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Por Mario Rodríguez Acosta

Según la Real Academia de la Lengua claudicar significa ceder, cejar, desistir, renunciar, capitular, condescender, someterse, retractarse, avenirse. En mes y días, desde el 14 de enero, eso ha sucedido con Bernardo Arévalo y su gobierno frente a la fiscal Consuelo Porras.

Bernardo Arévalo con su prudencia diplomática se ve débil y su falta de contundencia se ve falto de carácter e ingenio defraudando de millones de ciudadanos que lo apoyan. Eso pone en peligro su cargo, la continuidad de su gobierno y la débil y cooptada democracia del país. Ese es un comportamiento irresponsable que lo lleva al abismo.

Por el contrario, la fiscal de la lista Engel, Consuelo Porras continua con su cruzada a la espera de una sola resolución y/o condena de cualquiera de los casos que tiene abiertos en contra de las elecciones, de Semilla, del tribunal electoral o del propio presidente y vice presidenta para encontrar la excusa perfecta para anular todo, convocar un gobierno de transición estilo Perú y regresar a la clica de Giammattei al poder ejecutivo.

Al parecer la fiscal le tomó la medida al gobierno de Semilla. En conjunto con la Corte de Constitucionalidad los dejaron sin la presidencia del Congreso y sin comisiones que presidir. Luego, la elección de gobernadores se topo con el muro de corrupción y cooptación que persiste en toda la administración pública.

La defensa oficiosa del sistema de justicia a favor de los corruptos no se puede ignorar. Más cuando continua una acelerada persecución judicial en contra de la oposición, principalmente en contra de periodistas, estudiantes y activistas contra el golpe, así como miembros del partido de gobierno y del propio presidente.

El pacto de corruptos busca afanosamente como dar el golpe final al cerco judicial que construyó la fiscal a lo largo de estos meses. Es esa alianza criminal quién está gobernando en realidad. El rompecabezas que faltaba es la invitación que la fiscal realizó a la junta directiva del Congreso y a los jefes de bloque y comisiones para tener una reunión de coordinación. Probablemente ese sea el principio del fin de este gobierno.

Las declaraciones del secretario privado de la presidencia fueron un balde de agua fría para la ciudadanía. Acepto la incapacidad del gobernante de despedir a Consuelo Porras, claudicando en su empleo. Más bien, llama a convivir con ella, pues, según sus palabras, este gobierno no está para “peleas”.  

Lo extraño y fascinante de está realidad es observar la ofensiva del pacto de corruptos en todos los campos y áreas de la administración pública. Los casos “montados” en contra de defensores de la democracia, se resuelven a pasos agigantados y todas esas resoluciones son apegadas al dictado de la fiscal, y aquel juez o jueza que no lo interprete así, inmediatamente es acusada.

No protesta por el abuso que la Corte de Constitucionalidad hace de la interpretación de la Constitución, pero armar un alboroto innecesario y hasta cierto punto ridículo al defender a la ex presidente del Congreso que continúa impulsado en golpe contra el gobierno, es temerario.

Ni uno solo de los funcionarios corruptos de los gobiernos de Jimmy Morales y Alejandro Giammattei están siendo investigados, pese a la existencia de evidencia que demuestra el nivel de corrupción alcanzado, así como el sostén de la fiscal general al frente del proceso de restauración. En otras palabras, la claudicación tampoco los ayudará. Más bien facilitará el golpe institucional que tarde o temprano se dará antes de terminar el período que le falta a la fiscal. El cáncer que supuestamente ella padece, no espera a nadie.

Al parecer Arévalo y Semilla se conformó con tomar el poder y no ejercer la voluntad de la gente que voto por un cambio. El problema es que eso no les durará mucho. Mi pronóstico es que al confirmarse la derrota demócrata en Estados Unidos y el regreso de Donald Trump al poder, el golpe se concretará fácilmente, sino es que el mismo presidente se los facilite antes.  

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