El Comunista de NuevaYol

Mario

Mario Rodríguez

El universo se encogió el martes pasado y la ciudad que nunca duerme se sonrojo por dos hechos contradictorios en su esencia política: un vecino magnate insolente que llamó comunista a un migrante que por obra y gracia de los votantes neoyorkinos se convirtió en el nuevo flamante alcalde de la capital financiera del capitalismo mundial. Demostrando así que las amenazas del status quo no es tan funcional como un tren de metro en hora pico un viernes en esa metrópoli.

Y en ese acto de rebeldía, el otrora todopoderoso Donald Trump, se encontró con que su verdadero reality show político estaba siendo cancelado, al menos en algunas ciudades del país.

Trump, con la sutileza de un elefante en una cristalería, lanzó previamente su ya clásico manual de insultos contra el candidato a alcalde en ese momento, Zohran Mamdani. Lo bautizó, en un combo que solo su mente puede concebir, un «comunista musulmán antisemita». Un triplete ideológico que, seamos honestos, habría mandado a cualquier otro a la hoguera mediática, pero que en el clima político actual parece una simple nota al pie. El magnate juró y perjuró que cortaría los fondos federales a Nueva York si este supuesto «lunático comunista» ganaba. La amenaza era clara: «Si no es mío, lo quemo».

La apuesta le salió tan mal que no solo perdió en su ciudad natal ¡Oh, que ironía!, también generó un tsunami electoral de rechazo que comenzó salpicando a sus títeres republicanos en Nueva Jersey y Virginia, lo que amenaza con una debacle en las próximas elecciones de medio término para renovar la Cámara de Representantes.

Si, es un pequeño desastre doméstico que se suma a la colección de «logros» internacionales, como el baile de mesa que le dio Xi Jinping en la cumbre reciente o la evidente pasividad ante una Rusia convertida en la mayor potencia militar del momento. La narrativa del «América Primero» se estaba desmoronando, y es fascinante de ver el espectáculo en prime time.

¿Comunista? No, Joven, es solamente un Demócrata progresista – reformista.

El detalle que a Trump (y a los voceros del establishment) se les escapó, o prefirieron ignorar, es que Mamdani no es un comunista ortodoxo. La etiqueta es solo un espantapájaros para asustar a las señoras de bien. En realidad, es un progresista del partido demócrata, que vista las cosas al interior del partido y comparado con Barak Obama, solo resulta siendo más progresista que Bernie Sanders, el mismo que apoyó la política genocida en Gaza.

Mamdani es un miembro del ala más a la izquierda del Partido Demócrata, un socialista democrático declarado, de 34 años, migrante, y sí, musulmán. Y para terminar de ofender a la corrección política, no tuvo pelos en la lengua para oponerse abiertamente a la política de genocidio en Israel. Una bomba de tiempo de identidad y política en una sola persona. Es la peor pesadilla del moderado demócrata de traje caro que sigue gobernando al lado de Trump en esa dictadura democrática al estilo Hollywood.

El discurso de victoria de Zohran Mamdani no decepcionó. Citando al icónico socialista Eugene Debs, se atrevió a vislumbrar un «amanecer de un nuevo día para la humanidad».Acaso, en nuestros días, eso no es una ¡osadía!

«Las manos lesionadas por cargar paquetes, las manos con callos por el trabajo de delivery, las manos quemadas en la cocina, las manos a las que se les negaba el poder. Y, sin embargo, por los últimos 12 meses, ustedes se han atrevido a perseguir un gran sueño. Esta noche, contra todas las predicciones, lo hemos logrado. Hemos tomado el futuro con nuestras manos…»

Esa es la nueva épica de la política estadounidense: no se trata de promesas vacías al 1%, sino de darle una palmada en la espalda y algo más tangible a la clase trabajadora que apenas sobrevive en la ciudad más cara del mundo.

Bernie Sanders, el abuelo democrata, el mismo que en su momento estuvo de acuerdo con la política de su país en Gaza, lo celebró con la euforia contenida de quien lleva décadas esperando este momento: «Es el hacedor de uno de los mayores reveses políticos en la historia moderna de Estados Unidos. Sí, sí es posible hacer un gobierno que represente a la clase trabajadora y no al 1%».

La victoria de Mamdani fue inesperada, cuando rompió la monotonía del «discurso de políticos tradicionales» proponiendo:

  • Dignidad (¡qué concepto tan radical!).
  • Vivienda asequible, en una ciudad tan desigual (¡sacrilegio!).
  • Transporte gratuito en la cuna del capitalismo (¡alerta roja comunista!).
  • Mayores impuestos para las corporaciones y los más ricos (¡el fin de la civilización!).

La clase empresarial y los millonarios invirtieron la friolera de 20 millones de dólares solo en las primarias, y luego cifras «astronómicas» en una campaña de miedo, racismo e islamofobia. Su dinero, por primera vez, no pudo comprar la alcaldía. Unos 100.000 voluntarios fueron puerta a puerta, eclipsando la chequera de los poderosos. La movilización juvenil fue, simplemente, épica.

Y para la cereza del pastel de la identidad, Mamdani, naturalizado estadounidense, nacido en Uganda de padres indios, se convierte en:

  1. El primer alcalde no nacido en Estados Unidos en más de un siglo.
  2. El primer alcalde musulmán en la historia de Nueva York.
  3. El más joven en un siglo, con 34 años.

El triunfo de Mamdani es más que una victoria electoral; es un puñetazo en la cara del establishment demócrata, que ahora tendrá que lidiar con una renovación que han resistido con uñas y dientes. El socialismo democrático ha conquistado el corazón del capitalismo mundial, y el drama, damas y caballeros, recién comienza.

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