Xi Jinping y la sinización del marxismo
Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China
Para el Partido Comunista de China (PCCh), el marxismo forma parte del vademécum ideológico fundacional. A pesar de los cambios registrados en la política implementada a lo largo de sus cien años de existencia, en ningún caso ha abdicado de él. Esa continuidad y coherencia ha coexistido con un firme afán de integrarlo con la realidad objetiva del país. En rigor, este es el fundamento de la búsqueda de un camino propio para hacer triunfar la revolución primero y para después completar la modernización siguiendo un patrón de orientación socialista. Y con el paso del tiempo, esa tendencia no ha hecho más que acentuarse.
La Revolución de Octubre alentó la propagación del marxismo en China. A Li Dazhao se le reconoce la condición de pionero en ese empeño, en el que también participaron figuras como Chen Duxiu, uno de los líderes intelectuales del Movimiento de la Nueva Cultura. El progresismo revolucionario chino de principios del siglo XX mostró una profunda simpatía por las corrientes marxistas (PCCh, 2023: 6).
El maoísmo tiene en la sinización del marxismo un epítome esencial. Al invocar la necesidad de corresponder a la realidad del país, Mao sugería que debe tener en cuenta las peculiaridades propias de China. El líder chino insistía en la necesidad de partir de la realidad de China para acertar en la agenda y en las políticas y basó de forma irreversible su liderazgo interno en dichas coordenadas frente a quienes postulaban cierto seguimiento dogmático y ciego de las orientaciones de matriz ajena. En gran medida, la defenestración de Wang Ming y los “28 bolcheviques” escenificaba ese punto y aparte. La “línea marxista correcta” fue establecida en la reunión de Zunyi (1935), y su fundamento exigía otorgar prioridad a las características singulares de la revolución china. El VII Congreso (1945) celebrado en Yan´an precisó a quien cabe decidir cuáles de los principios del comunismo clásico internacional son aplicables a China.
La adaptación del marxismo al contexto chino se erigió en garantía de triunfo de la revolución. El “buscar la verdad en los hechos”, establecido como “un punto de vista fundamental del marxismo y una exigencia fundamental a los comunistas chinos para conocer y transformar el mundo” (Xi, 2014: 31) se completó con todo un catálogo de prácticas políticas de ascendencia original, desde la línea de masas (de las masas a las masas) a la crítica-autocrítica o las sucesivas campañas de rectificación, de fuerte ascendencia cultural. Sin embargo, el maoísmo, abiertamente anticonfuciano, hostigó algunas de las vigas estructurales de la cultura china.
También el denguismo, a pesar de impulsar políticas que a menudo se han asociado con cierta desideologización que habría dado alas al liberalismo, insistió en la defensa del marxismo (Deng, 1987: 65). Su “socialismo con peculiaridades chinas” es una expresión política concreta de esa innovación teórica y representaría un desarrollo del marxismo, no su abandono.
La preocupación de Deng Xiaoping por desarrollar las fuerzas productivas, señalada por él mismo como el asunto “al que mayor importancia atribuye el marxismo” (Deng, 1987: 67) fue indicada también como una anteposición del crecimiento económico a la ideología. Pero Deng, en realidad, no tenía intención alguna de abandonar la ideología marxista si bien priorizaba el desarrollo económico porque estimaba que el “socialismo está llamado a acabar con la pobreza” (Deng, 1987: 203) y que era preciso y urgente elevar progresivamente el nivel de vida so pena de fracasar en el propósito de la modernización.
A tono con el axioma de las cuatro modernizaciones, formuladas en el periodo de la restauración tras el Gran Salto Adelante, lo que Deng priorizaba era establecer una mejor base material del proceso chino como manifestación de un “auténtico marxismo”. No se trataba, por tanto, de la promoción alternativa del liberalismo a modo de reacción frente al extremismo del período maoísta anterior, exasperado por los desmanes de la Revolución Cultural. Los «cuatro principios irrenunciables» (persistir en el camino socialista, en la dictadura democrático-popular, en la dirección del Partido Comunista y en el marxismo-leninismo y el pensamiento Mao Zedong) fueron establecidos para combatir la acción “corrosiva” de la ideología burguesa.
El denguismo provocó un mayor pluralismo en la sociedad que el PCCh decidió gestionar rehuyendo de cualquier apelación a la lucha de clases. Esta vivió su momento de esplendor durante el maoísmo.
En consecuencia, en este periodo, la labor teórica priorizó la atención a los aspectos relacionados con la caracterización de la “etapa primaria del socialismo” (Jiang, 2010); por tanto, los asuntos relacionados con la construcción económica o la reforma y apertura, ya nos refiramos al mercado y su gobierno, las propiedades o las políticas de distribución, entre otros, incluyendo el fomento de la democratización, ganaron en relevancia ante la necesidad apremiante de dotarse de una guía teórica que diera respuesta a la onda de experimentación promovida por la reforma.
En la concepción científica del desarrollo sugerida por Hu Jintao, se sintetiza esta etapa abordando una visión de conjunto e integradora de los preceptos y experiencias sugeridas por el denguismo.
Una “nueva era” para el marxismo
Una de las características más destacadas del xiísmo (Ríos, 2021: 281) es la relevancia otorgada al papel del marxismo en la actual y decisiva fase del proceso de modernización. Con motivo del bicentenario de su nacimiento, el propio Xi llegó a calificar a Marx como el más grande pensador de los tiempos modernos.
Xi ha definido el marxismo como “el alma de los ideales y las convicciones de los comunistas chinos” (Xi, 2021:105) y atribuye el éxito histórico del PCCh a la especial atención prestada a la formación ideológica y teórica de sus militantes y cuadros. Al señalar que los principios generales del marxismo “siguen siendo totalmente válidos”, Xi reclama su estudio incesante pero igualmente su innovación constante, su continuo desarrollo y apela a la apertura de una nueva frontera para adaptar el marxismo al contexto chino y las necesidades de los tiempos.
Si Mao y Deng reclamaron la adaptación del marxismo a la realidad china, Xi pone el énfasis en la necesidad de un esfuerzo adicional e imperioso para adaptarlo a las necesidades de la época presente, en un momento de inflexión histórica, de cambios vertiginosos en China y en el mundo. “El marxismo se desarrollará ineludiblemente en función del progreso de la época, la práctica y la ciencia, no será invariable” (Xi, 2014: 28). Esas nuevas realidades deben servir para promover la innovación teórica.
La renovación del compromiso con el marxismo tiene como propósito gestionar esa nueva realidad persistiendo en la fidelidad a los fundamentos ideológicos fundacionales. Además, constituye una reafirmación de la legitimidad del PCCh para liderar el proceso e instar la adaptación tanto en el trazo grueso como fino sin que de ello se derive un cambio en su orientación principal. Y reclama basarse en la experiencia práctica y no en “ilusiones infundadas”.
El marxismo, además, provee de la razón ideológica para que el PCCh siga desempeñando su papel nuclear y vertebrador en la sociedad china, reforzando su propia autoridad. Dicho proceso se complementa con el énfasis en la “auto-renovación”, sustentada en una más estricta observación de la disciplina y la ética militante como garante del servicio al bien común.
Xi, en suma, reafirma la utilidad del marxismo para China y, en paralelo, refuerza el eclecticismo ideológico del PCCh incluyendo a la cultura y la civilización china en un mosaico de influencias que integra sus respectivas sinergias a modo de blindaje frente a la penetración del ideario liberal.
Las indicaciones de Xi a propósito de la promoción de una confianza cultural más fuerte cabe inscribirlas en ese afán de desarrollar las teorías culturales marxistas en línea con la procura de una fuerte garantía ideológica. Y recuerda que el marxismo no puede adaptarse al contexto chino ni a las necesidades de los tiempos sin considerar la raíz de la cultura tradicional china. El énfasis en este aspecto es más apreciable que en sus antecesores, si bien ya se apuntaban maneras en el denguismo tardío (Hu Jintao).
La reciente enunciación del pensamiento de Xi Jinping sobre la cultura (que se suma a los formulados sobre la política exterior, el estado de derecho, la economía, la política ambiental o la defensa nacional) y las “nueve adhesiones” que plantea tienen como un sustrato esencial el reforzamiento del papel rector del marxismo en la esfera ideológica.
Impacto internacional
La revalorización del marxismo que en la actualidad se promueve en China puede tener consecuencias internacionales importantes a medida que pasa a tener un papel mayor como ingrediente teórico en la diplomacia partidaria del PCCh.
Una renovación de la adhesión al marxismo al amparo del éxito del proceso liderado por el PCCh necesariamente se traduce en una exaltación de la adaptación a las condiciones locales, del ejercicio de la plena soberanía y el rechazo a cualquier forma de injerencia política, es decir, la institución urbi et orbi de la independencia y la autodecisión. Ambas han sido establecidas por el PCCh como conclusión necesaria de su propia experiencia política en el proceso de la revolución y también de la modernización.
El PCCh, además, asume el compromiso de actualización del marxismo (Xi, 2018: 76) partiendo de que su propia transición le provee de una mejor cualificación para hacer contribuciones originales a su desarrollo. Y también apela a ampliar la visión para interpretar acertadamente los cambios en el mundo e investigar las cuestiones teóricas que deben ser resueltas, prestando atención a los resultados del estudio sobre el marxismo fuera de China con un enfoque inclusivo y que aproveche las fortalezas de terceros.
El diálogo que el PCCh pueda promover con otras formaciones marxistas constituye una variable que el xiísmo ha promovido de forma activa en los últimos años. Y todo indica que dicha tendencia se va a desarrollar en mayor medida.
En el siglo XXI, un marxismo mejor adaptado a la sociedad y al mundo contemporáneo aspira a tener una nueva oportunidad para idear políticas alternativas que ofrezcan mayor bienestar y otro rumbo a la humanidad. El nuevo estatus global de China y el compromiso de su liderazgo con este empeño otorgan cierto aval al ambicioso alcance de este propósito.
Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China.
Referencias bibliográficas
Deng Xiaoping (1987), Problemas fundamentales de la China de hoy, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.
Jiang Zemin (2010) Textos escogidos, Tomo I, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.
PCCh (2023). Historia concisa del PCCh, Central Compilation & Translation Press, Beijing.
Ríos, Xulio (2021). La metamorfosis del comunismo en China. Una historia del PCCh. 1921-2021, Kalandraka, Pontevedra.
Xi Jinping (2014). La gobernación y administración de China, Tomo I, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.
Xi Jinping (2018). La gobernación y administración de China, Tomo II, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.
Xi Jinping (2021). La gobernación y administración de China. Tomo III, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.
Xi Jinping (2023), A governança da China, Tomo IV, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.