Cómo construir una democracia sin falsas dicotomías
Fernando Cajas
¿Cómo podemos construir democracia en un país con el 60% de pobreza? ¿Cómo construir democracia en un país con un 50% de desnutrición infantil? Cómo, entonces; construir democracia en un país donde el sistema de justicia fue totalmente cooptado por un dictador: Consuelo Porras. Un individuo hecho a la medida de Hitler o de Mussolini o de Ubico, para quien no existe derecho alguno sino el de quienes financian su estancia como fiscal general. Es impensable que en pleno Siglo XXI hemos sido nuevamente cooptados por la extrema derecha a través de títeres que dirigen al ministerio público y que dictan a quien investigar y a quien no investigar, a quien encarcelar y a quien no encarcelar. Esto no lo hacen a la luz de la evidencia, no. ¡No existe teoría del derecho alguno con estos! Lo único que existe es una visión de corto plazo que les permite ser serviles a intereses del Pacto de Corruptos sin importar las grandes desigualdades de un país que no puede construir democracia. Un país no-país en las bellas y profundas letras de nuestra Carolina Escobar Sarti.
Hemos hecho enormes esfuerzos por transformar este estado de cosas, con logros rescatables pero discretos. Los militares se hicieron millonarios en la contra revolución, 1960-1980. Estos permitieron la consolidación de los monopolios que nos gobiernan. La aceptación de la democracia nominal de 1986 fue para aceptar las presiones internacionales y no para construir una sociedad más justa, con acceso a los derechos básicos de una democracia moderna. Esos derechos no los hemos tenido. La élite de los monopolios se ha asegurado el apoyo militar. Hubo una pérdida de control de los corruptos con la Comisión Internacional Contra la Impunidad, CICIG, que empezó a demostrar con teoría y evidencia la cooptación del Estado guatemalteco. Pero no, los dueños de la finca dieron el salto y dijeron afuera la CICIG. Para eso contrataron a su marioneta Jimmy Morales.
De todos los escenarios posibles a la salida de la CICIG nos tocó el peor. Caímos en manos de un manipulador compulsivo, un narcisista, ladrón y corrupto que, junto al amor de su vida, Miguel Martínez, se dedicaron simplemente a saquear al Estado. Este homosexual, no dicho peyorativamente, se auto nombró defensor de la familia tradicional y se alió a la iglesia rancia del país, con sus narco pastores y sus narco diputados. Robaron a diestra y siniestra. No pudimos levantarnos porque nos tenían arrinconados con nuestras mascarillas del COVID. Pero la culpa no la tiene ni Jimmy Morales ni Alejandro Giammatei sino nuestra indiferencia política que fue capaz de dejarlos ingresar al ejecutivo. Este es un dilema complejo. No es fácil para una sociedad que ha sido sometida al miedo, al terror pedirle que se libere. ¿Cómo? Nuestros líderes estarán en el exilio y muchos apenas sobreviven. La tarea de la construcción de la democracia sigue el camino que hicimos al defender a Arévalo para la presidencia. Ese fue un movimiento social que rompió las clásicas dicotomías que nos separan.
Giammatei robó cuanto pudo y dejó el Estado en trapos de cucaracha. Nadie lo criticó, ni el CACIF, la cámara empresarial más importante de Guatemala, porque estos pseudo empresarios viven de la corrupción como claramente lo documentó el informe llamado Paraíso Desigual. La transición política era un imposible para Arévalo, fue el pueblo, fueron las comunidades rurales e indígenas las que tomaron el liderazgo de la defensa. Las comunidades urbanas, algunas, defendieron la elección. El Tribunal Supremo Electoral fue allanado de la forma más espuria posible.
Previo a las elecciones generales, Giammatei se asegura de tener a las altas cortes de su lado. Para eso era fundamental tener a un rector corrupto. No fue tarea fácil encontrar un candidato a la rectoría sin liderazgo real, con un enorme complejo de inferioridad, un manipulador compulsivo, psicótico casi para poder robar de todo y todos. Así emerge la figura de Walter Mazariegos, un decano de Humanidades con una historia obscura en su vida política manipuladora. Lo único claro que tenía era que había sido destazador de cerdos en algún lugar del oriente guatemalteco, un trabajo honesto debe decirse. Era bueno para destazar. A este minúsculo ser lo hizo rector el Pacto de Corruptos. Para llegar a la rectoría violaron todo, la Constitución, las leyes universitarias, todo. Pero como tenían el apoyo de un sistema de justicia cooptado, ningún amparo, ninguna queja procedió ante el consejo superior y menos ante los tribunales cooptados.
Luego de que Arévalo pasara a segunda vuelta la derecha guatemalteca, dirigida visiblemente por Méndez Ruin se vino con todo. Aprovechó que tenía sirvientes en el ministerio público a quienes pagaron para diseñar y ejecutar un golpe de Estado. Un raquítico golpe de Estado. Por eso hicieron de todo, patalearon, lloraron, tiraron la comida, inventaron casos falsos, una docena, de todo, pero no pudieron contra un pueblo que por fin había roto las viejas dicotomías que nos han vendido para mantenernos de unidos: indio-ladino, blanco-negro, pobre-rico, derecha-izquierda. Dicotomías, esa forma de ver al mundo polarizado, blanco o negro sin las tonalidades intermedias y sin los colores reales que de verdad tiene. Para lograr derrocar a Arévalo en las redes sociales emerge otra dicotomía: Chairo-facho, una forma de deslegitimizar sin argumentos.
Al ver nuestro pasado conflictivo, al ver nuestras luchas y nuestros logros, parece que tenemos una ruta para la democracia: La participación sin falsas dicotomías es lo esencial en este momento. Si bien logramos que un presidente democrático asumiera, eso no parece ser suficiente. Las altas cortes siguen cooptadas y la nueva Corte Suprema de Justicia fue electa con las mismas mañas del pasado. Eso lo que significa es que seguimos a merced de los corruptos. Pero la salida de ese laberinto está en nuestras manos. Sin embargo, no vemos la salida porque no existe. Debemos construir una salida consensuada, aquella que construimos en 1944 debemos replantearla. Debemos hacer realidad las palabras del Artículo 141 en que se establece que La soberanía radica en el pueblo quien la delega, para su ejercicio, en los Organismos Legislativo, Ejecutivo y Judicial. La subordinación entre los mismos, es prohibida. No podemos ya más aceptar la subordinación del Ejecutivo al poder judicial de Gerona, no podemos ya más aceptar la subordinación del Congreso ante las amenazas del poder judicial cooptado. Luchemos guatemaltecos, como luchamos aquel mes de octubre de 1944. Si no es ahora, no será nunca Guatemala.