Crisis de las democracias o la utopía de la democracia

Autor: Jairo Alarcón Rodas
La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.
Charles Bukowsky
Las democracias están en crisis y sobre ello, alertaban hace más de 2 mil años Platón y Aristóteles, al señalar los problemas que puede causar a una sociedad, ya que el pueblo, en las condiciones de miseria e ignorancia en las que se encuentra, no necesariamente toma las mejores decisiones para la sociedad. Por lo que, para los filósofos griegos, constituía la peor forma de gobierno ya que con ello se corría el riesgo de que el pueblo opinara y votara irracionalmente y se equivocara. No obstante, esa debería ser la forma ideal para gobernar y ser gobernados.
Cuando José Ortega y Gasset escribió el libro La rebelión de las masas, identificó a ese tipo de personajes sin criterio, manipulables que, en dado caso, toman las decisiones de la sociedad en general y se equivocan, validando, hasta cierto punto, el estado de cosas. No es que ellos sean los responsables directos de tal situación, simplemente son el instrumento de aquellos que tienen el control real de las sociedades a través del ejercicio del poder. De ahí que, para estos, sea más beneficioso que la sociedad siga siendo masa, que se difunda la ignorancia, que la población continúe ajena a lo que es la política, que enfrentar a sujetos críticos.
A su vez, José de Ingenieros los tipifica como hombres mediocres y señalaba que: El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad; es por esencia imitativo y está perfectamente adaptado para vivir en rebaño, reflejando las rutinas, prejuicios y dogmatismos reconocidamente útiles para la domesticidad. Es un individuo que ha perdido su individualidad, su sentido críticoo se lo han hecho perder, sumiéndolos en la ignorancia, situándose bajo el cobijo y los designios de de una élite que se beneficia con la ignorancia y mediocridad de su pueblo.
No es de extrañar, por lo tanto, que se pueda elegir democráticamente a un gobernante que tenga claras intenciones de no ser democrático, que imponga una dictadura y responda a intereses personales o sectarios. No obstante, la democracia debería tener un denominador común que sirva de base para su ejercicio político: la de buscar, dentro de un territorio determinado, el bienestar para todo ser humano, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Un ejemplo de cómo un ejercicio democrático puede conducir al totalitarismo sucedió en Alemania, en julio de 1932, ya que el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), partido del cual Adolfo Hitler fue su Canciller, alcanzó el 37, 27% de votos, siendo el más votado y un año después, en mayo de 1933, ya electo Hitler Canciller, obtuvo el 43.91% de votos, siendo nuevamente el más votado.
Cuando las sociedades caen bajo el manto de la ignorancia, a partir de estrategias emprendidas por sectores interesados, los modelos democráticos fallan, la democracia deja de ser efectiva. Esa es la tarea de las élites dominantes, destruir la posibilidad de la consolidación de una educación crítica y reflexiva que forme sujetos activos, de mente ágil y reflexiva, ya que, como lo indica Henry Giroux, la educación debe ir más allá de la transmisión de conocimientos técnicos. Debemos enseñar a los estudiantes a pensar críticamente, a cuestionar las narrativas dominantes. De ahí que al sistema le interesen personas que sepan hacer, para ser parte de su engranaje, y no que puedan pensar y reflexionar sobre lo que hacen.
Modelos educativos y de enseñanza que están ausentes en muchos países, sobre todo en Guatemala, pues a los sectores hegemónicos les interesa formar sujetos dóciles, fáciles de manipular, ajenos a la realidad, que no logren darse cuenta que están siendo esclavizados por el sistema, sujetos útiles para sus causas y empresas.
Pero sin lugar a duda, el término democracia se instrumentaliza en función y requerimiento de una élite. A pesar de ello, se estima democrático al régimen que cada cierto tiempo, convoca a las urnas a sus habitantes para elegir a sus autoridades y así establecer una alternancia en el poder. De la misma manera garantizan el libre mercado, permiten que el pueblo se exprese, etc., aunque efectivamente esos procesos se vicien y no tengan efectividad alguna.
Podrá, por lo tanto, llamarse una democracia a un estado en donde haya habitantes de primera categoría y otros que no lo sean, países que ven a los nuevos flujos migratorios como un peligro y a los migrantes como criminales, sin duda habrá matices. Lo curioso del caso es que, aquellos que exigieron alguna vez tener voz y voto, contar con derechos y obligaciones dentro de una sociedad, que pedían ser tratados dignamente, ahora exigen a sus autoridades que los otros, los nuevos migrantes, a los que consideran invasores, usurpadores, invasores, no los tengan.
John Stuart Mill, en su libro «Sobre la Libertad», al referirse a la tiranía de la mayoría señala que una mayoría no siempre actúa en beneficio de todos los ciudadanos. Ya que la voluntad de la mayoría puede convertirse en opresiva, imponiendo su visión y aplastando a las minorías, quienes terminan marginadas y sin representación efectiva en el sistema político, pero quizás no sea ese su verdadero peligro, sino el de la instrumentalización de las multitudes para el beneficio de una minoría.
No se trata de atender los requerimientos y solicitudes específicas de cada minoría, de determinado grupo o sector, lo que resultaría un caos para la sociedad ya que tales inquietudes podrían atentar en contra de la cohesión y la armonía de la colectividad, se trata, más bien, de lograr un balance entre los miembros de la sociedad, en donde todos convivan, respetando sus derechos como seres humanos y sean garantizados los genuinos derechos de cada individuo, en aras de la paz y la armonía, para la búsqueda del bienestar común. Lo que se logra a través de un diálogo constructivo y permanente y, desde luego, democratizando el uso de la palabra, dentro de un marco del respeto mutuo.
Todos tienen derecho decir algo, siempre y cuando respeten las reglas del juego parlamentario y n pretendan por la fuerza imponer su criterio. No obstante, cuando en las discusiones prevalecen los criterios personales y particulares y los argumentos son construidos con juicios de valor, la racionalidad no tiene cabida y los consensos resultan imposibles. Rousseau decía, el pacto social establece entre los ciudadanos una igualdad tal que todos se comprometen en las mismas condiciones y todos deben disfrutar de los mismos derechos. Responsabilidad y derechos eso es lo que se logra al aceptar vivir en sociedad.
Las democracias, al menos las llamadas liberales, no han funcionado y prueba de ello es que no han logrado sacar de la pobreza a millones de habitantes en el mundo, por el contrario, la miseria se extiende y la riqueza se concentra en reducido número de personas y, con ello, la crisis en los países continúa y se extiende.
En información publicada en 2023 por OXFAM, el 1 % más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global (valorada en 42 billones de dólares), casi el doble que el 99 % restante de la humanidad. La riqueza de los millonarios en 2024 pasó a ser de 13 a 15 billones de dólares. En el caso de los diez hombres más ricos del planeta, el incremento promedio ha sido de casi 100 millones de dólares cada día. De modo que cada vez más la riqueza se concentra en pocas manos y la pobreza y la miseria en el mundo, crece. Según el Banco Mundial, 700 millones de personas viven con menos de USD 2, 15 al día.
El reciente informe publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD del 17 de octubre de 2024 señala que 1. 100 millones de personas viven en situación de pobreza multidimensional, en 112 países. Llama la atención que el 27 de julio de 2020, BBC News Mundo publicó que Estados Unidos, el país más rico del mundo, tiene algunos de los peores índices de pobreza entre las naciones desarrolladas. ¿Será que eso es una paradoja o una consecuencia de…?
Por aparte, los nuevos distractores están presentes, se han renovado, lo que ha derivado una lucha a nivel ideológico que no permite la lucidez que puede presentar un discurso crítico, sobre la problemática social y económica de los pueblos que, elementalmente, exigen mejores condiciones materiales de vida para todos, ya que el estomago va antes que la cabeza, decía con toda razón Bertolt Brecht.
¿Para quiénes funciona la “democracia” liberal? Con seguridad, para el pueblo no, dadas las asimetrías y la corrupción imperante, por lo que son las élites dominantes las que son beneficiadas con ese tipo de gobierno al tomar el control de las voluntades, no con medidas represivas sino a través de su alienación, refuerzan y validan su ejercicio de poder a través de sus testaferros electos por la mayoría de los habitantes de un país.
Descartes decía: El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo pues nadie quiere para sí más del que ya tiene, con el paso de los años, sin embargo, a partir del avorazamiento de los grupos oligárquicos, la cosa no parece ser así, pues el apetito de lucro de esos sectores no tiene límite, ya que al acumular riqueza obtienen poder sobre los demás y, por otra parte, no es que el buen sentido esté mejor repartido entre la gente y, en consecuencia, su decisiones sean las más juiciosas y correctas, pues el criterio se forja a través de un interés y a partir de una educación transformadora que haga pensar al educando.
Será, acaso, que la democracia solo funcionaría en países en donde estén garantizados los satisfactores esenciales para sus habitantes, es decir, que toda persona tenga derecho a la alimentación, a la educación, a la salud, a la vivienda y al trabajo, en un marco de igualdad de oportunidades para todos y, a su vez, la educación constituya una herramienta liberadora de las cadenas de la ignorancia y no constituya un instrumento de sometimiento ni que exista un grupo que se considere con el derecho y el poder de dirigir para su causa, los destinos de toda la nación.
La democracia en sí constituye actualmente una utopía, sin embargo, representa el ideal del sistema político de gobierno que toda sociedad debería aspirar. Visualizando las falencias en las que puede incurrir, ya sea por el poder hegemónico, los excesos de las mayorías, permitirá que se encuentren los correctivos pertinentes para el desarrollo de las sociedades para su bienestar y, desde luego, para cada individuo.
No es en la visión individualista de la sociedad, que propugna el capitalismo, en donde la democracia podrá anclar sus cimientos, es en el socialismo y la solidaridad. Y como dijo Marcuse, el camino para el socialismo puede darse cuando vaya de la ciencia a la utopía, cabe por lo tanto recurrir a esta para alumbrar el camino y construir un mundo mejor.
