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@nsanzo

“La decisión del Pentágono de detener algunos envíos de armas a Ucrania ha sorprendido incluso a personas que suelen recibir información detallada sobre estos asuntos, incluidos miembros del Congreso, funcionarios del Departamento de Estado y aliados europeos clave, según seis personas familiarizadas con la situación. La medida adoptada por sorpresa el lunes ha alimentado la preocupación y la frustración, incluso entre los principales republicanos, por el hecho de que un alto funcionario del Pentágono pareciera tener una influencia desproporcionada sobre la decisión”, escribía ayer Politico para continuar con la noticia que había destapado apenas 24 horas antes. El medio estadounidense ilustraba el texto con una imagen significativa: Pete Hegseth, Secretario de Defensa, en segundo plano y difuminado y Elbridge Colby, Subsecretario de Política del Pentágono en primer plano.

Es a Colby, halcón antichino para quien la política exterior de Estados Unidos gira alrededor de la preparación de un enfrentamiento con China y que falsamente está siendo presentado como aislacionista, a quien se dirigen en estos momentos todas las miradas y acusaciones. “La pausa fue dictada por el director de política del Pentágono, Elbridge Colby, y un pequeño círculo de asesores a causa de preocupación por las bajas reservas de algunas armas en Estados Unidos”, insiste el artículo, que añade que incluso aliados de Donald Trump están frustrados por la medida. Y la hipérbole no ha tardado en convertirse en línea oficial de los medios estadounidenses. “Detener las entregas de estos sistemas de armas cruciales a Ucrania ahora, cuando Rusia está en marcha, podría tener consecuencias devastadoras e irreversibles. Estados Unidos, sus aliados europeos y el mundo estarán menos seguros si Rusia sale victoriosa”, afirmaba un alarmista editorial publicado ayer por The Washington Post, que da la razón al Pentágono en su intento de no vaciar las reservas estadounidenses, pero que exagera la posibilidad de victoria rusa a causa de la falta de misiles Patriot. La lucha en aire es actualmente parte integral de la guerra, pero la batalla es mucho más que la defensa contra drones y misiles.

Más allá de la política sobre Ucrania, la congelación de la entrega de armas como interceptores para la defensa aérea en un momento de auge de drones y misiles a ambos lados del frente, la actuación de Colby indica un paso proactivo de una lucha de facciones. Por un lado se encuentra el sector más realista, menos intervencionista y centrado en Asia-Pacífico, mientras que, al otro, permanece el sector más cercano al Partido Republicano de las últimas décadas, conocido por su beligerancia de la Guerra Fría hacia Rusia y su intervencionismo en Oriente Medio. Nadie sabe realmente en qué lugar del espectro que une a ambas facciones se encuentra Donald Trump. Hace posible este tipo de rupturas internas el hecho de que gran parte del equipo de política exterior de la Casa Blanca esté formado por personas sin experiencia, halcones cuya única ideología es el odio o millonarios cuya única cualificación para el puesto es formar parte del círculo de Donald Trump. “Creo que todo ha sido cosa del director de Política del Departamento de Defensa, ese tal Colby”, afirmó, muy enfadado, el Republicano Michael McCaul, uno de los senadores más activos en los medios. “Ni siquiera estoy seguro de si se lo consultaron a Rubio. Hay división interna en la Casa Blanca”.

Entre las personas con cierto conocimiento de causa en el área más puramente militar del equipo que se encarga de la política exterior destacan dos personas: Elbridge Colby y el general Keith Kellogg. El primero es el blanco de los insultos de oponentes y aliados a causa de la suspensión de la entrega de ciertas armas a Ucrania.  El segundo, el más proucraniano de los miembros del equipo de Trump, parece convertirse en la esperanza de Ermak y Zelensky para resolver la situación. “Gracias. Tu apoyo es importante”, escribía el jefe de la Oficina del Presidente a Meaghan Mobbs, vocal defensora de Ucrania, una de las personas que Ermak promociona repetidamente desde hace semanas e hija de Keith Kellogg. Mobbs se hacía eco del trabajo de un empresario de la tecnología militar, que insistía en que “Estados Unidos debería darles las herramientas necesarias para ganar. Es la vía más rápida hacia la paz, de una forma u otra”. El trabajo de lobby no se limita a las relaciones personales o a la presión que Ucrania espera que Mobbs y Kellogg hagan a Trump, sino que se extiende a la prensa. “¿Cuánto dinero necesita Ucrania?”, titulaba ayer un artículo de Financial Times, que sentenciaba que “con mucha diferencia, la política menos cara es dar al país lo suficiente para ganar la guerra”. En la visión simplificada de la guerra, si la suspensión de entrega de misiles para la defensa aérea puede suponer la derrota, su aumento es capaz de producir una victoria que nadie se atreve a definir.

“Claramente, esta lista es demasiado exhaustiva para atribuirla únicamente a las preocupaciones sobre las reservas estadounidenses. Es un mensaje a Ucrania. La pregunta es ¿qué dice? Quizás, como la última vez que Estados Unidos suspendió los envíos: ¿Dennos más flexibilidad/concesiones en las negociaciones?”, comentaba el corresponsal de The Economist Oliver Carroll en referencia a la extensa lista de armas que el Pentágono ha negado a Ucrania y que, en su opinión, invalidaría el argumento de la falta de existencias en los arsenales y sería una señal política y no militar de Estados Unidos.

Si la suspensión de entregas es una llamada de atención para Ucrania, ha de serlo también para su principal soporte, la Unión Europea. En la rutina de aceptar las órdenes llegada de Washington se mostraba Úrsula von der Leyen, que exigía redoblar el apoyo de la UE a Ucrania y calificaba la suspensión de algunas entregas estadounidenses de revulsivo para el rearme que lleva meses defendiendo. “Para nosotros, es una seña clara, un mensaje claro para que intensifiquemos nuestro propio apoyo. Así que hay que reforzar nuestras capacidades europeas de defensa, no solo a nivel de la Unión Europea, sino a nivel continental”, insistía. Sea cual sea la lógica de Estados Unidos a la hora de decidir cuáles serán sus pasos en Ucrania en cada momento, la respuesta de la Unión Europea es siempre exigir un aumento del suministro de armas a Kiev.

En esa misma línea, el discurso de Ucrania se centra en hacer ver a Donald Trump que su círculo se equivoca y le está haciendo cometer un error que puede resultar letal por varios motivos. “Miles de guerreros defienden nuestros cielos, incluyendo tropas de misiles antiaéreos. Día y noche, nos protegen de todo lo que se lanza para destruir la vida en Ucrania: misiles, drones y aviones rusos. En el Día de las Tropas de Misiles Antiaéreos de Ucrania, agradecemos a todos y cada uno de ustedes: a quienes están en primera línea protegiendo a nuestros defensores y a quienes hacen posible el regreso a la normalidad en las ciudades de la retaguardia. Salváis innumerables vidas, estéis donde estéis”, escribió ayer Zelensky, utilizando el feliz accidente de que la suspensión de misiles para la defensa aérea haya coincidido con el día en el que el país celebra los éxitos de quienes operan esos sistemas. “Hoy, los ministros de Defensa y Asuntos Exteriores de Ucrania presentaron informes, en particular sobre las relaciones con Estados Unidos. En el aspecto del trabajo, Ucrania y Estados Unidos están clarificando todos los detalles del apoyo de defensa, incluida la defensa aérea. De una forma u otra, debemos garantizar la protección de nuestra población”, había escrito horas antes, aún confuso ante la medida tomada por Washington sin notificación previa. “Contamos con que continúe el apoyo estadounidense”, sentenció ayer en referencia al flujo de armas, durante su visita a Dinamarca. “Espero que quizá mañana o en los próximos días pueda hablar de ello con el presidente Trump”, añadió Zelensky, que vuelve a poner todas sus esperanzas en la comunicación directa con el líder estadounidense, que hace tan solo una semana se había comprometido a “buscar algunos Patriots” para Ucrania.

En caso de que las súplicas no funcionen, Ucrania ha tirado también del argumento económico. Como afirmó repetidamente durante la negociación Marco Rubio, el acuerdo de minerales ejercería de escudo de defensa ante posibles ataques futuros, ya que, como había insistido también Donald Trump, ningún país atacará Ucrania si en él hay intereses estadounidenses. “En vísperas del Día de la Independencia de Estados Unidos, me uní al Presidente Zelensky, a Andriy Ermak y otros miembros de nuestro gobierno para agradecer a los miembros de la Cámara de Comercio Estadounidense en Ucrania, reconociendo el papel que están desempeñando, no solo en nuestra economía, sino en nuestra resiliencia nacional”, escribió la viceprimera ministra y firmante del acuerdo Yulia Svyrydenko para lanzar un sutil recordatorio de que los beneficios de las empresas estadounidenses dependen también de la seguridad. “Nuestra conversación se centró en prioridades compartidas: defensa aérea, recuperación económica y cooperación industrial a largo plazo. Los sistemas Patriot no hacen distinciones: protegen por igual a civiles, infraestructuras e inversión extranjera”, escribió.

Sin embargo, los argumentos pueden quedar escasos y, en su ausencia, el principal recurso para convencer a Donald Trump suele ser el dinero. Según explicaba ayer Politico, más allá de seguir exigiendo a Estados Unidos la entrega de las armas previstas, algunas de las cuales habían llegado ya a Polonia, Zelensky prepara un plan mucho más pragmático. “«Estados Unidos está informando a Ucrania [de la decisión] hoy en Kiev y también se organizará una llamada telefónica muy pronto entre Trump y Zelensky», expresó un diplomático europeo familiarizado con la planificación. «Estados Unidos dice que no se trata de una pausa, ni de una suspensión. Estados Unidos todavía está muy en el proceso de determinar la mejor manera de apoyar la defensa ucraniana. Sigue siendo una prioridad»” escribía el medio, mostrando una actitud europea y ucraniana de negar la realidad con la esperanza de poder cambiarla rápidamente sin tener que admitir que se había producido un cierto castigo.

“Como parte del nuevo impulso, varios gobiernos europeos están estudiando planes para comprar armas de fabricación estadounidense con cargo a sus presupuestos de defensa para transferirlas a Ucrania. El dinero contaría para la nueva cifra de gastos de defensa de la OTAN, pero aún no ha habido compromisos sólidos. Esas transferencias tendrían que contar con la aprobación del gobierno estadounidense, cuyos detalles se están discutiendo según una persona familiarizada con los planes en desarrollo. A esta persona, como a las demás, se le concedió el anonimato para compartir los detalles de las conversaciones, de los que no se había informado anteriormente”, explicaba Politico sobre la nueva táctica negociadora de los países europeos, hacerse cargo del coste de adquirir las armas a Estados Unidos para posteriormente entregárselas a Ucrania. Lo que sea necesario para garantizar que la guerra continúe sin que las medidas de control estadounidense de consumo de recursos en regiones que ya no son prioritarias puedan afectar al día a día de la lucha.

La reacción de Donald Trump que, ante la vorágine de actividad política nacional aún no se ha pronunciado públicamente al respecto, y el resultado de la conversación con Volodymyr Zelensky ayudará a determinar si el presidente de Estados Unidos era consciente de las medidas que tomaba el Pentágono, si las respalda o exige represalias para quienes las tomaron o si verdaderamente hay en ellas una mensaje más político que militar.

Fuente: https://slavyangrad.es/2025/07/04/control-de-danos/

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