SELECCION

Ayer, en el famoso Cuscatlán, la selección nacional de Guatemala dio un paso en firme en sus aspiraciones de llegar a un Mundial de fútbol por primera vez en su historia al derrotar a El Salvador con gol de Oscar Santis.

Fue un partido histórico, por la rivalidad entre ambos equipos, por lo que estaban en juego y porque pocas veces le hemos ganado a la Selecta en su campo. Por eso y por tanto, fue un partido para la historia que nos permite seguir soñando.

El equipo del profe Tena aprendió la lección. Un gol basta para ganar, siempre y cuando no se cometan errores en defensa, se cierren los espacios y se contenga lejos al rival. Para evitar lo que nos pasó con Surinam, anoche el equipo jugo a ganar. Defendió con todo, ante un aguerrido equipo salvadoreño.  

Se sufrió, pero el sueño mundialista persiste, está a la mano, se pude sentir, a penas un punto nos separa de los dos equipos en punta, pero ganando los dos partidos restantes, tocaremos la gloria.

El gol fue un trabajo colectivo que nació de una jugada por la banda izquierda. El Lelito Santis recibió el pase con espacio, controlo el esférico y se perfiló hacia el marco del portero salvadoreño y desde fuera del área grande sacó un disparo fuerte, raso e inatajable. Fue un gol para soñar.

En ese momento el Cuscatlán se silenció. Desde las gradas de ese mito estadio, miles de guatemaltecos vibraron de emoción acompañados de millones que siguieron el partido desde la casa. A partir de ahí, el equipo se aplicó, cedió el medio campo, replegó sus filas y aprendió la lección.

El Bolillo Gómez adelantó a su equipo, hizo los cambios para sumar delanteros y presionó en el medio para disputar cada pelota, con el objetivo de empatar el partido.

Se ganó con un gol de Oscar Santis y la esperanza regresó intacta.

La próxima cita es en el estadio El Trébol. Frente a los dos rivales que previamente habían empatado.  

Fue un triunfo sufrido, intenso, esperanzador. Grandioso. En un partido gris, sin domino, pero con coraje y determinación, el equipo nacional aprendió a defender el gol, hacer tiempo, a buscar los espacios y ganar su primer partido en esta eliminatoria mundialista.

Fue una emoción enorme. Tanto por el gol, la entrega de los jugadores, el planteamiento del técnico y la determinación de los jugadores, como por el público guatemalteco que estuvo en el estadio y en cientos de plaza del país gozando a un equipo que se siente ganador.

Fue la afición, la noble y sufrida afición del equipo bicolor, la que, jugando de 12, ayudó para concretar esta esperanzadora victoria.

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