Eje de la resistencia: del Donbass a Gaza
PEPE ESCOBAR, ANALISTA INTERNACIONAL
El “enjambre” del Eje de Resistencia en Asia occidental apenas ha comenzado y todavía tiene una serie de cartas militares y económicas que aún no han entrado en juego. El Eje de Resistencia Eslavo ha estado luchando sin parar durante dos años, y sólo ahora están empezando a vislumbrar una posible luz al final del túnel (vinculado con la caída de Adveevka).
Durante mi reciente y vertiginoso viaje por Donbass, siguiendo a los batallones cristianos ortodoxos que defienden su tierra Novorossiya, se hizo evidente que la resistencia en estas repúblicas rusas – recién liberadas- está combatiendo la misma batalla que sus homólogos de Asia occidental.
Casi diez años después del Maidan en Kiev y dos años después del inicio de la Operación Militar Especial (SMO) de Rusia en Ucrania, la determinación de la resistencia no ha hecho más que profundizarse.
Es prácticamente imposible hacer plena justicia a la fuerza y la resiliencia del pueblo de Donbass, que se encuentra en la primera línea de una guerra de poder de Estados Unidos contra Rusia. La batalla que han estado librando desde 2014 ahora se ha despojado visiblemente de su fachada y se ha revelado como, en esencia, es una guerra del Occidente colectivo contra la civilización rusa.
Como dejó muy claro el presidente ruso Vladimir Putin durante su entrevista con Tucker Carlson, vista por mil millones de personas en todo el mundo , Ucrania es parte de la civilización rusa, aunque no sea parte de la Federación Rusa. De modo que los bombardeos contra civiles de etnia rusa en Donbass (que aún continúan) son ataques contra Rusia.
Comparte el mismo razonamiento que el movimiento de resistencia Ansarallah de Yemen, que describe el genocidio israelí en Gaza como una agresión contra “nuestro pueblo”: el pueblo de las tierras del Islam.
Así como el rico suelo negro de Novorossiya es el lugar donde murió el “orden internacional basado en reglas”; la Franja de Gaza en Asia occidental – una tierra ancestral Palestina – puede ser, en última instancia, el lugar donde perecerá el sionismo.
Después de todo, tanto el orden basado en reglas como el sionismo son construcciones esenciales del mundo unipolar occidental y claves para promover sus intereses económicos y militares globales.
Las incandescentes fallas geopolíticas actuales ya están configuradas: el Occidente colectivo versus el Islam, el Occidente colectivo versus Rusia, y pronto una parte sustancial de Occidente, incluso a regañadientes, versus China.
Sin embargo, está en juego un serio contraataque. Por mucho que el Eje de Resistencia en Asia Occidental mantengan su estrategia de “enjambre”, los batallones cristianos ortodoxos en Donbass no pueden dejar de ser considerados como la vanguardia del Eje de Resistencia eslavo.
Al mencionar esta conexión entre chiítas y cristianos ortodoxos a dos altos comandantes en Donetsk, a sólo 2 kilómetros de la línea del frente, sonrieron, desconcertados, pero definitivamente entendieron el mensaje.
Después de todo, más que nadie en Europa, estos soldados son capaces de captar este tema unificador: en los dos principales frentes imperiales – Donbass y Asia occidental – la crisis de la hegemonía occidental se está profundizando y acelerando rápidamente el colapso.
La humillación en curso de la OTAN en las estepas de Novorossiya se refleja en el combo anglo-estadounidense-sionista que camina sonámbulo hacia una conflagración mayor en toda Asia occidental, insistiendo frenéticamente en que no quieren la guerra mientras bombardean todos los vectores del Eje de Resistencia, excepto Irán (no pueden, porque el Pentágono cuando simuló un juego de guerra en todos los escenarios, en todos ellos se presagian fatalidad).
Si se analiza quién está en el poder en Kiev y Tel Aviv, y quién mueve sus hilos, se encontrará con los mismos titiriteros controlando a Ucrania y a Israel, son los Estados Unidos, el Reino Unido y casi todos los miembros de la OTAN.
Lavrov: sobre Israel-Palestina
El papel de Rusia en Asia occidental es bastante complejo y matizado. Superficialmente, los pasillos del poder en Moscú dejan muy claro que Israel-Palestina “no es nuestra guerra: nuestra guerra es en Ucrania”.
Al mismo tiempo, el Kremlin continúa avanzando como mediador y pacificador en Asia occidental. Rusia quizás esté en una posición única para ese papel: es una gran potencia mundial, comprometida con la política energética de la región, líder en las instituciones económicas y de seguridad emergentes y con relaciones sólidas con todos los estados regionales clave.
Una Rusia multipolar – con una gran población de musulmanes moderados – conecta instintivamente con la difícil situación de los palestinos. Luego está el factor BRICS+, donde la actual presidencia rusa puede atraer la atención de los nuevos miembros: Irán, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto para promover nuevas soluciones al enigma de Palestina.
Esta semana en Moscú, en la 13ª Conferencia del Club Valdai para Oriente Medio , el Ministro de Asuntos Exteriores, Sergey Lavrov, fue directo al grano, destacando la causa, las políticas de la Hegemonía; que en los hechos está empujando a Israel y Palestina hacia la catástrofe.
Lavrov creen en el papel de Rusia pacificadora: “proponemos celebrar una reunión interpalestina para superar las divisiones internas”. Y también expresó la cara de la Realpolitik Rusia: “No hay perspectivas para un acuerdo entre Israel y Palestina en este momento”.
Un informe detallado de Valdai abrió una ventana para comprender la posición rusa, que vincula a Gaza y Yemen como “ epicentros del dolor ”.
Para ponerlo en contexto, es importante recordar que a finales del mes pasado, el representante especial de Putin para asuntos de Asia occidental, el viceministro de Asuntos Exteriores, M.L. Bogdanov, recibió en Moscú a una delegación de Ansarallah encabezada por Mohammed Abdelsalam.
Fuentes diplomáticas confirman que hablaron en profundidad sobre todo: incluyendo una solución integral a la crisis político-militar en Yemen, Gaza y el Mar Rojo. No es de extrañar que Washington y Londres hayan perdido la cabeza.
Hacer desaparecer la cuestión palestina
Podría decirse que la mesa redonda más crítica en Valdai fue sobre Palestina y cómo unificar a los palestinos.
Nasser al-Kidwa, miembro del Consejo Nacional Palestino (PNC) y ex ministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina (AP) (2005-2006), destacó las tres posiciones estratégicas de Israel, todas ellas encaminadas a mantener un peligroso estatus quo:
En primer lugar, Tel Aviv busca mantener la división entre Gaza y la Cisjordania ocupada. En segundo lugar, según Kidwa, Israel pretende “debilitar y fortalecer a uno u otro – impidiendo un liderazgo nacional – usando la fuerza para suprimir los derechos nacionales palestinos e impedir una solución política”.
El tercer lugar de la agenda de Israel es buscar la normalización con una serie de países árabes sin abordar la cuestión palestina, es decir, “hacer desaparecer la cuestión palestina”.
Kidwa destacó la “desaparición” de estas tres posiciones estratégicas – esencialmente porque Netanyahu está tratando de prolongar la guerra “para salvarse a sí mismo”-, lo que conduce a otros resultados probables: un nuevo gobierno israelí; un nuevo liderazgo palestino, “nos guste o no”; y un nuevo Hamás.
Según Kidwa, están implícitos cuatro campos de discusión: el Estado de Palestina; Gaza y la retirada israelí; cambiar la situación de palestina (un proceso que debería ser “pacífico” y no albergar venganza); y un mecanismo general de solución para los Palestinos.
Lo que está claro, dice Kidwa, es que no hay una “solución de dos Estados” a la vista. Habrá que volver a lo más básico , que es afirmar “el derecho a la independencia nacional de Palestina”, una cuestión, aparentemente, acordada hace tres décadas en Oslo.
En cuanto al mecanismo que se avecina, Kidwa no oculta el hecho que “el escenario es disfuncional”. Pone sus esperanzas en la idea española, mavalada por la UE, pero “modificada”. Se trata, en términos generales, de una conferencia de paz internacional de varias rondas basadas en la situación sobre el terreno en Gaza.
Eso implicaría , “con un nuevo gobierno israelí”, que este obligado a desarrollar un “marco de paz”. El resultado final debe ser un mínimo aceptable basado en las numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU: fronteras de 1967, reconocimiento mutuo y un cronograma específico, que podría finalizar en 2027. Que fundamentalmente, debería establecer “compromisos respetados desde el principio”, algo que el pasado acuerdo de Oslo no imagino.
Es bastante obvio que nada de lo anterior será posible bajo Netanyahu y la actual Casa Blanca.
Pero, Kidwa admite que del lado palestino: “no tenemos una llave maestra para Gaza y Cisjordania”. Esto, por supuesto, es un éxito político estratégico de los israelíes, que se han esforzado durante mucho tiempo para mantener a los dos territorios palestinos enfrentados. Y han asesinado cualquier líder palestino capaz de superar la división.
En el Club Valdai, Amal Abou Zeid, asesor del ex presidente libanés, Michel Aoun (2016-2022), señaló que “tanto como la guerra en Ucrania, la guerra en Gaza ha trastornado los cimientos del orden regional”.
El orden anterior estaba “centrado en la economía, como camino hacia la estabilidad”. Luego vino la operación de Hamás del 7 de octubre contra Israel, que desencadenó una transformación radical. «Suspendió la normalización entre Israel y el Golfo, especialmente con Arabia Saudita», y revivió la resolución política de la crisis palestina. «Sin esa resolución», subrayó Zeid, la amenaza a la estabilidad es «regional y global».
Así que volvemos a la coexistencia de dos Estados a lo largo de las fronteras de 1967: un sueño por ahora imposible. Zeid, sin embargo, tiene razón en que “sin cerrar la cuestión palestina será imposible para los europeos mantener relaciones normales con las naciones mediterráneas. La UE debe avanzar en el proceso de paz”.
Sin embargo, nadie, desde Asia occidental hasta Rusia, está conteniendo la respiración, especialmente porque “prevalece el extremismo israelí y la Autoridad Palestina tiene un “vacío de liderazgo”. Además hay una “ausencia de mediación estadounidense”.
Viejas ideas versus nuevos jugadores
Zaid Eyadat, director del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania, intentó adoptar una “perspectiva racionalista”. Hay «nuevas dinámicas» en juego, argumentó y «la guerra es mucho más grande que Hamás y va más allá de Gaza».
Pero el panorama para Eyadat es sombrío. “Israel está ganando”, insiste, “al derrotar al Eje de Resistencia de la región y a la calle árabe”.
Eyadat señala que “la cuestión palestina ha vuelto a estar en escena, pero sin la posibilidad de una solución integral. Entonces los palestinos perderán”.
¿Por qué? Por una “falta de ideas sobre cómo transformar algo insostenible en algo más razonable». Y es el “orden basado en reglas” el que está en el centro de este “déficit moral”.
Este es el tipo de declaraciones que están en desacuerdo con los partidarios de un mundo multipolar y de mentalidad resistente de hoy. Si bien a Eyadat le preocupa la competencia entre Israel e Irán, un Tel Aviv extremista y descontrolado, con divisiones entre Hamás y la Autoridad Palestina, y con Estados Unidos persiguiendo sus propios intereses, “lo que falta en este análisis en el terreno y el aumento del multipolarismo a nivel mundial”.
El “enjambre” del Eje de Resistencia en Asia occidental apenas ha comenzado y todavía tiene una serie de cartas militares y económicas que aún no han entrado en juego. El Eje de Resistencia Eslavo ha estado luchando sin parar durante dos años, y sólo ahora están empezando a vislumbrar una posible luz al final del túnel (vinculado con la caída de Adveevka).
La guerra de resistencia es global y se ha desarrollado – hasta ahora – en sólo dos campos de batalla. Pero sus partidarios estatales son jugadores formidables en el tablero de ajedrez global que poco a poco están acumulando victorias en sus respectivos dominios. Todo mientras el enemigo, el Hegemón, está en caída libre económica, carece de mandatos internos para sus guerras y no ofrece soluciones.
Ya sea en el fangoso suelo negro del Donbass, en las costas mediterráneas de Gaza o en las vías navegables esenciales del mundo.
Hamas, Hezbolá, Hashd al-Shaabi y Ansarallah se tomarán todo el tiempo necesario para convertir los “epicentros del dolor” en “epicentros de la esperanza.»
Observatorio de la crisis