Argentina: Trump y la banca JP Morgan ganaron

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José Steinsleger / II y última

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rece. Puesto que Javier Milei está convencido de ser el ungido por Jehová para conducir a los argentinos a la tierra prometida… ¿qué pasó antes del Génesis? Fijemos 1974, año de la muerte de Juan Domingo Perón y estallido de ene interpretaciones de su legado político. Dos años después, golpe cívico-eclesiástico-militar (30 mil desaparecidos, más de la mitad, trabajadores y estudiantes) y una ley de entidades financieras a medida de la banca J. P. Morgan, la más grande de Estados Unidos y una de las mayores financieras del mundo.

Catorce. Luego, derrota militar en Malvinas (1982), democracia recuperada (1983) y gobernantes expertos en gatopardismo (Raúl Alfonsín), entreguismo (Carlos Menem) y boludez atómica (Fernando de la Rúa). Retención de los depósitos bancarios (“corralito”, 2001) y estado de sitio (40 muertos). El boludo atómico huye en helicóptero, y en los 14 días siguientes cuatro impresentables empuñan el bastón presidencial. La moneda nacional, que por decreto Menem igualó con el dólar (1×1), se devalúa 400 por ciento (2002).

Quince. En tanto, los gringos exportan la libertad a Irak y Afganistán, Hugo Chávez levanta la espada de Bolívar y arranca el periodo de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (2003-15). Con firme voluntad política, ambos le dicen chau al FMI, amplían los derechos sociales y redistribuyen el ingreso a favor de los que menos tienen. Pero la ley de entidades financieras permanece inalterable. Los “mercados” se ponen el casco de combate y el todoterreno Daniel Scioli (elegido por Cristina) pierde las elecciones frente al prontuariado Mauricio Macri. Hoy, Scioli integra el gabinete de Milei.

Dieciséis. Inducido por el centenario periódico oligárquico La Nación y el clasemediero multimedios Clarín, el ex presidente del Boca Juniors convierte el odio a Cristina en política de Estado, nombra a dedo a jueces amigos en la Corte (leáse: persecución judicial o lawfare), hace ojitos al Mossad, empodera en Seguridad a Patricia Bullrich y delega en otro mafioso, Luis Caputo, el manejo financiero (leáse, endeudamiento salvaje). Hoy, Bullrich y Caputo ocupan iguales cargos en el gabinete de Milei.

Diecisiete. En 2018, el primer Donald Trump lanza un guiño al FMI y Argentina recibe el mayor préstamo de la entidad a un país insolvente (45 mil millones de dólares). A pesar de la ayudita, el mafioso pierde las presidenciales de 2019 frente al paniaguado Alberto Fernández (AF, elegido por Cristina).

Dieciocho. A estas alturas, la deuda externa se ha multiplicado 47.7 veces desde 1976 (de 7.5 a 358 mil millones de dólares), monto equivalente a 84.9 por ciento del PIB y, grosso modo, similar al atesorado en paraísos fiscales por la “patria financiera”.

Diecinueve. Durante la gestión de AF, los argentinos intuyen lo que dicen que dijo Woody Allen: “Los malos comprenden algo que los buenos no saben”. ¿Qué no saben? Muchas cosas. Entre otras, qué hacer frente a la aparición de un virus que en segundos quita la vida (covid-19). AF decreta el confinamiento y millones de adolescentes y jóvenes, encerrados en sus casas, se enteran de la muerte o suicidio de familiares y amigos o del cumple de la primera dama en la residencia presidencial, con numerosos invitados.

Veinte. La franja electoral sub-30 cae en un hoyo negro de angustia existencial. Pero ahí están los trols de la libertad, transmitiendo en las redes odio racial, misoginia, homofobia, anticomunismo, individualismo y clasismo; responsabilizando a los pobres de su pobreza y al peronismo de “dictadura”. Las derechas tipo “estoy contra la violencia, provenga de donde provenga” celebran (sosegadamente) el fallido magnicidio de un grupo ultraderechista contra la vicepresidenta Cristina Fernández (2022).

Veintiuno. Simultáneamente, los canales de aire promueven (un día sí y otro también) a un ignoto personaje que consulta a un perro muerto, asegura que Al Capone fue un héroe de la libertad, califica al Estado de organización criminal, sugiere a los pobres vender a sus hijos, promete resolver la crisis “con o sin dinero” y tiene una hermana vidente que se comunica con mosquitos. Y los que presumen de racionales (como el que ahora escribe) mueren de risa.

Veintidós. En las presidenciales de 2023, otro todoterreno, Sergio Massa, (elegido por Cristina) se impone en primera vuelta con 36.7 por ciento de los votos. Le siguen Milei (29.1) y el antiperonismo duro y puro (23.8), con lo cual Jehová sugiere transar con el último, y el loco de chaleco gana el balotaje con 14.5 millones de votos (55.6 por ciento).

Ventitrés. En la reciente elección de medio tiempo (y a diferencia de 2023), Milei cosecha 9.3 millones de votos. Es decir, que 5.2 millones de argentinos habrían recuperado la cordura, impidiendo los dos tercios necesarios para que el aliado de Trump y Benjamin Netanyahu se llevase puesto el legislativo (¿algo es algo?)

Veinticuatro. La intromisión de Trump (junto con el oscuro salvataje del secretario del Tesoro, Scott Bessent) fue determinante en el tramo final del proceso electoral. Entonces, Milei nombra canciller a Pablo Quirno, ex director de J. P. Morgan para América Latina (1999-2016), incorporando en su gabinete a seis alfiles más de la entidad.

Veinticinco. Moraleja: si en el país de Borges, Maradona y Freud, el peronismo y las izquierdas no peronistas continúan mirándose el ombligo, el ungido por Jehová podría ser relegido en 2027.

(Primera parte: https://www.jornada.com.mx/2025/10/29/opinion/018a2pol)

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