Algo que esperar
Autor: Jairo Alarcón Rodas
Hay que esperar cuando se está desesperado, y andar cuando se espera. Gustave Flaubert
Esperar es un término que puede tener muchos significados aplicables a una diversidad de circunstancias y situaciones. No obstante, toda espera contiene el deseo de obtener algo o de que algo suceda. Se espera para pasar de una situación de insatisfacción a otra de satisfacción, pero también se espera que sea la hora para salir del trabajo. Unos, en cambio, esperan cada día poder comer para sobrevivir, otros, cómo obtener más dinero para saciar sus excesos. Se espera salir de estados de dolor y de aflicción para llegar a estados de paz y de bienestar.
Esperar se proyecta al futuro cercano o mediato, por lo que se constituye como una secuencia de momentos que llevan a consolidar un deseo u obtener algún resultado. Espero que mañana no llueva, que cierren la puerta, que se levanten temprano, espero que cambie. Siendo un deseo, la espera también puede contener intereses negativos como cuando se piensa en alguien y se espera que le vaya muy mal.
Los enfermos esperan curarse, los jóvenes realizar sus sueños, el delincuente espera a sus próximas víctimas, esta que no lo asalten, los creyentes irse al cielo, los que no creen en Dios esperan un mundo mejor aquí en la tierra. De tal modo que la espera no necesariamente es sinónimo de pasividad y quietud, por el contrario, motiva a la reflexión y a la acción, se espera como un deseo de lograr algo.
Los honestos esperan un mundo mejor, los perversos sacar provecho de él sin escrúpulos y a toda costa. Unos esperan un golpe de suerte, otros una oportunidad para lograr sus objetivos. La espera es el deseo que algo llegará, una posibilidad que, en vida, es posible. Los deseos son múltiples, las expectativas similares para aquellos que confían en la espera.
Unos, quizás los menos, esperan pasar de la oscuridad a la luz, teniendo su propia concepción de lo que eso significa, lo que significa recobrar el sentido. De ahí que para algunos la luz sea la oscuridad y para otros lo contrario. El mundo de sombras del que hablaba Platón, que lo constituye nuestra naturaleza y su condición específica, afectada por la educación y la incultura, nos hace juzgar las sombras como la claridad y considerar esa visión como la correcta.
De modo que la luz representa salir de la ignorancia, sin embargo, muchos se niegan a salir de ella, ya sea por su voluntad o por ser prisioneros con sus limitaciones de personajes inescrupulosos y oscuros. Por ello, muchos piensan que la luz está en un mundo trascendente y etéreo, que se llega a él a través de sumisión y abnegación, eso esperan.
Puede que algunos confundan la espera con esperanza, no obstante, tienen sus diferencias. Mientras la espera tiene un rango que oscila entre el presente y el futuro, la esperanza se asienta en este último, aunque no se concretice. De ahí que puede causar satisfacción o desaliento, dependiendo su realización. ¿Qué es la Esperanza? La esperanza es una actitud o un estado de ánimo realista pero optimista, la creencia de que un cambio positivo es posible y la voluntad de establecer y trabajar para conseguir objetivos. Como ya se dijo, la esperanza también tiene dos caras, una la que ve el optimista otra la del pesimista.
Se espera un mejor año ya que el ser humano actúa siempre por un bien, ese es el objetivo de su vida, aunque muchas veces no lo logre y vea frustrados sus deseos e inquietudes. Las expectativas son las que les permiten a los seres humanos seguir viviendo. Lo que se espera está relacionado directamente con cada individuo, por lo que estos esperan algo similar pero distinto en intensidad.
¿Qué esperan los seres humanos? Esperan satisfacer sus necesidades esenciales como cualquier ser vivo, pero también tienen otros deseos particulares, exclusivos de su especie, a los que se les puede llamar antropinos, así como deseos individuales, incluso algunos innecesarios.
No existe animal alguno que sucumba a los excesos, no obstante, para los seres humanos, eso les resulta algo común y cotidiano. Así, a pesar de que toda persona actúa por un bien, como diría Agustín de Hipona, pues todo ente obra por un bien, sus acciones pueden causar mal a los demás. Por lo que bien sería todo aquello que no cause un impacto negativo, daño alguno.
Para Nietzsche, la esperanza es el peor de los males pues prolonga el tormento del hombre, sin embargo, los humanos no pueden dejar de esperar. Qué sería de la vida si no hubiese algo que esperar, algo que varíe la condición, una sorpresa quizás. Sería un escenario sin expectativas, sin atención, sin nada.
Se espera el regreso de un ser querido, la posibilidad de una despedida, muchos esperan seguir viviendo, aunque la muerte los aceche. La espera se nutre de lo posible, aunque los soñadores esperen lo imposible, contando con la complicidad de la imaginación y la fantasía. La espera abre las puertas a un universo de posibilidades que, para Søren Kierkegaard, en los seres humanos no son posibles, dado el ineludible encuentro que se tienen con la muerte.
No obstante, no hay espera si no se tiene un hálito de vida pues, tras la muerte, no hay nada que esperar. Para el poeta Jorge Luis Borges la espera es el resultado de una concatenación de sucesos y así: Antes que suene el presuroso timbre y abran la puerta y entres, oh esperada por la ansiedad, el universo tiene que haber ejecutado una infinita serie de actos concretos. De tal modo que el solo hecho de esperar lleva consigo toda una serie de hechos previos que den por resultado lo deseado.
Se puede esperar algo que se sabe no llegará. Mario Benedetti con nostalgia dice en uno de sus versos: Te espero cuando la noche se haga día, suspiros de esperanzas ya perdidas. No creo que vengas, lo sé, sé que no vendrás. En fin, no obstante, esperar puede traer desencanto, angustia y aflicción, es lo que mueve a todo ser humano a tener expectativas y también a la acción.