Decir lo que se quiere oír o lo políticamente correcto

JAIROaLARCO

Autor: Jairo Alarcón Rodas

Os conjuro, hermanos míos, a permanecer fieles a la Tierra y a no creer a quienes os hablan de esperanza supraterrestes. Son envenenadores, lo sepan o no.

Friedrich Nietzsche

En un mundo en donde la hipocresía prevalece y las mentiras son un haber cotidiano, decir la verdad constituye un riesgo. Pero en qué cree la gente, será que es lo que su mente les permite entender o, simplemente, lo que se ajusta a sus intereses, a la forma de ver el mundo o, tal vez, lo que les confiere alguna utilidad o ganancia. De ahí que, si su interés está en todo aquello que les provee beneficios, el grado de certeza de las palabras no tiene importancia

Dada la poca capacidad reflexiva de muchas personas, para ellas les es más fácil creer en todo aquello que no les representa problema alguno en su comprensión, lo sencillo de entender, por lo que se sienten a gusto y prefieren todas aquellas palabras que desean escuchar, que corresponden con su visión del mundo.

No obstante que todo objeto de conocimiento contiene complejidad que amerita reflexión y criterio. Con relación a eso, Platón decía, la realidad solo puede ser entendida por la comprensión racional de formas o ideas universales abstractas. Sin embargo, lo común es que los discursos persuasivos sean los que tengan mayor éxito de aceptación.

De ahí que, son las personas, dependiendo de su formación cognitiva y de sus valores las que son seducidas o no. Por lo que no es lo mismo dirigirse a un grupo de académicos que al pueblo en general y ese detalle debe saberlo quien quiera que sus mensajes tengan un impacto y, desde luego, éxito.

Por qué hay personas que cuestionan lo que dice la ciencia y, por el contrario, aceptan concepciones mítico-religiosas, fantasiosas, imposibles de comprobar y lo hacen sin objeción alguna. La ignorancia no permite ver la realidad y lo más peligroso de eso es no darse cuenta de que se es ignorante, eso es lo que no permite salir de la oscuridad. Sin duda los modelos educativos tienen mucho que ver con el criterio de las personas.

De ese modo, las religiones y sectas fundamentalistas han tenido éxito ante el deseo de muchas personas de llenar un vacío en sus vidas, de ahí que aprovechan la oportunidad dirigiéndoles mensajes que quieren escuchar. Llamado, ese vacío, dentro de ese círculo, espiritualidad, se requiere para confortarlo de una trama de ideas convertidas en palabras que llene esas carencias, que nacen de la ignorancia que la religión satisface. Ya decía Karl Marx: La religión aporta satisfacciones imaginarias o fantásticas que desvían cualquier esfuerzo racional por encontrar satisfacciones reales.

Consecuentemente, se hace necesaria la presencia de quién satisfaga ese deseo, se hace imperiosa la presencia de los mercaderes de la fe, quienes, con un discurso religioso, construido con un lenguaje directivo y palabras seductoras, estimulan las fibras emocionales de las personas. Y es que, como lo señala Ludwig Feuerbach, la religión tiene por padre a la miseria y por madre a la imaginación.

De ahí que una educación acrítica reproduce individuos obedientes que no cuestionan lo que se les dice, por el contrario, una educación reflexiva, dialógica, prepara sujetos críticos que investigan, que cuestionan lo que se les dice, siendo estos a los que no se les convence tan fácilmente con cualquier tipo de palabras.

La mente práctica acomoda su discurso a la circunstancia, teniendo por objetivo obtener ventaja y provecho de ello. Analizando la situación, es claro que el problema está en el receptor, quien suele aceptar los discursos que se adaptan a su forma de pensar, acepta lo que quiere oír, las palabras que lo cautivan, que lo seducen. De ahí que, como buenos sofistas, expertos en el arte de la persuasión, los políticos y publicistas, por ejemplo, son los magos del engaño y lo hacen sobre los incautos, a los que les venden, incluso, humo.

Las relaciones interpersonales han creado toda una red de hipocresía, de simulaciones, en que lo que importa es quedar bien con el otro a pesar de no ser cierto, como consecuencia la realidad se enmascara y las relaciones que pudieron construirse a partir de valores solidarios, de la confianza y la honorabilidad son simplemente formas políticamente correctas de hablar y de actuar.

La seducción, a través de las palabras, ocurre cuando los mensajes son dirigidos para despertar las emociones de las personas, no persiguen que lo expresado sea entendido, sino que sea aceptado.

Y así, estableciendo un perfil de las personas, por lo general acríticas, establecen una estrategia de persuasión por medio de un discurso elocuente, en este tipo de prácticas. No son juicios que se estructuren a partir de un lenguaje lógico, que cumplan con la adecuada estructuración del pensamiento, es decir, a través de la argumentación racional sino, simplemente, aquellos que endulcen los oídos y las mentes de las personas para lograr lo que ellos quieren, su objetivo.

Un lenguaje simple y convincente que transmita, superficialmente, aspectos fetichizados de la realidad. Por ello, Karel Kosik decía que la humanidad se mueve en un mundo de verdad y de engaño, en el que —el mundo del traficar y el manipular, es decir, de la praxis fetichizada de los hombres que no coincide con la praxis crítica y revolucionaria de la humanidad, ya que a la mayoría de la gente no les interesa conocer lo que es la realidad sino, simplemente, hacer uso de ella.

Pero para que haya engaño debe contar con la participación del que engaña y el que es engañado, en algunos casos se establece ese vínculo a través de las relaciones de poder, en el que el engañador impone su criterio, en otros, por el simple deslumbramiento que sufre el engañado dado su condición, carente de una visión crítica.

Por lo que decir la verdad, en determinados círculos y situaciones, no es lo políticamente correcto, entendiendo eso, por todo discurso que pretende quedar bien con todos, de modo que decir lo que quieren oír, es ajustar las palabras al grupo al que se dirija. De ahí que no serían las mismas palabras por emplear, si el circulo en donde se las diga es de derecha o de izquierda.

Segmentar a la población según el grupo objetivo de su interés, a partir de la estratificación social a la que han sido relegada la población, es la estrategia empleada por la publicidad y la mercadotecnia y, desde luego, un recurso empleado por los políticos para que sus mensajes tengan éxito. El recurso, dentro de la erística, constituye el arte del buen hablar o la retórica, en el que hay que saber emplear las palabras precisas, dentro del contexto preciso, decir lo que el interlocutor quiere escuchar.

Decir lo que quieren escuchar, estar satisfechos con lo que se les diga, en el mayor de los casos muestra la hipocresía con la que se teje las relaciones interpersonales, las que dejan por un lado la autenticidad en los discursos, la certeza de las palabras y la búsqueda de la verdad a través de las palabras y de la acción.

telegram
Facebook comentarios