De otro “Frente Amplio” electoral a la articulación democrática

marco

Resumen ejecutivo

El ensayo analiza críticamente la Proclama del Frente Amplio por la Democracia (FAD), presentada en octubre de 2025, como intento de reorganización del campo progresista guatemalteco tras la crisis del “pacto de corruptos” y la pérdida de legitimidad del gobierno de Bernardo Arévalo. Aunque el FAD se propone fortalecer la democracia y la gobernabilidad, su concepción reproduce el viejo modelo de unidad electoral centralizada y no logra constituirse como un proyecto de articulación democrática refundacional.

1. Crítica política: del moralismo anticorrupción a la restauración institucional

El FAD coloca en el centro la lucha contra la corrupción y la defensa del bien común, pero desde un moralismo ético-administrativo, no desde una transformación estructural del poder. Esta retórica —centrada en la “gobernabilidad” y la “honestidad política”— termina siendo funcional al orden restaurador, pues evita confrontar la raíz sistémica de la corrupción: la captura del Estado por élites políticas, empresariales y religiosas. El frente opera como mediación estatal y no como expresión del poder constituyente popular.

2. El mito de la unidad

El ensayo advierte que la historia política guatemalteca, de la Revolución del 44 a la URNG y el FDNG, demuestra que toda “unidad” sin autonomía y pluralidad acaba en burocratización o cooptación. La unidad vertical del FAD, organizada desde dirigencias vitalicias y desgastadas, impide la construcción de un poder constituyente diverso y democrático. Frente a esa lógica, la articulación democrática debe entenderse como un ensamblaje horizontal de autonomías y diferencias, no como una coalición electoral.

3. Reforma o refundación

Las propuestas del FAD en materia institucional – reforma de la LEPP, lucha anticorrupción, reformas judiciales – se limitan al reformismo moderado. No cuestionan la estructura oligárquica del sistema político ni la Constitución de 1985, elaborada para una Guatemala monocultural y cacifista. En contraste, la crítica a la propuesta inicial del FAD plantea la necesidad de una reforma estructural y profunda: distritos plurinacionales, revocatoria de mandato, paridad, financiamiento público, elecciones de medio término y poder constituyente desde abajo.

4. Crítica ecológica: el desarrollismo restaurador

El FAD mantiene el imaginario del Estado-desarrollista del siglo XX. Su programa de industrialización y crecimiento repite el modelo extractivista bajo un lenguaje “verde” y tecnocrático. Frente a esto, la crítica propone un horizonte alternativo: la Ruta DPDC (Desarrollo Plurinacional, Distribuido y Circular), un paradigma post-extractivista y post-neoliberal basado en autonomía territorial, energía comunitaria y economía circular. Esta ruta reemplaza el crecimiento por el cuidado y redefine la soberanía como democratización del metabolismo social y energético.

5. Los desafíos del gobierno de Arévalo

El texto examina críticamente el desempeño ambiental del actual gobierno, señalando que, pese a reformas normativas y cancelaciones puntuales de licencias mineras, no ha modificado el modelo extractivista. El discurso del “desarrollo sostenible”, reiterado en foros internacionales, despolitiza la crisis climática y omite sus raíces estructurales. La transición ecológica sigue subordinada a la lógica del capital y de la cooperación internacional.

6. Hacia una articulación democrática refundacional

La crítica concluye que Guatemala necesita una articulación democrática plurinacional, ecosocial y contrahegemónica, no un nuevo frente electoral. Refundar la política implica refundar la vida: iniciar un proceso constituyente desde los territorios, reestructurar la LEPP, descolonizar la educación, y promover una transición ecológica justa. Solo una democracia ecológica, construida desde abajo, puede romper el ciclo de restauraciones y abrir paso a un nuevo bloque histórico de justicia social, climática y cultural.

Conclusión

El Frente Amplio por la Democracia aparece como una nueva tentativa de reorganización progresista en medio de la restauración oligárquica, pero su discurso, centrado en la moral anticorrupción y el desarrollismo estatal, repite los límites históricos de las alianzas electorales del pasado. Frente a esa inercia, este ensayo propone repensar la unidad no como convergencia electoral, sino como articulación democrática, plurinacional y ecosocial, capaz de enlazar las luchas por la justicia social con las luchas por la justicia climática.

La crítica al FAD no busca descartar su impulso, sino llevarlo más lejos, hacia una refundación política que transforme el Estado, la economía y la cultura democrática desde abajo. En un momento en que Guatemala enfrenta simultáneamente crisis de seguridad, crisis ecológica y crisis de representación, el desafío es ensamblar una democracia de nuevo tipo: participativa, territorial, contra-neoliberal y ecológicamente sostenible.

Esta síntesis solo es un punto de partida. La lectura completa del ensayo desarrolla los fundamentos teóricos, históricos y programáticos de esa alternativa: una ruta de articulación democrática y ecológica para el siglo XXI, donde la política vuelva a ser un acto de creación colectiva y no de administración del orden existente.

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