¿Quién se acuerda de Juan Guaidó?

Miguel Angel Sandoval

Hace unos años, los EEUU y sus aliados, inventaron a Juan Guaidó. Para consumar el tema, consiguieron que unos 50 países, “reconocieran” al presidente constitucional.  Sin votos, ni actas y sin aval de las instituciones del país. Durante unos años, como viajero VIP, Guardó se encargó de desprestigiar al régimen venezolano y de gastarse los millones que EEUU y otros países habían confiscado ilegalmente al gobierno de bolivariano.

Las historias fantasmagóricas que Guaidó construyo como su narrativa democrática, no subsistieron la prueba del tiempo. Hoy es un ilustre desconocido y solo se le recuerda como un traidor y como sirviente del gobierno de los EEUU. Son de nuevo los hechos. Duros e inapelables.

En este proceso, Los países periféricos, hicieron apretacanuto para reconocer a alguien que no tenía las credenciales democráticas para nada y menos para pretender que había ganado las elecciones en Venezuela. No es ocioso señalar que, en el proceso, la UE, la OEA, incluso la ONU, se prestaron a sostener la versión que desde Washington se había creado.

Hoy tenemos una vez más, a las mismas fuerzas solo que un poco disminuidas, que se unieron a la narrativa de la oposición venezolana que, por enésima vez, rechaza los resultados electorales pues no consiguen por medio de los votos, ganar la presidencia de la república.  Todos estos abanicos de oportunidades contaron siempre con el respaldo claro y sin dudarlo, del gobierno del norte y sus agencias de desinformación, sean los medios corporativos o claramente las agencias de inteligencia y de operaciones encubiertas en el exterior.

Las medidas económicas solapadas, fueron desde la guerra económica, hasta la manipulación de los precios del petróleo. Todo ello pasando por el estímulo a la migración de un sector importante de los venezolanos. En ello la narrativa de crisis, instalada en todas las grillas informativas o de desinformación, ocuparon las páginas y las ondas de radio y TV. Y ahora con el aval e impulso de las redes vía la acción de sus meros dueños, que, utilizando algoritmos y todas las mañas de las redes corporativas, son el soporte de la oposición, sea de Guaidó o de Corina.

En los días que corren, lo que hay y de lo cual existen datos concretos, es que la oposición, antes de ir a las urnas se aseguró una ruta para desconocer los resultados y gritar a las pocas horas, mejor dicho, desde antes, que había un fraude, que las elecciones habían sido una farsa e incluso, inventaron actas y números ajenos a las realidades del voto democrático. Sin detenerse en el hecho, de un sistema informático de voto, con niveles de seguridad que no existen de hecho, en ningún país del continente. Menos en EEUU como lo recuerda la pantomima de la Florida.

Es tan fuerte la ofensiva mediática desatada desde antes, que hay voces desde los sectores progresistas que ponen en duda el resultado, pues el acondicionamiento ha sido tan masivo que ese discurso se coló por todos los resquicios. Y uno de los temas que constituyen el nudo gordiano de toda la crisis mediática que existe, es de nuevo, la idea de mostrar las actas. Y ello es en sí mismo complejo. En todo caso, Maduro ya dijo estar de acuerdo con que el tribunal electoral local, muestre las actas. O sea, que, con ese acto, se tapa la marimba.

De una parte, está el hecho que los fraudes en EEUU (florida) o en México (Fecal) o en Brasil, con Bolsonaro. En ellos la “comunidad” internacional hizo silencio. Ahora una parte de la “comunidad” internacional, pide, exige, demanda, que el gobierno de Venezuela enseñe las urnas. ¿A cuenta de qué? Si se reflexiona, la comunidad internacional debe contar con Rusia o China, Kuwait o los Emiratos Árabes, con muchos países más. En otras palabras, la comunidad internacional no es EEUU y sus amigos. En esto hay que introducir la reflexión y las nociones básicas de la geopolítica. Ello si queremos hacer análisis serios.

Pero hay un tema que matiza el resultado electoral venezolano. De hecho, se ha convertido por la vía de los efectos de la geopolítica, en un tema interno de todos los países de la región. No por la existencia de un régimen corrupto o dictatorial, sino porque exhibe un modelo político diferente al resto de países, esto es: un modelo de socialismo a la venezolana.

Se puede estar de acuerdo o no con este modelo, pero no por ello se puede poner en duda los niveles de seguridad que ofrece un sistema electoral, que, desde el punto de vista tecnológico, esta blindado. Otra cosa es el discurso dominante y este ya sabemos como se construye. Ahora recuerdo un libro de Chomsky con un título simpático: “Como nos venden la moto”.

En lo personal, no creo que Boric tenga algo en común con Milei. Ni que Arévalo tenga algo con común con Boluarte. Y es por este tipo de matices que no se puede hablar de consensos en las miradas “criticas” al proceso venezolano. Es esto lo que explica el fracaso de la OEA que no pudo arrastrar a los países de la región a algo Emás que pedir que el órgano electoral de Venezuela hiciera su trabajo enseñando el total de las actas. Pero se hará con los tiempos venezolanos y con las instituciones del país. Eso nada más.

De la misma manera, no veo como algo legítimo, que los EEUU ahora se conviertan en las salvaguardas de la democracia venezolana. Quizás si se fuera mas claro y se dijera que son la salvaguarda del petróleo venezolano ante el riesgo que el mismo sirva a China o a Rusia, y no a las empresas como la Texaco, Gulf, Exxon o como se denominen.  Aquí si hay un tema claro de soberanía nacional. Los recursos naturales son propiedad de Venezuela no de las empresas petroleras. Si se entiende esto quizás podríamos estar de acuerdo con algunos de los críticos del modelo venezolano.

Hay un hecho cierto. Con la victoria de Maduro y todo lo que ello implica, los países del continente sienten que se les mueve la silla. La zona de confort ligada a los EEUU se mueve en una dirección no prevista: los BRICS. Ahora Venezuela y su régimen bolivariano, debe ser parte plena de esta nueva coalición económica y política que cuenta entre sus mejores aliados a Brasil, China, Rusia, India y ahora Venezuela, mas una buena docena de países, entre los cuales Irán.

Es fácil colegir que ello no agrada para nada a los EEUU y ´por ello existe un momento de desazón, pues se mira con claridad que la influencia incontestada en el continente, tiene ahora a otros actores. Por ello el caso de Venezuela, y por esto es que se convirtió en tema interno. En algunos países con el consabido pánico de “ahí vienen los rusos y los chinos”, pero en otros, con la certeza que se pueden iniciar nuevas relaciones, de respeto, de intercambio, de en verdad, buenos vecinos.

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