Es necesario retormar el oficio diplomático

Miguel Ángel Sandoval.
Cómo ciudadano que se preocupa por los más diversos temas de nuestro país, parecería necesario dar una vuelta por aspectos de la política externa. Merece la pena detenerse en ello. Aunque no se aborda la relación principal de Guatemala que es con EEUU. Quizás sea oportuno iniciar con un tema de alcance mundial y es el conflicto en Ucrania. Si se recuerda, el expresidente Giammattei partió, lanza en ristre a reunirse con Zelensky para ofrecer el apoyo de Guatemala en esa guerra innecesaria y fratricida. En esa ocasión el ridículo también fue de alcance mundial.
Nada le hubiera costado decir que como país que de manera reciente había firmado la paz para un conflicto interno, y que en el mismo se había optado por la negociación política y hacer un gesto en esa vía, lo cual se había convertido en la marca país: Guatemala había enviado tropas bajo mandato de la ONU a Haití o el Congo, para el impulso de procesos de paz. En ese esfuerzo murieron varios soldados en el Congo Por ello parece innecesario un apoyo claro a Ucrania, en sitios como la página de radio Faro Cultural, sin percatarse de que el mundo se encuentra ahora -iniciando con EEUU y Rusia- haciendo ingentes esfuerzos por la paz en esa región del mundo y que a esos debería sumarse Guatemala.
En los días que corren la configuración de un mundo multipolar o tripolar para ser más apegados a la realidad. Es algo que debería ser parte de la política externa de nuestro país. Es cierto que la relación estratégica es con nuestros vecinos del norte, pero ello no limita o no debería limitar las relaciones con los otros polos de la ecuación geopolítica en la cual nos movemos. Es el caso de las relaciones comerciales. Hoy es posible encontrar autos chinos, japoneses, europeos o de EEUU. Pero seguro que a futuro veremos autos rusos circulando por La Reforma. ¿O no es posible vender café o minerales y otros productos a China, Rusia oa los EEUU? ¿Hay algo que diga que esto no es posible?
Pero sobre todo en los temas diplomáticos, la idea central debería ser la de tender puentes. Con todos los países y con las características de cada uno. En el rango que podemos, con las fortalezas que tenemos y con la mejor voluntad posible. Quisiera recordar ahora que un pequeño país como Noruega, pudo hacer de su diplomacia una fortaleza de su política externa al apostar por el diálogo y solución política de conflictos. Es algo que podría ser parte de una línea estratégica de la cancillería en una ruta que se abrió con la firma de los Acuerdos de Paz en 1996.
Se puede ser un referente de solución política a conflictos armados, en un modelo de soluciones negociadas. Ya hubo un serio esfuerzo en la época de la Neutralidad Activa o en el proceso que llevó a los Acuerdos de Esquipulas. Es cierto que las condiciones de la época no son las de ahora, pero no es menos cierto que en ese momento se hizo una apuesta por la diplomacia independiente. r
Volviendo al caso de Noruega, ese país fue anfitrión de negociaciones entre la OLP y el gobierno de Israel, de los sudafricanos del Apartheid y el CNA proclive a Mandela, las negociaciones entre el gobierno y la URNG y tantas otras. Hoy en día es garantía en los diálogos que llevan a cabo fuerzas colombianas en armas y el gobierno actual. En todos los casos con una capacidad de respeto por todas las partes en un ejercicio de diplomacia fuera de dudas. Y en todos los casos, con la delicadeza y empatía que debería ser el ABC de la diplomacia. Ello a pesar de las diferencias o de compromisos de naturaleza estratégica. Los buenos modales no riñen con nadie.
Pero en nuestro caso y con una de las expresiones de nuestra diplomacia, lo menos delicado que se ha observado de manera reciente, es que, en la conmemoración celebrada en Guatemala, de los 80 años de relaciones con Rusia (iniciadas durante el Gobierno de Juan José Arévalo) una alta funcionaria del MINEX, conocida por sus posturas a favor de Ucrania, haya sido delegada a la fiesta de ocasión. Son vínculos diplomáticos que ya pueden ser calificados de históricos y, por tanto, merecedores de mejor atención y respeto.
Pienso que en Cancillería guatemalteca hay suficiente experiencia para abordar con altura los temas de conflictos, cercanos o no, regionales, incluso mundiales y actuar con capacidad y con independencia. La diplomacia tiene espacios que parecería que, en la actualidad, no se exploran en diversas ocasiones.
