Sololá y las fiestas patrias

Zurdo

Miguel Angel Sandoval.

La captura de Esteban Toc Tzay, ex vicealcalde de la alcaldía indígena de Sololá, es el detonante de un nuevo episodio de incomprensión de la dimensión que tienen los pueblos indígenas en nuestro país. La historia es conocida. Luego de las elecciones del 2023, todos los intentos de fraude y de desconocimiento de los escrutinios electorales, dieron como resultado un levantamiento o resistencia de los pueblos indígenas del país, encabezados o liderados por los 48 cantones y la alcaldía indígena de Sololá, entre otros actores.

La movilización indígena y de muchos otros sectores sociales, urbanos y departamentales, fue con mucho, un momento fundante pues fue la primera vez que vimos a las autoridades indígenas convertirse en la punta de lanza de la lucha por la democracia, en este caso, por la vía de la defensa de los resultados arrojados por las urnas. En otras palabras, en la defensa del voto, piedra angular de la democracia.  Pero los grupos políticos tradicionales y las instituciones que respondían a esos intereses, se dieron a la tarea de impulsar intentos golpistas, imaginar fraudes, y un arsenal de mentiras, que finalmente fue derrotado por la movilización y las evidencias de un voto masivo.

Lo ocurrido después es de todos conocido. Se inauguro la persecución política legal o ilegalmente, para reducir, primero al presidente electo popularmente, a una situación de presidente encerrado por leyes inauditas, pero, sobre todo, interpretadas a sabor y antojo por el pacto de corruptos; a cancelar con ilegalidad absoluta al partido Semilla, y ante la incapacidad real de terminar con el gobierno surgido de las urnas en 2023, pasan a la criminalización de las autoridades indígenas y las juntas electorales. Es por esto las capturas de Luis Pacheco y Héctor Chaclan, y ahora Esteban Toc.

Sin profundizar demasiado, vemos en ello una suerte de ajuste de cuentas por parte de los corruptos, enquistados en el órgano de investigación penal y en el sistema judicial. En síntesis, fiscales y jueces coludidos para perseguir y criminalizar a los lideres indígenas. Es expresión de la miopía política, pero, sobre todo, la manifestación del racismo estructural que vive nuestro país. Las muestras de ello son muchas, variadas, estructurales. El conflicto puede, en esta ocasión, concluir si se produce la liberación de los lideres detenidos y presos sin juicio legitimo. Pero solo será un episodio en la larga historia de luchas de los pueblos indígenas. No es asunto de un gobierno, es la historia oculta de este país, que, con el pronunciamiento de la alcaldía de Sololá, se pone en la mesa nacional.

Mas allá de los criterios sobre lo injusto de la persecución en contra de las autoridades indígenas, ñor defender la democracia, o el “detalle” del estado de salud de Esteban Toc y su necesidad de tratamiento especializado, dos o tres veces por semana, el hecho puso sobre la mesa nacional un claro e inesperado, cuestionamiento a los símbolos mas relevantes o conocidos de la idea de independencia nacional. Sin temor a equivocarme, se trata de la primera ocasión que surge, en la historia reciente del país y desde los pueblos indígenas una postura tan clara y tan simbólica de algo que deberíamos tomar muy en serio. No es nada episódico, es algo muy profundo.

Pasó más de 200 años para que surgiera un cuestionamiento profundo a los símbolos de estas fechas. La idea misma de independencia es cuestionada. Y no es algo menor. Se trata de la alcaldía indígena de Sololá, y al momento de escribir esta columna, no es claro si habrá otras comunidades que hagan algo semejante. El momento es por ello muy relevante.  Conversando con varios lideres de opinión indígenas, no hubo uno solo entre ellos, que opinara en contra de la resolución tomada por la alcaldía indígena de Sololá. Por el contrario, Igual en medios de intelectuales mestizos. Un amigo decía: se sembró una semilla de exigencia para ver de frente que la historia debe ser contada de nuevo.

Es por ello que se puede afirmar que estamos ante un hecho que no es para nada casual. Es cierto que el encarcelamiento sin visos de legalidad, de Esteban Toc, es el detonante. Pero el hecho de cuestionar la participación en las actividades de la independencia, nos remite a cuestionamientos de fondo, históricos, profundos.  Basta con recordar que antes de la independencia del 15 de septiembre de 1821que se celebra, hubo antes en 1820, el intento de Atanasio Tzul con Lucas Aguilar, que vía un levantamiento que finalmente fue derrotado por las armas. En esta ocasión se intentó, con un movimiento extraordinario, concretar un hecho independentista. Es la historia y son los hechos.

No es casual que en el contenido del acta de la independencia se diga de forma expresa: que se hace (se proclama) para evitar que otros la hagan. La referencia es a los pueblos indígenas y sus organizaciones de la época. Y desde ese hecho, mucha tinta corrió en nuestro país para tratar de entender la fecha que se conmemora y las distintas actitudes o posiciones que hay al respecto. No es algo nuevo que se tengan ideas diferentes. Lo nuevo es la posición que adoptaron las autoridades de la alcaldía indígena de Sololá, al expresar que suspendían toda actividad en los festejos del 15 de septiembre.

En cuanto a la independencia, durante años se ha cuestionado por no representar una real independencia. Es el nacimiento de una republica de los herederos de la conquista, es lo que se explica en libros fundamentales para las ciencias sociales y la comprensión de nuestro país como La Patria del Criollo de Severo Martínez, o las reflexiones de Marta Elena Casaùs y su planteamiento sobre el racismo, o Arturo Taracena con aportes sobre la cuestión de la identidad nacional.

Hay otros aspectos de lo que levanta la postura de la alcaldía de Sololá. Y es que nos revela que la persecución política, se olvida de los derechos que consigna la constitución política del país sobre los pueblos indígenas; asimismo, nos dice de la incomprensión del contenido de los acuerdos de paz, particularmente del Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas AIDPI.  Dicho de otra manera, los derechos de los pueblos indígenas reclaman de un régimen democrático con todos los derechos para todos, sin exclusiones y sin ser criminalizado y perseguido por demandarlos.

De un plumazo el MP y el OJ, nos muestran que el racismo esta presente de una forma inocultable, pero al mismo tiempo, dejan deslizar un mensaje ominoso: los indígenas no pueden y no deben luchar por la democracia. En otras palabras, los indígenas son buenos si se mantienen cabeza baja, p ero si se les ocurre decir, aquí estamos con nuestros derechos y la lucha por defenderlos, entonces se les criminaliza. Y ello en vísperas de un festejo que a los pueblos indígenas no les dice o no les representa mayor cosa. Esto es o que estamos observando en estos días con el pronunciamiento de la alcaldía indígena de Sololá.

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