Cómo la IA generativa está cambiando realmente la educación

Inteligencia-artificial

Por Kimberley Hardcastle

Las herramientas de IA generativa tales como Chat GPT, Gemini, y Claude son usadas hoy en día por estudiantes y maestros en todas las etapas educativas. 

De acuerdo con un reporte hecho por Anthropic, la compañía detrás de Claude, el 39% de las interacciones que los estudiantes tienen con la inteligencia involucran la creación y optimización del contenido educativo: preguntas de práctica, borradores de ensayos y resúmenes de estudio. Un 34% adicional de las interacciones buscan explicaciones o soluciones técnicas para tareas académicas. Lo que significa que están construyendo activamente material académico. 

La reacción predominante de escuelas y universidades ha sido abordar los problemas más urgentes: el plagio, los métodos de evaluación y el desplazamiento de trabajadores sustituidos por dichas herramientas. Entre las respuestas se encuentra el formar en el uso de la IA y educar a los estudiantes mediante cursos especializados que enseñen a utilizar y entender estas herramientas. 

Pese a la relevancia de estos puntos, lo que se está pasando por alto es cómo los sistemas de IA generativa en evolución están cambiando fundamentalmente nuestra relación con el conocimiento en sí: cómo producimos, entendemos y usamos el conocimiento.  

Esto no se trata solamente sobre incorporar nueva tecnología en el aula, sino que cambia nuestra manera de concebir el aprendizaje y pone en tela de juicio los principios fundamentales en los que se basa la educación. Además, conlleva el riesgo de conceder a las empresas de tecnología el poder sobre la creación del conocimiento, al ser ellas las fabricantes de las herramientas de IA generativa. 

Esto no se trata solamente sobre incorporar nueva tecnología en el aula, sino que cambia nuestra manera de concebir el aprendizaje y pone en tela de juicio los principios fundamentales en los que se basa la educación.

La verdadera transformación 

Hoy por hoy, las herramientas de IA generativa (incluyendo a Chat GPT, Claude y Gemini) pueden crear contenido, combinar información e incluso imitar el razonamiento. En la medida que la inteligencia artificial se integra en las aulas y espacios educativos, se desafían las concepciones tradicionales sobre el conocimiento y el aprendizaje. 

Mi línea de investigación se concentra en lo que se conoce como Epistemología de la Inteligencia Artificial. La Epistemología es el estudio de los orígenes y la naturaleza del conocimiento. La epistemología de la IA en el ámbito educativo se enfrenta a nuevas cuestiones acerca de la producción del saber. 

La IA generativa es capaz de crear al instante textos que simulan ser una fuente autorizada en cualquier tema, esto nos obliga a reconsiderar lo que constituye un «pensamiento original» contra un «pensamiento asistido». Las aptitudes tradicionales, tales como la evaluación de fuentes, el razonamiento lógico y el contraste de evidencias, deben ser replanteadas cuando las «fuentes» son un sistema de IA complejo entrenado con volúmenes inmensos de datos que no podemos ver ni comprender en su totalidad.  

Lo anterior supone un gran distanciamiento de siglos de educación basada en la transmisión del saber entre personas, la IA generativa no solo solo cambia lo que los estudiantes aprenden sino que reconfigura por completo como adquieren cualquier tipo de conocimiento.  

Los estudiantes validan ideas cada vez más en función de cuán bien la IA generativa las explica, y cada vez menos a través de su propio análisis.  

La educación tradicional se basa en actividades y evaluaciones alineadas con los contenidos que el profesor espera que sus alumnos sean capaces de comprender, por ejemplo, si el objetivo es servirse del pensamiento crítico, los estudiantes ejercitarán el análisis textual y serán examinados en sus competencias analíticas, no solo en memorización, para crear un entendimiento profundo. Sin embargo, este enfoque asume que los estudiantes construyen el conocimiento de forma independiente mediante la experiencia y la reflexión. La IA generativa viene a fracturar ese supuesto, los estudiantes pueden producir trabajos sofisticados sin necesidad del proceso cognitivo que tradicionalmente se requería para crearlos. 

Los educadores deben asegurarse de que sea la sabiduría pedagógica, y no los intereses comerciales, la que guíe esta transformación.

Los estudiantes se están convirtiendo en cocreadores del conocimiento en un sistema mediado por máquinas, en este sentido, una cocreación implica que ambas partes trabajan juntas para lograr los objetivos de aprendizaje. Pero a la vez, se produce una codestrucción cuando sus objetivos se contraponen y perjudican al proceso educativo. En mi investigación sobre el valor de la cocreación y codestrucción en la educación avanzada se revela que estudiantes, educadores, administradores y empresas tecnológicas con intereses contrapuestos, son quienes están definiendo el valor de la educación. Por ejemplo, puede que los estudiantes quieran eficiencia; los educadores, un aprendizaje significativo; y empresas tecnológicas priorizan los indicadores de interacción; estas tensiones pueden, ya sea enriquecer o deteriorar la calidad del aprendizaje. Este enfoque es ahora aplicable a la integración de la inteligencia artificial ya que cuando la IA generativa ayuda a los estudiantes a entender los conceptos de forma genuina, genera valor; sin embargo, cuando facilita atajos que evitan el proceso de aprendizaje, lo destruye. La cocreación en la educación no es nueva, pero la IA generativa como cocreadora lo cambia todo. 

La supervivencia del pensamiento humano 

Si bien con frecuencia se le etiqueta como parte de la cuarta revolución industrial, sería más preciso decir que el cambio actual al que da paso la IA es parte de una revolución intelectual. Cuando delegamos el acto de pensar de forma irreflexiva a las máquinas, le otorgamos un poder sin precedentes a las empresas tecnológicas: el poder para moldear el conocimiento.  

Dichas empresas ya obtienen beneficios de nuestra actividad digital cuando, al recopilar nuestros datos, pueden predecir e influir sobre nuestras acciones futuras; aun así, ahora nos estamos enfrentando a algo más complejo. Si solo unas cuantas empresas acaparan los principales medios de producción del saber, entonces también controlan nuestra comprensión del mundo: sus algoritmos sesgados, los criterios para seleccionar sus datos de entrenamiento y sus intereses comerciales serán lo que determine qué conocimiento se genera y se divulga. 

Ya hemos pasado por esto antes, las redes sociales explotan nuestras vulnerabilidades cognitivas para retener nuestra atención; pero esta vez el riesgo es mayor, nos solo es nuestra atención la que corre peligro sino nuestra capacidad de pensar de manera independiente. 

No se discute la relevancia de la educación tradicional, pues es innegable. Se trata de que los educadores redefinan cómo es un aprendizaje significativo ahora que va acompañado de la IA. 

La IA generativa va más allá de ser una mera calculadora compleja, transforma nuestra comprensión misma del saber. Está reconfigurando la forma en que los estudiantes conciben la experiencia, la creatividad y sus propias capacidades cognitivas, lo que transformará los cimientos del pensamiento y el aprendizaje humanos. 

Los educadores deben asegurarse de que sea la sabiduría pedagógica, y no los intereses comerciales, la que guíe esta transformación. Afortunadamente, este trabajo ya está en marcha, centros para una IA responsable (como el de mi propia universidad) se aseguran de que los educadores estén liderando estas conversaciones críticas, en lugar de simplemente reaccionar a ellas. 


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

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