Tácticas de la escalada progresiva

guerra

por @nsanzo

“Lo siento, sin detalles innecesarios”, afirmó ayer Zelensky en rueda de prensa ante las incesantes preguntas de la prensa, deseosa de confirmar si Ucrania ha recibido oficialmente luz verde de Estados Unidos y otros aliados para el uso de misiles occidentales contra territorios de la Federación Rusa y si los ha utilizado ya. El intento de mantener el silencio es coherente con el enfado que mostraron varios oficiales de Kiev tras la filtración de The New York Times, que había dado la noticia sin la aprobación de Ucrania, que prefería haber podido sorprender con el uso de esas armas sin que se hubiera producido previamente ningún tipo de anuncio. Como comentó en alguna ocasión Valery Zaluzhny durante su tiempo al mando de las Fuerzas Armadas, nos encontramos ante una guerra “de una sola oportunidad”: las armas milagrosas causan el efecto destructivo esperado en sus primeros usos, pero las tropas rusas aprenden a responder a ellas y trabajan para contrarrestarlas. Es lo que sucedió, por ejemplo, con los HIMARS, Leopards o incluso F-16 que iban a cambiar completamente el signo de la guerra.

El discurso se repite ahora con el uso de ATACMS en territorio de la Rusia continental pese a que es de sobra conocido que la cantidad que dispone Ucrania no es suficiente para hacer tanto daño como para obligar a Moscú a negociar la paz como espera Zelensky. “Ucrania tiene capacidades de largo alcance, hay drones de largo alcance de su propia producción, ahora tenemos un Neptuno largo y más de uno. Y ahora tenemos ATACMS y lo usaremos todo”, afirmó el presidente ucraniano, que añadió que “ahora que se han dado las decisiones relevantes, no solo en los medios de comunicación sino también en los respectivos países, es muy importante añadir a estas decisiones el número de oportunidades que tenemos para reducir el potencial militar de la Federación Rusa, esté donde esté”.

“A las 03:25 horas (0025 GMT), el enemigo atacó con seis misiles balísticos un emplazamiento en la región de Briansk. Según los datos confirmados, se utilizaron misiles tácticos ATACMS de fabricación estadounidense”, publicó ayer el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa para explicar la gran explosión y el incendio que se había producido en una de sus bases militares en la región de Briansk. El silencio de Ucrania, coherente con la voluntad de esconder sus cartas en relación con los misiles occidentales y el permiso a utilizarlos en la Federación Rusa, llamaba a pensar que no se trataba de HIMARS como había especulado por la mañana parte de la prensa. Según la versión rusa -no hay aún versión ucraniana aunque, si es que la hay en el futuro, es de esperar que incluya cifras imaginarias de bajas y quizá alguna mención a tropas norcoreanas-, los S-400 y Pantsir rusos derribaron cinco de los seis misiles disparados por las tropas ucranianas y dañaron el sexto, que en su impacto provocó el incendio en la “parte técnica” de una de sus bases. Como es habitual a ambos lados del frente, no hay valoración de daños en los ataques sufridos. Reuters afirma que Rusia derribó dos de los ocho lanzados.

Horas antes, Vladimir Putin había firmado y, por lo tanto, hecho oficial el cambio en la doctrina nuclear rusa, que rebaja notablemente el nivel de amenaza ante la que podrían utilizarse armas nucleares. Concretamente, Rusia incluye en esta versión un nuevo escenario, el de un ataque con misiles de una potencia no nuclear apoyada por una que sí lo es, una formulación ad hoc para describir lo que puede pasar en el futuro o pudo pasar ayer mismo si se confirma que el bombardeo de una base rusa en Briansk se realizó con ATACMS estadounidenses. “Tomaremos esto como una fase cualitativamente nueva de la guerra occidental contra Rusia. Y reaccionaremos en consecuencia”, afirmó el ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Sergey Lavrov, en Brasil, donde acude en representación de Vladimir Putin a la cumbre del G20. “Espero que lean la doctrina [nuclear] en su totalidad”, añadió el diplomático, mucho más duro de lo habitual, recordando que, como había insistido el día anterior Vladimir Putin, el uso de misiles occidentales “también significa que serán operados por expertos militares estadounidenses”.

“Necesitamos la paz por medio de la fuerza”, afirmó ayer el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania en su comunicado para conmemorar los mil días de guerra rusoucraniana y reafirmarse en la vía militar como única salida posible al conflicto. Como escribió Andriy Ermak el domingo, “fuerza quiere decir armas”, a lo que hay que añadir que paz quiere decir victoria. “Ucrania nunca se someterá a los ocupantes y el ejército ruso será castigado por violar el derecho internacional”, añade el comunicado del país que prefirió tener una guerra eterna en su territorio y arriesgarse a una mucho más amplia y destructiva para no tener que cumplir el acuerdo que había firmado y que había recibido el visto bueno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Ucrania muestra un nivel de confianza muy superior al de hace apenas unos días, cuando aún quedaba la incertidumbre de si los planes de Trump eran de abandono de Ucrania o de imponer la paz por la fuerza y aún suplicaba por el permiso para utilizar misiles occidentales en Rusia.

Como preveía The New York Times el fin de semana, era improbable que la decisión de Biden de permitir el uso de ATACMS fuera a satisfacer completamente a Ucrania. La ley de probabilidades de la táctica de escalada progresiva sugiere que, una vez conseguido un objetivo, hay que comenzar a trabajar por el siguiente. No es difícil deducir de las palabras número de oportunidades pronunciadas por Zelensky una forma de pedir a sus aliados un mucho mayor número de misiles que utilizar contra Rusia. El 10 de noviembre, Francia anunciaba el envío de 10 misiles Scalp de los 40 que ha comprometido, una cifra modesta capaz de causar destrucción, pero no de modificar la dinámica del frente. Pero, como en otras ocasiones, el primer blanco elegido no es Francia, como tampoco el Reino Unido, cuyo suministro de Storm Shadows también es modesto, sino Alemania. Tras la noticia de que Biden permitiría el uso de ATACMS en Rusia, Olaf Scholz, contra la opinión de miembros de su coalición e incluso de su partido, se reafirmó en su negativa a suministrar misiles Taurus. En una más de las muchas contradicciones de esta guerra, una manifestación organizada por la diáspora rusa en Alemania y liderada por Yulia Navalnaya, tras la pancarta de “no a la guerra” podían verse carteles con el lema “Taurus para Ucrania”.

En el más puro sentido orwelliano, guerra es paz, algo a lo que se adhiere estrictamente también el presidente ucraniano. “Zelensky cree que Alemania debe permitir usar sus misiles en Rusia tras la nueva doctrina nuclear de Putin”, titulaba ayer por la tarde Europa Press. Kiev ya no exige a Alemania solo el envío de Taurus, sino que lo hace específicamente para ser utilizados contra territorio ruso, motivo principal por el que el canciller Olaf Scholz ha rechazado ese suministro. Hábil con el discurso, Kiev individualiza las peticiones para apelar a los sentimientos adecuados en cada país. En el caso de Alemania, no es la cuestión norcoreana la que puede lograr el objetivo, sino la nuclear. En cualquier caso, el objetivo es presentar toda escalada, y anunciar bombardeos ucranianos con armas occidentales en Rusia indudablemente lo es, como un acto reactivo y negar que la represalias rusas -como el cambio en la doctrina nuclear como respuesta al previsible permiso estadounidense para usar armamento de largo alcance en Rusia- es la verdadera provocación.

“A ojos de Biden se trata de una escalada, en respuesta a una escalada”, escribía el pasado domingo CNN, dando credibilidad a la narrativa de que el anuncio del permiso del uso de misiles occidentales en territorio ruso responde a la internacionalización del conflicto por la llegada de tropas norcoreanas y no a la cuidadosamente planificada táctica de escalada progresiva. “Pero el hecho de que se haya retrasado tanto por el extraordinario simbolismo de conceder este permiso no hace más que aumentar la potencia de la decisión que acaba de tomar. El presidente electo Donald Trump puede pensar que puede hablar de paz, pero heredará una guerra en la que lo que está en juego es mucho más importante”, sentenciaba el artículo. En realidad, el levantamiento del veto es perfectamente coherente con la estrategia de obligar a las partes a negociar que ha planteado durante la campaña Donald Trump, cuya visión de Ucrania no es tan diferente a la de otros líderes europeos, que ahora pregonan la paz por medio de la fuerza. La subversión de la palabra que, al igual que en el ideario de Zelensky, significa realmente victoria, implica que la versión de paz que están anunciando estos días personas como Josep Borrell, cuyo discurso no difiere en absoluto del de los halcones bálticos, sea algo que pueda lograrse por medio de la escalada en lugar de con la negociación. «Rusia solo entiende el lenguaje de la fuerza», escribió por la noche Andriy Ermak después de anunciar que «la fuerza vuela», la confirmación implícita del segundo ataque con misiles en territorio ruso, esta vez en Belgorod.

Fuente https://slavyangrad.es

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