guerra

Denis Grigoriuk

Nos marchamos bajo el rugir de las salidas. El mortero ruso trabajaba contra el enemigo, que no tenía tiempo de acomodarse en los nuevos asentamientos a los que se había retirado desde Avdeevka. Para el tercer estruendo, me acostumbré a los sonidos y dejé de prestarles atención. Los disparos salientes ya no evocan las mismas emociones que lo hicieron la primera vez que visité el frente. Recordé la primera salida con los soldados en enero de 2015 y no fue por casualidad. Circulábamos por Spartak guiados por un miliciano con nombre de guerra Shum [Ruido]. No solo se jactaba de haber destruido un tanque, sino de haber capturado al personal, que no había podido cumplir la orden de irrumpir en dirección a Donetsk. El agujero en la valla que hizo el tanque ucraniano aún sigue ahí. Lo que había cambiado significativamente es la única escuela local, apenas la reconocí. Ya no parece una institución educativa. Ahora es la típica estructura del frente, llena de metralla, impactos directos e imposible de reconstruir.

Había también cosas completamente nuevas. Los periodistas no habían tenido la oportunidad de llegar hasta aquí. Ha habido duras batallas continuas desde el inicio de la operación militar especial aquí, pero no se han visto desde tan cerca como lo que ha ocurrido en el flanco sur. Los casi dos años de lucha incesante han convertido la zona en un erial. En todas partes hay cráteres, campos minados, equipamiento destruido y proyectiles sin explotar. “Aquí había un vehículo dañado”, dijo un soldado de la Primera Brigada de Slavyansk con nombre de guerra Kazbek. Nos llegaba a la recientemente liberada Avdeevka.

Los soldados evacuaban el equipamiento dañado. Las minas son frecuentes, así que hay que moverse conociendo el riesgo. Se puede pisar una mina o cualquier cosa que haya quedado en el suelo. Nos encontramos a un soldado en un tanque detenido. “¿Lo vais a sacar?”, preguntó Kazbek. “Sí, estoy esperando a los míos. Lo vamos a evacuar”, respondió. Desde fuera, el tanque parecía insalvable. Sin embargo, Kazbek confía en que se pueda reparar o desmembrar para utilizar sus piezas. Será útil en el futuro. Seguirá haciendo un servicio.

Circulamos hasta una carretera rodeada por árboles muertos a ambos lados. Entre los troncos se pueden ver las trincheras abandonadas de los soldados de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Desde aquí hay vista de Donetsk. lo primero que llama la atención es lo que una vez fue el edificio principal del aeropuerto de Donetsk. Desde aquí, se podría golpear prácticamente con fuego directo. Detrás están las minas y siluetas de los edificios de pisos del distrito Kuibishevsky. Se podría incluso atacar el centro de la ciudad. Al ver la vista, se comprende inmediatamente lo que quiere decir que tenían un cuchillo en la yugular de Donetsk.

No nos quedamos mucho tiempo, había que avanzar. Miré por la ventana y vi muchas minas antitanque. Los zapadores las colocaban en montones. “A lo que más temen los ucranianos es a la tecnología. Todos los campos están llenos de minas. ¿Ves alguna? Es imposible pasar allí”, nos explicó Kazbek mientras conducía por la famosa Cheburashka, la posición de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la carretera que lleva a Avdeevka.

Un poco más adelante, apareció el edificio de la unidad de defensa aérea. Kazbek nos contó al detalle cómo había sido ese asalto de Zenit. Durante mucho tiempo, no pudieron capturarlo. Era una espina en la garganta. Está lleno de bunkers subterráneos construidos en la época soviética preparados para un ataque nuclear. Las Fuerzas Armadas de Ucrania podían esconderse indefinidamente y mantener su capacidad de combate. Ni siquiera los bombardeos conseguían los resultados deseados. El problema es que los militantes ucranianos estaban escondidos en bunkers de dos niveles, una cápsula dentro de otra, según explicó Kazbek.

El tendón de Aquiles de la defensa ucraniana fue un operador de ametralladora que se durmió en los laureles durante el asalto de la Primera de Slavyansk. Los soldados pudieron hacerse con un punto fuerte en la zona de dachas cerca de Zenit, cortando así la vía de suministro. Cuando las Fuerzas Armadas de Ucrania, debido a la escasez de munición, tuvo que rotar y suministrar provisiones a las tropas, ya no pudieron defender la unidad, así que decidieron retirarse a la ciudad. A sus espaldas, las unidades de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa entraron en Avdeevka. Aceleraron a lo largo de una ruta llena de equipamiento destruido, hacia la famosa señal de metal de la entrada de la ciudad. Apareció el nombre “Avdeevka”. No había habido tiempo para traducir la señal al ucraniano, aunque durante muchos años Kiev y la prensa occidental han creado la imagen de Avdiivka como feudo de los ucranianos en Donbass. Por eso el azul y amarillo está en cada esquina, igual que las pintadas contra el presidente ruso y otro tipo de arte urbano de los militares ucranianos.

Miré por la ventana del conductor y vi la famosa iglesia filmada por los periodistas en las primeras horas tras la captura. Estaba ahí con sus cúpulas doradas. “Es mejor no ir ahí, es peligroso”, aseguró Kazbek.

Al ejército ucraniano no le ha llevado más que unos días recuperarse. Después, los operadores de drones comenzaron a activarse. No era difícil para ellos alcanzar este lugar. Después de diez años, conocen perfectamente la ciudad. Además, los servicios especiales ucranianos monitorizan los informes rusos, así que el lugar fue atacado.

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Avdeevka, Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, Rusia, Ucrania

Un viaje de diez años

Publicado por @nsanzo⋅ 06/03/2024⋅ Deja un comentario

Archivado bajoAvdeevka, Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, Rusia, Ucrania

Artículo Original: Denis Grigoriuk

Nos marchamos bajo el rugir de las salidas. El mortero ruso trabajaba contra el enemigo, que no tenía tiempo de acomodarse en los nuevos asentamientos a los que se había retirado desde Avdeevka. Para el tercer estruendo, me acostumbré a los sonidos y dejé de prestarles atención. Los disparos salientes ya no evocan las mismas emociones que lo hicieron la primera vez que visité el frente. Recordé la primera salida con los soldados en enero de 2015 y no fue por casualidad. Circulábamos por Spartak guiados por un miliciano con nombre de guerra Shum [Ruido]. No solo se jactaba de haber destruido un tanque, sino de haber capturado al personal, que no había podido cumplir la orden de irrumpir en dirección a Donetsk. El agujero en la valla que hizo el tanque ucraniano aún sigue ahí. Lo que había cambiado significativamente es la única escuela local, apenas la reconocí. Ya no parece una institución educativa. Ahora es la típica estructura del frente, llena de metralla, impactos directos e imposible de reconstruir.

Había también cosas completamente nuevas. Los periodistas no habían tenido la oportunidad de llegar hasta aquí. Ha habido duras batallas continuas desde el inicio de la operación militar especial aquí, pero no se han visto desde tan cerca como lo que ha ocurrido en el flanco sur. Los casi dos años de lucha incesante han convertido la zona en un erial. En todas partes hay cráteres, campos minados, equipamiento destruido y proyectiles sin explotar. “Aquí había un vehículo dañado”, dijo un soldado de la Primera Brigada de Slavyansk con nombre de guerra Kazbek. Nos llegaba a la recientemente liberada Avdeevka.

Los soldados evacuaban el equipamiento dañado. Las minas son frecuentes, así que hay que moverse conociendo el riesgo. Se puede pisar una mina o cualquier cosa que haya quedado en el suelo. Nos encontramos a un soldado en un tanque detenido. “¿Lo vais a sacar?”, preguntó Kazbek. “Sí, estoy esperando a los míos. Lo vamos a evacuar”, respondió. Desde fuera, el tanque parecía insalvable. Sin embargo, Kazbek confía en que se pueda reparar o desmembrar para utilizar sus piezas. Será útil en el futuro. Seguirá haciendo un servicio.

Circulamos hasta una carretera rodeada por árboles muertos a ambos lados. Entre los troncos se pueden ver las trincheras abandonadas de los soldados de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Desde aquí hay vista de Donetsk. lo primero que llama la atención es lo que una vez fue el edificio principal del aeropuerto de Donetsk. Desde aquí, se podría golpear prácticamente con fuego directo. Detrás están las minas y siluetas de los edificios de pisos del distrito Kuibishevsky. Se podría incluso atacar el centro de la ciudad. Al ver la vista, se comprende inmediatamente lo que quiere decir que tenían un cuchillo en la yugular de Donetsk.

No nos quedamos mucho tiempo, había que avanzar. Miré por la ventana y vi muchas minas antitanque. Los zapadores las colocaban en montones. “A lo que más temen los ucranianos es a la tecnología. Todos los campos están llenos de minas. ¿Ves alguna? Es imposible pasar allí”, nos explicó Kazbek mientras conducía por la famosa Cheburashka, la posición de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la carretera que lleva a Avdeevka.

Un poco más adelante, apareció el edificio de la unidad de defensa aérea. Kazbek nos contó al detalle cómo había sido ese asalto de Zenit. Durante mucho tiempo, no pudieron capturarlo. Era una espina en la garganta. Está lleno de bunkers subterráneos construidos en la época soviética preparados para un ataque nuclear. Las Fuerzas Armadas de Ucrania podían esconderse indefinidamente y mantener su capacidad de combate. Ni siquiera los bombardeos conseguían los resultados deseados. El problema es que los militantes ucranianos estaban escondidos en bunkers de dos niveles, una cápsula dentro de otra, según explicó Kazbek.

El tendón de Aquiles de la defensa ucraniana fue un operador de ametralladora que se durmió en los laureles durante el asalto de la Primera de Slavyansk. Los soldados pudieron hacerse con un punto fuerte en la zona de dachas cerca de Zenit, cortando así la vía de suministro. Cuando las Fuerzas Armadas de Ucrania, debido a la escasez de munición, tuvo que rotar y suministrar provisiones a las tropas, ya no pudieron defender la unidad, así que decidieron retirarse a la ciudad. A sus espaldas, las unidades de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa entraron en Avdeevka. Aceleraron a lo largo de una ruta llena de equipamiento destruido, hacia la famosa señal de metal de la entrada de la ciudad. Apareció el nombre “Avdeevka”. No había habido tiempo para traducir la señal al ucraniano, aunque durante muchos años Kiev y la prensa occidental han creado la imagen de Avdiivka como feudo de los ucranianos en Donbass. Por eso el azul y amarillo está en cada esquina, igual que las pintadas contra el presidente ruso y otro tipo de arte urbano de los militares ucranianos.

Miré por la ventana del conductor y vi la famosa iglesia filmada por los periodistas en las primeras horas tras la captura. Estaba ahí con sus cúpulas doradas. “Es mejor no ir ahí, es peligroso”, aseguró Kazbek.

Al ejército ucraniano no le ha llevado más que unos días recuperarse. Después, los operadores de drones comenzaron a activarse. No era difícil para ellos alcanzar este lugar. Después de diez años, conocen perfectamente la ciudad. Además, los servicios especiales ucranianos monitorizan los informes rusos, así que el lugar fue atacado.

Kazbek nos adentró en la ciudad, en el barrio Jimik. Las calles de la ciudad estaban cubiertas de neblina. Los rayos de sol penetraban por las ventanas de un edificio de nueve pisos parcialmente destruido. Los soldados en motocicletas pasaban periódicamente pro las carreteras llenas de metralla, fragmentos y restos de proyectiles. En general, no se puede decir que Avdeevka sea radicalmente diferente a otras ciudades destruidas por la batalla. Mis colegas y yo llegamos hace tiempo a la conclusión de que cuando has visto una ciudad destruida, ya las has visto todas. Así que no tiene mucho sentido describir otra vez los edificios elevados destruidos que vimos, aquellos que fueran una vez pisos residenciales que luego se convirtieron en fortificaciones de las Fuerzas Armadas de Ucrania.

Kazbek aparcó el Lada Niva junto a uno de los edificios de apartamentos. Parecía de los menos dañados de la zona. Un bloque de ladrillo de cuatro pisos ardía junto a él. A consecuencia de ello, parte de Avdeevka estaba cubierta de humo pese a los rayos del sol de marzo. Me apresuré al origen de las nubes negras. Dudé un poco mientras filmaba los restos del edificio de nueve pisos. Los soldados tuvieron que recordarme que no se puede estar mucho tiempo en un mismo lugar. “Entiendo que nunca vas a tener suficiente material, pero nos tenemos que ir”, dijo Kazbek con cierta condescendencia. “¿Hay mucha población civil en la ciudad?”, pregunté aprovechando la ocasión. “Suficiente”.

Vi a dos personas sentadas a la entrada del edificio. Vi lo mismo en todas partes en Mariupol en la primavera de 2022, cuando la batalla aún estaba en fase activa. En la zona de Avdeevka que visité, la población civil no abandonó los sótanos. Al menos en el tiempo de mi visita. La razón se dio a conocer de forma prácticamente inmediata. Estaba filmando los restos del hospital. Cuando volví hacia los tres soldados que esperaban hasta que terminara mi trabajo, la cara de Kazbek había cambiado completamente. Estaba mirando insistentemente a algo detrás de mí. “¡Proyectil!”, exclamó y se agachó ligeramente. El ruido en el aire se movía en dirección al lugar desde el que habíamos llegado a Avdeevka. Un segundo después, se produjeron tres explosiones. Estallaron con fuerza, pero no cerca. “Vamos”, ordenó el soldado. Nos subimos en el Niva, cargamos todo y salimos. Seguía haciendo preguntas por el camino. Kazbek contestaba educadamente, aunque su cabeza estaba claramente en otra parte: en la batalla por las localidades cercanas a Avdeevka.

“¿Es verdad que las Fuerzas Armadas de Ucrania minan los cuerpos de sus muertos con granadas en la retirada?”, pregunté.

“Ocurre, pero no a menudo. Para hacerlo, hace falta un paracaidista experto. Pero son reclutas. Puede que no me estuvieras prestando atención, pero te dije que se retiraban apresuradamente. Los pillamos in fraganti. Así que no tuvieron tiempo de hacer nada. Solo un soldado experto podría tirar de la anilla, colocarla bajo el cuerpo y retirarse rápido”.

Según me explicó Kazbek, tampoco la llegada de Azov ayudó a las Fuerzas Armadas de Ucrania a defender Avdeevka. Los enviaron allí demasiado tarde, ya no podían ayudar de ninguna manera.

Unos minutos después, volvíamos a circular por las calles de Spartak, que habían desaparecido en la oscuridad. Kazbek habló de las batallas por Opitnoe, que ha sido tomado varias veces, pero otras tantas ha habido que retirarse. Y pensé en algo más. Se tarda media hora en llegar el coche de Donetsk a Avdeevka. Este camino ha costado la vida a muchos soldados, incluido Poeta, que murió el 12 de febrero de 2024 durante el asalto de Avdeevka. Un viaje de treinta minutos que ha costado diez años de sangrienta batalla. Unos insoportables diez años.

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