Como si fuera una realidad aparte

JAIRO3

Autor: Jairo Alarcón Rodas

El pensamiento común es la forma ideológica del obrar humano de cada día. Pero el mundo que se revela al hombre en la práctica fetichizada, en el traficar y en el manipular, no es el mundo real, aunque tenga la “consistencia” y la “validez” de este mundo, sino es “el mundo de la apariencia”.

Karel Kosik

En este mundo de verdades y de engaños, nada es verdad ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira diría Ramón de Campo Amor. De ahí que unos viven en una realidad diferente, en donde la lógica y la ética no tiene sentido, es más, desconocen su significado. No reparan en lo que es, no les interesa. Sin embargo, la convivencia en sociedad obliga a todo aquel que participe en esta, adquiera un comportamiento ético y responsable, respetar normas y leyes, lo que medianamente lo hacen, sin comprender sus alcances.

Sería posible un mundo en donde prevalecieran las falsedades, las incertidumbres y los engaños, en donde no tuviera cabida la verdad, en el que los acontecimientos fueran azarosos y toda concepción de la realidad, producto de la subjetividad.  Si eso fuera así, todo sería inseguro, un caos y, respectivamente, el accionar humano imposible, pues el grado de certeza y confianza, lo que le permite vivir el presente, las constantes que se manifiestan en la naturaleza y lo proyectan al futuro son las leyes que regulan la realidad.

En igual forma, la comunicación no sería factible ya que, para ello, se requiere de una estructura común que corresponda a una realidad común, que permita el entendimiento entre distintos códigos lingüísticos.  Si la lectura de la realidad fuera arbitraria, no sería posible coincidir entre las distintas apreciaciones que puedan surgir sobre esta, es más, ¿qué sería la realidad? A no ser que los objetos sean independientes de una conciencia que los perciba y que una lectura adecuada sea la que corresponda con estos.

Es importante conocer la realidad y hacerlo al margen de sesgos del pensamiento, juicios de valor, presunciones. Tristemente, el acceso al conocimiento está vedado para muchos, otros son deformados por una educación domesticadora, que adormece conciencias.

Y así, siguiendo más a las costumbres y a las tradiciones, a comportamientos que responden a consideraciones propias de la endoculturación y la socialización que a criterios científicos, actúan sin saber la razón de sus actos, guiados por concepciones mágico-religiosas, se convierten en piezas del engranaje del sistema. Reafirmando con ello que los procesos de educación han fallado, pues no les han despertado una actitud crítica frente a los sucesos ni el deseo de saber.

De ahí que no alcanzan a comprender la razón, el porqué de la importancia del conocimiento de la realidad, de la existencia de sociedades y del necesario cumplimiento de las normas de convivencia. Ya que, absortos en los requerimientos de subsistencia, se encuentran alejados del conocimiento del mecanismo que regula el funcionamiento de una sociedad y, así, siguen guiones preestablecidos, imitan comportamientos con criterio funcionalista.

A otros, en cambio, no les concierne el deber ser de una sociedad, pues eso les representa un obstáculo para alcanzar sus objetivos personales. Ya que el obtener provecho y utilidad, sin importar los medios para lograrlo, es lo importante. Defienden el cumplimiento de las leyes, siempre y cuando favorezcan a sus intereses y no pongan en riesgo sus privilegios.

En unos, las exigencias existenciales los obligan a una practicidad de subsistencia, dentro de una circunstancia que les es adversa y en la que profundizar en el conocimiento de las cosas resulta contraproducente, una pérdida de tiempo, un sinsentido, sin ninguna utilidad para su subsistencia.

Mantenerse vivos, en una circunstancia que les ofrece muy poco, en el que las oportunidades de tener una vida digna son mínimas, representa lo esencial para ellos. Por consiguiente, la comprensión de las cosas cede su lugar a la simple manipulación y a su utilidad. Así, el telos, el propósito que los mueve a actuar, es motivado, primordialmente, por el hambre, que el sistema les impone, lo que les impide internarse e interesarse en el mundo.    

Otros, en cambio, crean una realidad que se ajusta a sus más retorcidos intereses  y sus pensamientos, los subordinan a la necesidad de acumular riqueza, sin importar el medio y el costo, sin importar la destrucción que pueda representar para otros. Justifican su accionar con ideas retorcidas en las que prevalece el tener.

No es que la realidad sea múltiple, pese a que tiene múltiples formas de manifestarse, esta simplemente es y para situarse adecuadamente en ella se le debe conocer con propiedad. Y aunque la realidad es construida por la mente humana, para comprenderla y accionar en ella, no debe hacerse arbitrariamente. Recordemos que es una en su origen y es eso lo que le da el carácter de objetiva.

De ahí que se hace múltiple en la mente de las personas, otorgándole el carácter de subjetiva, por lo que pueda haber una conceptualización de la realidad, en la conciencia del sujeto, que corresponda a los hechos y otras, en cambio, que se ajusten a la visión arbitraria del perceptor. En la primera, se busca la comprensión de las cosas, se pretende develar el mecanismo que las regula y,  en la segunda, por el contrario,  tal criterio es reemplazado por el concepto de utilidad que se ajusta a cada sujeto.

Una cosa es la realidad fáctica, producto de la acción humana, otra, la original, la realidad en sí, que posibilita las variantes en la conciencia de las personas. La primera es derivada tanto de apreciaciones comunes, como de lecturas certeras sobre las cosas. Así se conforma el mundo de las transacciones y el traficar, de las que hablaba Kosik, en las que se mezclan aspectos verdaderos y falsos, opiniones y verdad, que bosquejan una imagen ideologizada del mundo.

Propagar una imagen sesgada de la realidad es la tarea de los sectores hegemónicos, para mantener a la población en la oscuridad, al margen de los sucesos de interés. Para estos, la virtud consiste en tener éxito, sin importar la forma que sea obtenido y no tienen ningún escrúpulo en pretender mantener a la población en la ignorancia.

La realidad es deformada, según la perspectiva de los que detentan el poder, originando una visión ideologizada sobre las cosas. Deformaciones subjetivas que responden a su condición de clase, que impone valores, formas de vida, costumbres.  Con tal manipulación, los aparatos ideológicos del estado se convierten en el titiritero que dirige los hilos de las vidas de muchas personas. Ausentes de autonomía, creen que son libres de decidir, sin saber que simplemente escogen dentro de las opciones que les presenta el titiritero.

Cada uno tiene el derecho de comprender la realidad de acuerdo con sus facultades, de verla según su intencionalidad, inclusive a partir de su interés, lo que no es permisible es que la quiera imponer. Es decir, que su criterio sea el que prevalezca, ya que es una opinión más que debe ser contrastada con otras y, desde luego, con los hechos. Si lo que se pretende es que se esclarezca lo que son las cosas, se debe seguir un procedimiento que acerque lo más posible a la objetividad, que es lo que diferencia las creencias del conocimiento y diferencia la verdad del engaño.

Vivir en una realidad ajena, sin percatarse de lo que son las cosas, es factible y es la actitud que corresponde al actuar pragmático utilitario o de aquellos que viven enclaustrados entre sombras sin darse cuenta. De ahí que las arbitrariedades que se cometen intencional o involuntariamente, dan origen a toda una serie de realidades falsas, en donde los desaciertos y errores resultan ser lo cotidiano.

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