China planea su “autosuficiencia tecnológica” y cerrar la brecha nuclear con EU y Rusia
Alfredo Jalife-Rahme
Ya en retrospectiva, se podría aducir que el lapso del 20 al 31 de octubre es susceptible de definir la dinámica del nuevo orden global multipolar: ¡Once (sic) días estrujantes que sacudieron los cuatro rincones del planeta!
Del 20 al 23 de octubre se escenificó el Cuarto Plenario del Partido Comunista Chino, en el que se consolidó la autoridad del presidente Xi Jinping, lo cual “subrayó un giro audaz en el modelo de desarrollo económico de China para su próximo plan quinquenal”, según el think tank británico Chatham House (https://bit.ly/3Ww9B4r), al que le faltó agregar que China propuso “cerrar la brecha nuclear” con Estados Unidos y Rusia, que detentan cada uno 10 veces más ojivas.
En realidad, China, cuyo portentoso desarrollo tecnológico está escrito en el muro, únicamente implementa su liderazgo en “tecnología de impacto”, donde lleva la delantera en 57 de 64 rubros del ranking global, según el think tank australiano ASPI (https://bit.ly/4qJ3urs).
El 21 de octubre se realizó la prueba del misil Burevestnik, de Rusia (“Game changer de Putin: devela el inalcanzable misil Burevestnik, a tres días de la cumbre de Trump y Xi; https://bit.ly/47mAtKt)”.
El geopolítico Dennis Small escudriña cómo los “rusos explican sus nuevos sistemas de armas, “que cambian el balance de poder global (https://bit.ly/4og7FJn)”, en referencia al Burevestnik y al dron submarino Poseidón (https://bit.ly/4qDZCrx), y se detiene en los análisis de dos prominentes expertos militares: Yevgeny Mikhailov (https://bit.ly/4hAi3ZU) e Igor Korotchenko (https://bit.ly/4oj0C2z).
En forma trascendental, Korotchenko comentó: “el mundo debería aplaudir la triada nuclear de Rusia: una garantía (sic) de que la tercera guerra mundial no ocurrirá”.
El 25 de octubre arrancaron las negociaciones comerciales de Estados Unidos y China en Kuala Lumpur, donde, al parecer, le fue mejor a Pekín.
Del 26 al 28 de octubre se celebró la cumbre de la ASEAN –bloque de 10 países del sudeste asiático– en Kuala Lumpur, donde, de los cuatro mandatarios grandes del planeta, sólo asistió Trump.
El 29 de octubre, el ministro belga de Defensa, Theo Francken, comentó en una entrevista alocada que “la OTAN debía borrar a Moscú del mapa”. Horas después, el vicepresidente de Seguridad Nacional, Dmitriv Medvedev –que ya fue destapado por el consultor militar Andrei Martyanov para ser por segunda vez presidente–, respondió que Rusia iba a borrar a Bélgica del mapa (https://bit.ly/4qLihBV).
El periplo de Trump lo llevó a reunirse con los mandatarios de Malasia, Japón –donde la primer Takaichi operó un espectacular game-changer al acercarse a China, quien “ya no es considerada enemiga”, según el analista británico Alastair Crooke (https://bit.ly/4oMw899)– y Corea del Sur, con el que Trump acordó construirle un submarino nuclear.
El 30 de octubre, ya con el resultado de las negociaciones de las delegaciones de Estados Unidos y China en Kuala Lumpur, Trump, una hora (sic) antes de su reunión con el presidente Xi en Busan (Sudcorea), lanzó dos ditirámbicos mensajes con cuatro minutos (sic) de diferencia: 1. Su controvertida reanudación de pruebas nucleares (https://bit.ly/4oIrzww) –que valió una severa crítica de The Economist (https://bit.ly/4oj6gSm) y en clara réplica a los ensayos exitosos del Burevestnik y el Poseidón de Rusia; y 2. Exclamó el advenimiento de un “G-2 (sic)” con China (https://bit.ly/4hFnVkS), mientras se alejaba ostensiblemente de Rusia, sin que China lo imitara.
El 31 de octubre, en la cumbre de la APEC, Xi propuso crear los próximos “30 años dorados del desarrollo Asia-Pacífico (https://bit.ly/3WwI0QH)”.
Analistas de India, la cuarta potencia global en términos integrales, contemplan que el acercamiento de Estados Unidos y China afecta e infecta a India (https://bit.ly/43EEfwi).
En momentos dramáticos de caos –con sus ineludibles “fractales de la paz”–, el jefe del Estado Mayor del ejército indio, general Upendra Dwivedi, comentó en forma simpática: “pienso que aún Trump no sabe qué hará mañana. Los desafíos llegan tan pronto que cuando se intenta atrapar un antiguo desafío, emerge uno nuevo (https://bit.ly/3JgvEcp)”.
La Jornada
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