Todos #No somos Miguelito
Mario Rodríguez Acosta
Miguel Martínez, de la nada, se convirtió en un millonario excéntrico que colecciona gorras, construye centros comerciales o patrocina equipos de fútbol. Pronto su influencia fue tanta que logró graduarse de ingeniero en forma exprés, viajar en helicóptero por Antigua Guatemala o tener una cadena de cervecerías manejada por testaferros. Cómo un tipo sin carisma, ni ingenio, ni asomo de inteligencia puede lograr tanto en tan poco tiempo.
Al principio de su meteórica carrera política se le vio personalmente en la gestión con la oligarquía criolla solicitando apoyo para el gobierno de Giammattei y era común que estuviera presente en cuanta reunión con funcionarios extranjeros o invitados del presidente llegaran a casa presidencial. Se mostró con Cash Luna, otro de los “ilustres” apoyos de Giammattei y con funcionarios del CACIF durante la gestión de la pandemia, también en giras presidenciales inaugurando obras y demás.
Ante tanta presencia pública, todo mundo se preguntó quién es el joven que acompaña al presidente. Pues ese joven siempre fue la pareja de Alejandro y valiéndose de su relación logró el poder que su mentor le construyó. El propio presidente afirmó que Miguel Martínez era la persona en la que más confiaba. Quizás por eso creo un puesto especial para él y lo nombro jefe del centro de gobierno. Una instancia de coordinación ministerial desde donde gestionó negocios, favores e iniciativas políticas por encargo del presidente. Miguelito se transformó así en un poderoso operador político, gestor de la cooptación y el poder detrás del presidente. O quizás, la forma en que el presidente ejercía su poder sin afectar su imagen, o también, el recolector, como cualquier operación mafiosa.
Sin embargo, su paso por el Centro de Gobierno fue efímero. El lastre de su relación sentimental con el presidente generó contradicciones entre el discurso neoconservador del mandatario, su plataforma pro vida y pro familia que aglutinaba a los sectores religiosos más conservadores y la negativa de este a aceptar su condición homosexual en una sociedad machista y ultraconservadora que criticó en silencio tanta hipocresía, pero que termino aceptando su orientación sexual sin que el presidente abordará el tema abiertamente. Así que lo separó del cargo, pero no lo pudo apartar de la vida pública y tampoco quiso alejarlo de las decisiones políticas. Esa decisión permitió que Miguel Martínez tuviera mayor control sobre el aparato corrupto, sin que Giammattei se ensuciara las manos, utilizando el mismo esquema que aprovechó Sandra Torres en el tiempo de Álvaro Colom, los ministros se supeditaron a sus dictados, sin necesidad de ser funcionario público.
Como simple ciudadano y militante de Vamos, se enfocó en el diseño de la transición para la continuidad en el poder, pero fue un encargo que le quedo muy grande por su mediocridad y la falta de capacidad de la que hace gala. Fue el mayor fracaso de su corta e inexperta carrera política, cuyo resultado más palpable es la situación que ahora nos toca que afrontar con el golpe de Estado.
Tras la sanción del Tesoro de Estados Unidos, Miguel se enorgullece de haber servido en el «mejor gobierno de la historia del país». Sus palabras revelan una ignorancia histórica y sus acciones evidencian que Giammattei es el dictador perfecto y el corrupto ideal, por que dicha sanción fue un mensaje claro y contundente para el presidente, pero a este ni le afectó, ni le conmovió, al grado que el propio vocero del presidente ni se dio por enterado. Pero la sanción hace público lo que ya se conocía, Miguel Martínez, Alias Miguelito se hizo millonario porque se aprovechó del cargo y de la posición que le confecciono el presidente, siendo su mayor logro el beneficio personal alcanzado.
Los gringos sabían desde el 2021, que Miguel Martínez, Alias Miguelito solicitó grandes sobornos para facilitar la compra de las vacunas rusas Sputnik por parte del Gobierno de Guatemala, mientras que el MP archivó el caso de la alfombra rusa para proteger a Giammattei, un caso que tiene que ver con la minera rusa sancionada también por Estados Unidos. Y a pesar de toda la evidencia existente, incluyendo la afirmación del Tesoro gringo de que participó en la negociación de las vacunas contra el Covid, en donde obtuvo beneficios ilegales y provocó indirectamente mucho dolor y muerte entre los afectados en la pandemia, Consuelo Porras mantiene preso al fiscal que investigó los sobornos, mientras protege a capa y espada a Miguel Martínez.
Así que el éxito empresarial de Miguel, Alias Miguelito simplemente se debe a la corrupción y al estado de la cooptación existente en el país. Sin la protección de la fiscal general es imposible la sola existencia de una figura como la que construyó Giammattei. El respaldo del presidente, ya sea por amor, ya sea por conveniencia o por afinidad política, solo explica que el artífice de todo, incluyendo el éxito del que se vanagloria el propio Miguel, es Alejandro. Y su activo principal es el servicio político que presta, más allá de los vínculos afectivos y sentimentales que le brinda. Miguel, Alias Miguelito, ha sido una figura indispensable para el presidente y su dictadura, pero prescindible y reemplazaba para el pacto de corruptos, ahora convertido gracias a la sanción en el alfil que debe sacrificarse para evitar un daño mayor.
Sin la protección legal que le brinda la fiscal general al presidente, a Miguel Martínez y también a Jimmy Morales y todos aquellos que son parte del pacto criminal de corruptos no habría posibilidad de planear y concretar un golpe de Estado. Por eso, Alias Miguelito debe ser sacrificado para preservar los más caros intereses del pacto, sin que eso afecte la imagen, ni el accionar del presidente, ni mucho menos la unidad que se tiene entre los interesados en mantener, conservar y consolidar el narco estado.
Para Miguel Martínez la sanción estadounidense llega tarde y solo pudo haber afectado su ego y legado financiero, pero eso no cambiará su determinación de actuar con prepotencia y alevosía para lograr concretar el golpe de Estado. Basta con leer el comunicado que distribuyó en redes sociales para entender que es un pendejo en toda regla. Pero ahora más radicalizado que nunca, que buscará venganza y la eliminación de cualquier vestigio de democracia, estado de derecho, hasta lograr la eliminación de los “zurdos de mierda” que quieren marchar su nombre, sus logros y su fortuna principalmente. Y esa prepotencia solo la pueden mantener aquellos que se siente intocables.
Más allá de sus lamentos, el disparate del golpe de estado no va por él, ni en función de salvaguardar sus intereses, y quizás aún no se ha dado cuenta a cabalidad de la situación, pero él sin Giammattei, volvería a ser un cero a la izquierda, a pesar de su confusión ideológica. La pregunta clave es saber qué tanta fidelidad existe entre los otros integrantes del pacto de corruptos a este insignificante personaje.
Hemos llegado al punto sin retorno y esta es la clave de la coyuntura política actual. A Estados Unidos no le interesa si en Guatemala se preserva la democracia o no, si se concreta o no el golpe de Estado. Sus intereses son otros, más lejanos a la simple comprensión de buenos y malos, golpistas corruptos o demócratas ingenuos, de izquierda o derecha. El imperio no tiene amigos, solo intereses. Y Miguel, alias Miguelito es ahora un enemigo y debe ser eliminado del medio para concretar esos intereses. Para el presidente solo significa un daño colateral que debe asimilar y seguir adelante. Los gringos concretan la sumisión del nuevo mandatario y sus políticas en función del juego geopolítico que se avecina, sin afecta la estructura criminal que refuerza con empeño los otros integrantes del pacto de corruptos.
En esta etapa todos los sectores deberán tomar partido y es claro que el sacrificado no será el estado de cooptación edificado hasta ahora. Qué más da que sea Miguel, Alias Miguelito el sacrificado y se quede sin acceso al sistema financiero internacional. Si lo que está en juego es aún más grande que una fortuna individual. Giammattei sabe perfectamente que, de no aferrarse al golpe de Estado, estará deambulando entre la impunidad del Parlamento Centroamericano y el deterioro paulatino de su salud. Pero los otros integrantes del pacto, principalmente Consuelo Porras y su equipo de choque que ven más allá, están negociando con Estados Unidos la transición que les permita evitar un choque frontal, maniatando de pies y manos a Bernardo Arévalo. Por eso el sector privado es ambiguo, apostando siempre a la carta ganadora, mientras que el alto mando militar sigue con su rutina de subordinación al poder civil, pero manejando tras bambalinas la conducción política de todo. Así que lo que queda es la depuración del crimen organizado y el narcotráfico dentro del pacto de corruptos que siguen aferrados al golpe de Estado, frente aquellos que logran acomodarse en una posición ventajosa para preservar la impunidad y continuidad de la corrupción. Pues en realidad, a Estados Unidos nunca le ha interesado que existan corruptos en las dictaduras bananeras.
