la formación docente se va a hacer en la universidad, la universidad
tiene mucho pero mucho más que aprender porque a juzgar por sus docentes estos no
tienen nada que ofrecer para mejorar la didáctica de la escuela secundaria y menos la
primaria.
Cuarto, debemos ya de dejar de creer en soluciones mágicas. La educación solo va
a cambiar si hacemos nuestro trabajo en el hogar y si mejoramos sustantivamente los
sistemas de investigación universitario sobre el aprendizaje, sin eso no haremos más que
quejarnos nuevamente con cada ciclo de reforma educativa fallida.