Resetear el sistema político

Miguel Ángel Sandoval
El 8 de agosto, apenas a 12 días de la segunda vuelta electoral, la CC en otra de sus intervenciones para el olvido o para pedir su disolución, negó el amparo a Semilla y por esa vía, es factible que luego del 20 de agosto, ese partido sea perseguido judicialmente a efecto de suspenderlo o cancelarlo. Para todos los efectos es lo mismo. Lo único que está pendiente son los tiempos en que esto pueda ocurrir. Ello forma parte de lo que en círculos políticos y de analistas se entiende ya, como la aceptación de la derrota de la UNE y de las elites del país que configuran el pacto de corruptos.
En otras palabras, asistimos a los estertores del pacto de corruptos que buscan por todos los medios, hacer que la victoria electoral de Semilla, que ya dan por un hecho inevitable, no permita una transición en paz, menos la toma de posición del nuevo presidente en un marco de gobernabilidad aceptable. Se enfilan todos los cañones hacia la situación que se debe producir en torno a la cancelación del partido de Arévalo. Es en pocas palabras, aceptar que fueron derrotados, pero sin deponer las armas. Que fueron en verdad sumergidos por un aluvión de voto del hartazgo, de las convencidos arevalistas y de todos los que en este país tenemos un credo democrático.
La apuesta es sencilla y se mira desde lejos. Se pretende que el 14 de enero, Semilla no este legalmente constituido como partido político y de esa manera, impedir que tenga en el congreso una bancada de diputados con todos los derechos que un partido con bancada posee. Esto es, oficinas, asistentes, comisiones, en suma, una bancada. A ello se suma no tener iniciativa de ley, probablemente no poder citar funcionarios, aun sean de su propio proyecto políticos, y no podrían en ningún caso, formar parte de la junta directiva.
Habría mucho más a decir en este escenario, que el pacto de corruptos acaricia como el premio de consolación a la derrota sufrida, tanto en la primera vuelta como en la segunda con el balotaje. Pero se olvidan de un pequeño detalle. A partir del 20 de agosto, Semilla tendrá en la presidencia a su presidente, esto es, a Bernardo Arévalo. Y ello es cualitativo, no se trata de un espacio más, sino que se trata de la presidencia de la república en un país profundamente presidencialista.
En cuanto a perder la ficha, no creo que se vea como un drama, aunque si como una dificultad más a vencer, pero es algo que, con la experiencia actual, con las redes de ciudadanos que han aparecido en el país con identificación con el proyecto de Semilla y Arévalo, pues sería bastante fácil hacer un partido, no solo con 25 mil afiliados como ahora, sino que se pueden afiliar unos 100 mil en pocas semanas. Sería un partido más grande, más fogueado y más comprometido con la apuesta actual de refundación del sistema político.
Ahora bien, como el “escándalo” de Semilla son unas firmas que deberían de haberse resuelto por la vía administrativa, sin montar un show innecesario, quizás sea menester, que luego del proceso en contra de Semilla, sin posibilidades de defensa real, se pueda exigir que el sistema de partidos políticos, sea reseteado, y que todos los partidos pasen un examen con lupa, como ahora semilla, y se establezca con apego a la ley, si llenan o no los requisitos para ser un partidos políticos, con ideología, programa, estatutos, institutos de formación, para estar propugnando dirigir el país y las reglas de la política criolla. Es cumplir con la premisa de “todos iguales ante la ley” o como dice el dicho, “todos coludos o todos rabones”.
Hace muchos años, un partido izquierdista en un país europeo, fue cancelado por razones espurias como las actuales en nuestro país y por las instituciones desgastadas como las que tenemos hoy día, y en respuesta a ello, la dirigencia en una manifestación encabezó la marcha con una manta que decía, palabras más palabras menos, “perdimos un partido, pero tenemos un mundo por ganar”. Algo semejante parece que se está incubando en Guatemala y que con bastante seguridad tendrá un segundo jalón el 20 A, pues el primero fue dado por la sociedad guatemalteca en las urnas el 25J.
Pero esta reflexión inicial demanda su profundización. Si como vemos, ante la derrota, la idea de los corruptos es forzar y retorcer la ley, presentar como correctas las ilegalidades, haciendo uso de instituciones que no cumplen con su función y en lugar de ello son cómplices de ese intento por destruir el sistema legal de nuestro país, pues el sistema político ya colapso, la verdad de las cosas es que lo que corresponde es la refundación del sistema legal, y por supuesto, en lugar de privilegio, el sistema político, que como sabemos, implosionó el 25J.
Es por ello que utilizando una expresión que viene junto a los nuevos aires tecnológicos en la era digital, hace falta resetear el sistema político, para por añadidura, el sistema jurídico se libre de influencia perversa de los politiquillos del congreso, que nunca vacilaron en discutir las magistraturas alrededor de la cama en un hotel, o de perdida, en una clínica privada con su refrigerador bien surtido de viandas y bebidas, con edecanes disfrazadas de enfermeras, y todo eso que sabemos les gusta a los corruptos de la calaña que sean. Se trataría de iniciar de cero por todos, pensar en un sistema político nuevo pues el actual no funciona, no es lo que demanda un proceso democrático como el guatemalteco de la tercera década del siglo XXI. No se puede avanzar con un vehículo con solo dos llantas en medio buen estado o medio mal estado. Hace falta cuatro y en buen estado. Eso es lo que estamos planteando ahora, con la idea de resetear el sistema político en su totalidad, pues las evidencias de su incapacidad son monumentales.
Como se sabe, en política ante la proliferación de problemas, de dificultades o desafíos, se utiliza el dicho: una pena a la vez, y en este caso, el desafío actual es ganar de calle las elecciones del 20 A, por las fuerzas progresistas de nuestro país, para así iniciar el proceso de la transición que nos lleve al 14 de enero del 2024, con el cambio de autoridades y de orientación de las instituciones nacionales. Ese es el itinerario.
