Todos quieren visitar Běijīng
 
                Por Mario Rodríguez Acosta
Primero fue el español Pedro Sánchez, luego llegó Emmanuel Macron presidente francés con Ursula von der Leyen jefa de la Unión Europea, ahora el turno es de Annalena Baerbock ministra de relaciones exteriores de Alemania. Todos llegan buscando un hueco en la recomposición del nuevo orden multipolar.
Al parecer la Unión Europea se ha dado cuenta, quizás demasiado tarde, que su alianza irrestricta con Estados Unidos le lleva por un callejón sin salida. Europa no quiere, pero puede serlo, vasallo de Estados Unidos.
Por eso las declaraciones del francés Macron, de buscar una política exterior más independiente no sentaron bien en Estados Unidos, al grado que el senador Marco Rubio reaccionó de forma airada contra la postura francesa.
«Ser un aliado no significa ser un vasallo… no significa que no tengamos derecho a pensar por nosotros mismos», apoyando la política de una solo china, en clara alusión a el diferendo con Taiwán que asume la administración Biden.
Ahora es el turno de la ministra alemana que visita en norte de China, en medio de un debate sobre la autonomía estratégica de la Unión Europea frente a la política exterior de Estados Unidos. Al respeto, Cui Hongjian, director del Departamento. de Estudios Europeos del Instituto de Estudios Internacionales de China, dijo al Global Times: «Solo cuando Alemania asegure su estatus dentro de Europa podrá desempeñar un papel más importante en el bloque», en clara alusión a la postura actual de ese país en el conflicto en Ucrania, en donde Alemania ha sido perjudicada en favor de Estados Unidos.
La guerra en Ucrania generó una serie de sanciones contra Rusia, cuyo único objetivo era erosionar la base económica de los rusos, pero logró lo contrario y frenó el crecimiento alemán. Un proceso de desindustrialización creciente, afectando principalmente la industria que baso su crecimiento sobre la energía del petróleo y gas ruso.
Mientras la Unión Europea discute su postura exterior, la diplomacia china va sumando espacios y protagonismo. La guerra en Yemen puede estar llegando a su fin. Antes logró un acuerdo entre Irán y Arabia Saudita que está modificando la conflictividad del medio oriente. La distensión llego hasta Siria y ahora el turno es de Yemen. Lo asombroso de todo este proceso es la no participación de Estados Unidos y el papel que China está jugado.
Estados Unidos está preocupado por el cambio que ocurre en Oriente Medio y su pérdida de protagonismo. Un proceso que no ha contado con su participación y que va en contra de sus objetivos fundamentales. Así, por fin en la Unión Europea, se dan cuenta del papel que está desempeñando China en este reacomodo de las potencias mundiales.
La política exterior de la Unión Europea clasifica a China como un “rival sistémico”, en concordancia con Estados Unidos y la OTAN. Alemania, previo al viaje de su ministra, reconoció que China es un jugador global que cada vez quiere “dar forma al orden mundial de acuerdo a sus propios diseños”. Lo que eso significa que no sigue las parámetros de la globalización neoliberal basada en reglas impuestas por Estados Unidos.
Ahora mismo, el presidente Lula da Silva de Brasil se encuentra en la capital china. El objetivo es afianzar su alianza comercial con China, dos países miembros de los Brics. El presidente dijo en su cuenta de twitter: “Estamos de vuelta en la escena internacional después de una ausencia inexplicable”. Lo que no dijo cuando regreso de Washington después de su reunión con Biden, a dónde fue para acordar frenar el golpe que Bolsonaro impulsó contra su gobierno.
En pocos meses, China está asumiendo el papel de país potencia en un mundo en transición. Por ahora, sin disputar directamente la hegemonía política a Estados Unidos, pero si desafiando a ese país en el campo militar. En otras palabras, la gobernanza global debe ahora contar con China. Y de eso se han dado cuenta varios países en el mundo.
Así que ahora, China, en alianza estrategia con Rusia, están planteando el mayor desafío al poderío de Estados Unidos. Eso puede explicar el peregrinaje de diversos líderes políticos a ese país y el nuevo papel que China quiere jugar en el concierto de naciones. Es claro ahora, que la Casa Blanca está dejando de ser el lugar de encuentro político internacional, el epicentro del poder se mueve.
 

 
                     
                       
                       
                       
                       
                      