El interés por la lectura
Jairo Alarcón Rodas
La mayoría de las personas son como alfileres: sus cabezas no son lo más importante.
Jonathan Swift
La lectura es una de las prácticas humanas necesarias para el fortalecimiento de su condición, lo que no significa que, el que no lee, deja de ser humano. Sino que constituye un elemento fundamental en su formación que fortalece su intelecto, ya que, si se quiere que el cuerpo actúe bien, es necesario fortalecer la mente y el espíritu, pues como lo indicara Aristóteles: El cuerpo es el instrumento del alma. Por eso Pitágoras recomendaba cultivar 4 disciplinas, la filosofía, la matemática, la música y la gimnasia. Siendo en las primeras dos en donde la lectura tiene un papel esencial.
Por lo que leer no solo constituye un placer, sino una necesidad para aquellos que quieran situarse con propiedad en el mundo, adquirir conocimiento por referencia. No obstante, no todo lo que se encuentra en los libros sirve para acrecentar el entendimiento, también puede ser un factor de adormecimiento de conciencias.
La lectura ha decrecido en la población alfabeta y la proyección es que disminuirá cada año, la causa puede deberse al avance que han logrados las nuevas tecnologías, las cuales presagian el fin de los libros convencionales por la sustitución de los electrónicos, que ofrecen más ventajas para los usuarios, tanto visuales como auditivas.
Ahora, en un teléfono, se encuentran una diversidad de funciones, se pueden ver películas, escuchar la radio, tomar fotografías, grabar audio e imágenes, encontrar información, en fin, innumerables ventajas para el que lo posee, que lo convierten en el aparato electrónico más apetecido. No obstante, las nuevas tecnologías demandan un acomodamiento y con las bondades que estas permiten, tanto a un nivel informativo como en lo referente a la distracción.
Pero también, el desinterés por la lectura se debe a que los potenciales usuarios no le encuentran una finalidad práctica para la consolidación de sus deseos, los cuáles han sido moldeados y bosquejados por el sistema capitalista en donde la inmediatez, lo novedoso y el consumo se unen para acrecentar la demanda.
La lectura requiere tiempo y la disponibilidad de este cada vez es más difícil tenerlo, la inestabilidad latente para las personas los obliga a buscar medios a su alcance para satisfacer sus necesidades. La relativa estabilidad que poseían las personas hace algunos años se ha perdido y actualmente se convierte en liquidez e inmediatez. Así, los que tienen la posibilidad para la lectura son aquellos que tienen medianamente resueltos los satisfactores para sus necesidades mínimas, cuentan con ocio y estos constituyen un número reducido de personas
Por qué ya no se lee, ya no existe el interés por la lectura o será que en algún momento de la historia las personas leían o simplemente es un placer reservado solo para unos pocos, sin duda que las condiciones materiales de vida determinan la disponibilidad o no del tiempo para esos requerimientos y disponibilidad de dinero para comprarlos. Una mente práctica, por ejemplo, acostumbrada al hacer, la lectura le puede parecer una pérdida de tiempo, un gasto innecesario.
El leer lleva consigo otros componentes como el qué leer, cómo leer y para qué leer. Hay países en los que sus habitantes tienen una alta tasa de lectores, pero sus lecturas se suscriben a novelas rosa y farándula. Sin duda leer tiene un propósito, formar y distraer y los seres humanos tienen la potestad de obtener ambos satisfactores. Sin embargo, el que tiene el hábito de la lectura podría muy bien moverse en esos ámbitos. De ahí que sea necesaria la formación de sujetos críticos para la lectura.
Leer para poseer información sin tener un criterio claro y preciso de lo leído es similar a lo que ocurre con una computadora, que almacena información, pero requiere de un operario para obtener resultados. Los que leen por leer acumulan contenidos, pero la interpretación que hacen muchas veces de lo que han leído es errónea.
El hábito de la lectura se aprende y cada vez más los centros educativos, las universidades en países como Guatemala, exigen menos lecturas o si la requieren, son sustituidas por resúmenes, sinopsis de esos libros que están a la disponibilidad de todos, en portales de internet, de inteligencia artificial, que proveen la información requerida y permiten que el estudiante ya no lea los libros que se les han asignado, como tarea de sus cursos.
Por otra parte, para aquellos que no están acostumbrados a leer, que no tiene ese hábito, que no se les enseñó, cumplir con tal exigencia les resulta algo aburrido y sin sentido, consideran que es una pérdida de tiempo, por lo que acuden a la regla del mínimo esfuerzo y mayor ganancia, es decir, a los servicios que actualmente pueden encontrar en las redes.
Actualmente se dice que los contenidos teóricos se fijan con mayor prontitud y eficiencia a partir de imágenes, los nuevos modelos educativos exigen una educación basada en aprender haciendo, en donde la teoría y la práctica van estrechamente unidas, lo cual es comprensible en cursos y carreras técnicas. Pero ¿qué pasa con aquellos aprendizajes que requieren lecturas, en donde el poder de abstracción y de razonamiento es necesario y no cuenta con el apoyo de imágenes? En ese caso la lectura constituye una obligación.
La pregunta persiste, ¿leer y para qué? De cualquier forma, leer es imprescindible para todos aquellos que quieran trascender más allá de lo aparente, para los que no se limitan en seguir patrones, para los que no solo están simplemente en el mundo sino desean conocerlo.
Algunos leen para pasar el tiempo, en momentos de ocio, pudiendo ser lecturas ligeras, que los distraigan, que los alejen de la rutina existencial de sus vidas. Otros, en cambio, lo hacen porque leer les da un valor preponderante a sus vidas, pudiendo ser lecturas instructivas o sencilla pero imprescindiblemente lúdicas.
El darnos cuenta de que en la poesía y sus metáforas se encierran enseñanzas imprescindibles, como en los libros de Blake, Quevedo, Nervo, Borges, Bukowski. Saber que leer historia es fundamental para comprender el desarrollo de la humanidad; que, en los libros de un Miguel de Cervantes, Honoré de Balzac, Fiodor Dostoyevski, Hermann Hesse, por citar algunos escritores de la literatura universal, contienen mucha sabiduría que no debe pasarse por alto.
No es lo mismo leer un libro de filosofía o de ciencia que leer poesía y novelas pues requieren diferente atención, razonamiento y sensibilidad. De igual forma que no equivale leer noticias sobre hechos que han ocurrido en el mundo, que estar al tanto de la farándula, de las vidas y los escándalos de personajes famosos de la música, del cine y deportes.
Sin embargo, saber para qué leer, seleccionar qué leer, cómo y en qué momento hacerlo, tiene un efecto positivo que cultiva las mentes y regocija las emociones de las personas que han reconocido la importancia que constituye la lectura. Recuerdo una cita de Somerset Maugham, adquirir el hábito de la lectura es construir un refugio en contra de casi todas las miserias de la vida.