Emperador vr Papa

Marco Fonseca
La elección del cardenal Robert Francis Prevost como Papa León XIV marca tanto una continuidad significativa con el papado de Francisco como el potencial de desarrollos clave en las intervenciones morales, sociales y políticas de la Iglesia Católica en un mundo fracturado y cada vez más polarizado. Su discurso inaugural desde el balcón de la Basílica de San Pedro transmitió un mensaje claro: el legado del Papa Francisco se mantendrá, profundizará y se reflejará a través de la lente de la teología agustiniana, los compromisos con la justicia social y una profunda preocupación pastoral por los pobres y marginados. Sin embargo, León XIV también aporta nuevas sensibilidades e implicaciones geopolíticas que podrían moldear la postura global de la Iglesia en los próximos años.
Continuidad con el Papa Francisco: Una Iglesia de los Márgenes
Las primeras palabras del Papa León XIV reafirman el compromiso franciscano con una Iglesia “de los pobres y para los pobres”. Su énfasis en la acogida de los migrantes, la defensa de la paz y la oposición a la injusticia social refleja una continuación directa de las prioridades teológicas y pastorales establecidas por el Papa Francisco. Al bendecir en español a la gente de Chiclayo, Perú, su antigua diócesis y una región marcada por la pobreza sistémica y la migración, basó su papado en la experiencia vivida con los pobres de Latinoamérica, haciéndose eco de las raíces argentinas de Francisco y su orientación más amplia hacia el Sur Global.
Al igual que Francisco, León XIV afirma la centralidad de la misericordia, el encuentro y la solidaridad, resistiendo las tendencias eurocéntricas y tradicionalistas que algunos esperaban que regresaran después de Francisco. Sus palabras en español, en lugar de en inglés, marcaron un importante gesto hacia un catolicismo multilingüe y multicultural que responde a la demografía de una Iglesia ahora mayoritariamente no europea.
¿Qué hay en un nombre?
Un gesto especialmente revelador de continuidad y aspiración reformista reside en la elección del nombre papal: León XIV, que invoca la memoria de León XIII (1878-1903), uno de los reformadores modernos más importantes del papado. León XIII es recordado principalmente por su encíclica Rerum Novarum (1891), que sentó las bases de la doctrina social católica moderna al abordar los derechos de los trabajadores, la dignidad del trabajo y las responsabilidades del capital. Esta fue una intervención audaz durante el auge del capitalismo industrial y el creciente malestar social. Al adoptar este nombre, el Papa León XIV no solo manifiesta su intención de revitalizar y profundizar la misión de justicia social de la Iglesia, sino también de posicionar al papado una vez más como contrapeso moral y filosófico a las brutalidades del capitalismo descontrolado, los gobiernos autoritarios y la exclusión social. En una época marcada por la desigualdad, la catástrofe climática y la política reaccionaria, la elección del nombre de León XIV traza una línea directa entre los esfuerzos pasados de la Iglesia por abordar la “cuestión social” y las urgentes crisis globales actuales, sugiriendo una visión de un papado con fundamento histórico y compromiso profético.
Una Inflexión Agustiniana
Uno de los cambios más notables reside en la autoidentificación agustiniana de León XIV, que contrasta con la formación jesuita de Francisco. Si bien ambas órdenes comparten compromisos con la justicia social, la tradición agustiniana aporta una profunda atención al problema del deseo humano, la vida interior y el poder seductor de los dualismos y las falsas certezas, un recurso crucial en una época de simplificaciones populistas, dualismos fascistas y un discurso público polarizado.
Al oponerse a los dualismos maniqueos, la formación teológica de León XIV ofrece una crítica teológicamente rica de las políticas populistas de derecha que dividen el mundo en “bueno” y “malo”, “puro” e “impuro”, “nativo” y “extranjero”. Esta inflexión puede contribuir a fortalecer a la Iglesia no solo como testigo moral, sino también como fuente de discernimiento dialéctico en una época en la que el absolutismo moral y la polarización política socavan la democracia y la inclusión social.
Repercusiones geopolíticas
El papado de León XIV comienza en un contexto global marcado por el auge del autoritarismo, especialmente en forma de tecnofascismo, populismo nacionalista y restauraciones neoimperialistas, con figuras como Donald Trump, Viktor Orbán y Javier Milei ganando influencia. Su origen, estadounidense de nacimiento, ciudadano peruano por compromiso y obispo de los márgenes, desafía la retórica nativista y antiinmigrante que define a gran parte de la nueva derecha.
Los informes de que León XIV ha republicado críticas a las políticas migratorias de Trump y a J. D. Vance, el actual vicepresidente de Estados Unidos, subrayan aún más la probabilidad de tensiones entre el Vaticano y Estados Unidos durante el segundo mandato de Trump. Esto podría tener serias consecuencias diplomáticas si Estados Unidos continúa criminalizando a los migrantes y desmantelando las protecciones sociales, posturas que contradicen directamente las enseñanzas del Papa. Trump no tiene nada de qué enorgullecerse con la elección de este Papa.
Escenarios Institucionales y Doctrinales
A pesar del poder simbólico y retórico de la elección de León XIV, es improbable que se produzcan cambios doctrinales importantes, como la inclusión LGBTQ+, la incorporación de las mujeres al sacerdocio o el celibato clerical, a corto plazo, dado el profundo conservadurismo de la Curia Romana y el episcopado global. Sin embargo, la sensibilidad pastoral de León XIV, arraigada en las prácticas eclesiales latinoamericanas, podría resultar en:
- Una mayor descentralización, empoderando a las conferencias episcopales del Sur Global;
- Un renovado compromiso con la sinodalidad, con una aportación real de los laicos y los movimientos de base;
- Una postura moral más firme sobre la justicia climática y la conversión ecológica, continuando el marco de la Laudato Si’ de Francisco, pero posiblemente avanzando hacia una teología de la interdependencia planetaria;
- Una oposición más firme a la militarización, la vigilancia y el tecnoautoritarismo, especialmente si la IA y los mecanismos de control social se expanden globalmente.
Una Iglesia en la Encrucijada
León XIV asume el papado en un momento en que el orden mundial se fragmenta: las guerras azotan Gaza y Ucrania, la crisis climática se agrava y la desigualdad económica alcanza niveles sin precedentes. La Iglesia bajo León XIV deberá encontrar un equilibrio entre:
- La denuncia profética de la injusticia, la guerra y el autoritarismo;
- El acompañamiento pastoral de un mundo que sufre bajo el pecado estructural y la racionalidad tecnocrática;
- La prudencia diplomática en un mundo multipolar donde la neutralidad y la mediación del Vaticano podrían volver a ponerse a prueba, como sucedió con Cuba, Colombia o China bajo el papado de Francisco.
Hacia un Papado Dialéctico
El Papa León XIV será recordado como una figura puente, alguien que honra el impulso liberador de Francisco, pero que aporta una nueva profundidad filosófica, claridad política y calidez pastoral al papel de la Iglesia en nuestra época de convulsión. Su enfoque agustiniano, combinado con su compromiso latinoamericano y su postura sobre la migración y la justicia, lo posiciona como una voz para los pobres y una contravoz crítica al autoritarismo global. Queda por ver si esta voz resonará con fuerza dentro de las propias estructuras de la Iglesia e influirá en el discurso político global, pero todo apunta a un papado profundamente sensible a las heridas espirituales y materiales del siglo XXI.