Cómo se establecen las dictaduras en Guatemala

Autor: Jairo Alarcón Rodas
Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que, gracias al consumo y al entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre.
Aldous Huxley
En el ambiente popular se dice que es lo mismo una dictadura de derecha que de izquierda, sin embargo, es procedente matizar al respecto ya que tienen finalidades distintas. Básicamente, una dictadura es una forma de ejercer el gobierno en la que un individuo, o un grupo pequeño de estos, sostiene el poder absoluto sobre el Estado de tal modo que no hay posibilidad de discutir, consensuar, criticar el proceder que se da desde la esfera gubernamental, simplemente hay que aceptar.
Thomas Hobbes, en su libro El Leviatán, muestras las bondades del absolutismo, poniendo en duda el procedimiento por el cual, de forma democrática y a partir de consensos y disensos, se toman las decisiones esenciales de un país, ya que, con la diversidad de intereses y criterios, es muy difícil lograr acuerdos, por lo que propone, ante un virtual estado de guerra, sea uno o unos pocos los que tomen las decisiones de todos, es decir que el poder se concentre.
La crítica a las democracias surge a partir de que en la mayoría de las personas, a diferencia de lo señalado por Renato Descartes, en el Discurso del Método, de que el buen sentido es la cosa mejor repartida en el mundo, por el contrario, es la ignorancia la que se resalta cada vez más, y de eso se han encargado en fomentar y difundir los que detentan el poder, con el fin de que prevalezca el sistema y la serie de privilegios e impunidad de una pequeña élite empresarial y la de sus testaferros.
Las decisiones de muchos no necesariamente son las mejores y esa es, quizás, una de las falencias de la democracia, no obstante, depositar la soberanía personal en las personas que saben más, que conocen lo que constituye el ejercicio de poder, desde la esfera gubernamental, debería ser una muestra de sabiduría, es decir, reconocer el lugar que le corresponde a cada quién el lugar que debe ejercer.
Pero el saberse no apto para gobernar ni administrar un gobierno, determina que uno deposite su voluntad y confianza en aquellos que se han preparado para ello. En tal decisión, es imprescindible resaltar la responsabilidad que eso conlleva y, consecuentemente, el criterio con el que se tendría que escoger a quién o quiénes se les va a otorgar tal potestad.
Al reflexionar sobre las sociedades, al hacer una crítica al sistema imperante, al desnudar sus debilidades, al hacer referencia al capitalismo salvaje, no se puede más que señalar que es a partir de la acumulación exacerbada de la riqueza, de la concentración de esta en pocas manos, en donde se pervierte el funcionamiento de la sociedad, y la búsqueda de la justicia y la equidad para el bienestar de todos, resulta ser un intento fallido, una utopía.
Así, en un sistema de privilegios, se crea un círculo vicioso en el que la ignorancia elige a aquellos que el sistema quiere y estos continúan fomentando y reproduciéndola para que nueva y democráticamente se elija a las autoridades que ellos desean. De ahí que, por mucho que cambien los inquilinos del gobierno, que caras nuevas aparezca en el escenario político, el sistema permanece intacto, creando así una perfecta dictadura de derecha. Y así, en palabras de Karl Marx, a los oprimidos se les autoriza para decidir una vez cada varios años qué mandatarios de la clase opresora han de representarlos y aplastarlos en el Parlamento y eso es lo que constituye una democracia liberal.
La ilusión de elegir a las autoridades cada cuatro años, en este país, resulta ser la garantía de que no se vive en una dictadura, a los ojos del mundo, sin embargo, la maquinaria estatal, al servicio de una élite, es la que establece quiénes son los que pueden participar y ser electos, es más, les establecen el margen de acción de cómo gobernar. Todo aquel que piense diferente resulta ser enemigo de la democracia, vigilado y neutralizado.
Ahora las cosas se han agudizado en Guatemala, ya que todos los organismos que corresponden a lo que constituye una república han sido cooptados y, consecuentemente, no hay la posibilidad de disensión. La finalidad de tal cooptación es permanecer en el poder y mantener vigente el estado de cosas eternamente, con ello, a un sistema en donde la corrupción, los oscuros negocios y la impunidad se confabulan para mantener los privilegios de unos pocos y resguardar su riqueza.
Las dictaduras de izquierda, a las que se puede hacer una referencia histórica con las establecidas en la extinta Unión Soviética y en la República Popular de China, de Mao Tse Tung, tuvieron su inspiración en la dictadura del proletariado señalada por Karl Marx, la cual consiste en un período de transición entre el capitalismo y el comunismo, en el que el pueblo le arrebata el poder a la oligarquía imperante para hacerse temporalmente cargo del Estado. La idea es ponerle fin a la lucha de clases y romper la hegemonía manifiesta por los dueños de los medios de producción, quienes, a través del capital que han acumulado, pueden hacer lo que quieren y con toda impunidad.
Desde la perspectiva de los que promulgan la democracia y la alternabilidad del poder, como el sistema ideal, una dictadura es una dictadura sea de derecha o de izquierda, ya que, al ser un poder absoluto por encima de las leyes, concentrado en un sector, resulta ser contraproducente para la convivencia en sociedad, por ser susceptible de corromperse en función de los beneficios y privilegios sectarios. Siendo los principales valores de una sociedad democrática: la igualdad, la libertad, la justicia y la solidaridad, se espera con ello, un beneficio para todos sin exclusión alguna y no el privilegio para unos pocos.
Sin embargo, ¿cómo establecer un Estado democrático en donde la acumulación de riqueza, por parte de unos, no lo hace viable? Solamente eliminando la brecha entre ricos y pobres, empoderando a la población, convirtiéndolos en sujetos críticos, participativos, vigilantes del accionar de sus gobernantes, la democracia cobrará sentido. Empoderamiento popular que no van a permitir aquellos que han gozado de beneficios en detrimento de la mayoría. Es por lo que el socialismo científico plantea la dictadura del proletariado como la solución a ese estado de cosas y, con ello, el fin de la explotación del hombre por el hombre.
A la actual dictadura guatemalteca le es molesto todo aquello que cuestione sus decisiones, denuncie su improcedente accionar y es por lo que la libre emisión del pensamiento resulta ser un peligro, es cuestionada, vulnerada, cuando realiza una crítica al oscuro proceder gubernamental. Lo que es entendible, más no aceptable, y que se ve reflejado con el hostigamiento, persecución y criminalización de los honestos operadores de justicia, exfiscales del Ministerio Público, defensores de derechos humanos y del medio ambiente, periodistas independientes y ciudadanos en general, cuyo delito es protestar en contra de las medidas arbitrarias del gobierno, aspirar a una sociedad más digna.
Como ejemplo de ello, se puede citar el autoexilio que ha sufrido Thelma Aldana, exjefa del Ministerio Público, Juan Francisco Sandoval, exdirector de la FECI, Erika Aifán exjueza de mayor riesgo, Miguel Ángel Gálvez, exjuez de mayor impacto, el juez Carlos Giovanni Ruano quien, en el pasado, denunciara a Blanca Stalin por tráfico de influencias; así también, exfiscales del Ministerio Público como Andrei González, Luis Omar Mejía Rivera, Rudy Manolo Herrera Lemus, Carlos Antonio Videz Navas, Lorenzo Alberto Bolaños Sánchez. Y las detenciones arbitrarias de la exfiscal Virginia Laparra, el encarcelamiento del presidente de el Periódico José Rubén Zamora, la persecución de la activista indígena Nanci Sinto y de la estudiante Dulce Archila, entre otros, todo eso es, constituye una muestra de la criminalización del opositor por parte de las estructuras represivas de un Estado dictatorial, que se niega a escuchar los consejos de la historia.
Recientemente, el acoso que ha sufrido el Periódico lo ha llevado a su cierre, hecho que debe alertar a los dignos representantes de la prensa independiente, a cualquier guatemalteco que aspire vivir en un país libre de corrupción y con justicia social. Tristemente, la población guatemalteca permanece adormecida, al margen de tan criminales hechos. Ya es tiempo de despertar, de alzar la voz y manifestar nuestra inconformidad y dejar de ser cómplices de tanta corrupción con nuestro silencio.
Tal accionar del Estado guatemalteco, digno de las dictaduras fascistas, como en su momento lo fueron las de Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Francisco Franco, Jorge Rafael Videla, Leónidas Trujillo, Porfirio Cárdenas, Anastasio Somoza o Ríos Montt, constituye, en pleno siglo XXI, una advertencia de lo que son capaces de hacer la derecha y, desde luego, lo que les pueda ocurrir a todo aquellos que pretendan cuestionar, las acciones de los operadores del sistema, a los que aspiren a una sociedad justa.
A pesar de eso, la naturaleza humana no puede continuar viviendo eternamente en un regimen totalitario y en el caso de Guatemala, tal situación agrava las condiciones sociales del país y lo conduce a un virtual estado de guerra, en donde la miseria se agudiza, las libertades son quebrantadas y las aspiraciones adormecidas, sin embargo, tarde o temprano, el deseo de la liberación se hará imperante y hay que estar preparado para ello.
