Mi pasión por la filosofía

JAIRO3

Autor: Jairo Alarcón Rodas

La filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento, es un acto creador que disuelve las ideologías.

Martin Heidegger

El tercer jueves de noviembre se celebra el día Mundial de la Filosofía, fecha establecida por la UNESCO en 2005. Pero ¿qué importancia tiene la filosofía en el acervo cultural de la humanidad? No se puede pasar por alto que la filosofía recoge el esfuerzo por responder a toda una serie de inquietudes que encara la humanidad, desde los aspectos más simples a los profundamente complejos.

El solo reparar en el hecho de que existieron personas que se atrevieron a pensar más allá de los cánones de lo establecido, que desafiaron a religiones, mitos y creencias ancestrales, impulsados por su inquietud de búsqueda de respuestas más allá de las triviales y dogmáticas soluciones del momento, es razón suficiente para continuar con ese espíritu de búsqueda, con el afán de saber.

Cómo fue que del imperio que sustentaba el mito y la religión pudiera surgir un pensamiento que se separara de las visiones cosmogónicas e hiciera trascender a la razón en búsqueda de respuesta a los aspectos ignorados e inquietantes misterios de los seres humanos.

Hubo intentos por dar respuesta a tales interrogantes, de obtener una explicación a lo que es la naturaleza y la existencia humana, dentro de la cultura sumeria, en el antiguo Egipto, en la India, en China, pero no fue sino en Grecia que tal búsqueda se hizo a través de la razón. Para ello se pretendió encontrar un fundamento de la realidad, un principio generador de todas las cosas, el Arjé y, al margen de concepciones mágico-religiosas, se hizo efectivo.

Especular racionalmente es un ejercicio que, junto con la imaginación, se convierte en una herramienta poderosa para todo aquel que lo ponga en práctica y los antiguos filósofos lo supieron hacer magistralmente. De ahí que, al buscar cuál o qué es el fundamento de la realidad, de la naturaleza, comenzaron con elementos físicos, visibles, como el agua, pero el poder de abstracción que poseían los hizo aventurarse en categorías más abstractas como el Ápeiron, con Anaximandro, el fuego de Heráclito, las homeomerías de Anaxágoras, los átomos de Leucipo y Demócrito.

El solo hecho de pensar que la realidad cambia o que está constituida por átomos, como lo afirmaron Leucipo y Demócrito, sin tener una experiencia sensible de ello, ilustra el grado de raciocinio e imaginación de estos, los que, a pesar del momento en el que vivieron, se atrevieron a pensar y, con ello, mostraron el camino para el desarrollo de la ciencia, la técnica y, por qué no decirlo, de la humanidad.

Los grandes sistemas filosóficos de la antigüedad, como los de Platón y Aristóteles, sorprenden con la vastedad de sus discursos. Cómo fue posible que lo hicieran, cómo fue capaz la mente humana, con tan incipientes herramientas teóricas, de desarrollar todo un caudal de ideas lógicamente estructuradas, en distintos ámbitos de la realidad.

Solo el libro el Teeteto encierra magistralmente lo que es la naturaleza del saber, de la ciencia, con erudición sorprendente y qué decir sobre la República, texto en el que se plantea el origen del Estado, de la justicia y el bien, ambos escritos por Platón hace más de dos mil años, igualmente sobre la obra de su discípulo Aristóteles, en la metafísica, la ética, la política por mencionar algunas.

En la Lógica aristotélica se plantean las reglas del pensamiento, la forma correcta del razonamiento, compendio que ha servido de guía, a todo estudio posterior, sobre el funcionamiento del intelecto. Pero estos pensadores no habrían podido elucubrar esas ideas si no hubieran tenido como referentes a grandes maestros que los antecedieron. Así, Platón fue discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles.

De ahí que, el saber humano tiene la característica que se construye con el legado que han dejado pensadores y pensamientos más antiguos, Si he logrado ver más lejos ha sido porque me he apoyado sobre hombros de gigantes decía Isaac Newton y tenía razón, pues de la nada, nada adviene. Es precisamente la dialéctica del pensamiento, que se constituye de ideas a partir de sus contradicciones, la que da por resultado nuevos pensamientos, lo que, sin duda, amplía el horizonte cognitivo y, por lo regular, también plantea nuevas interrogantes por aclarar.

Mi interés por encontrar respuesta a las dudas que me inquietaban, me hizo dirigirme y amar a la filosofía. De la profundidad que constituye la ontología, comprendí la importancia del conocimiento y con este reflexionar sobre la ética y su importancia, juntamente con la política, a lo que le siguió la estética y más recientemente la filosofía analítica y la comunicación. Inquietudes que aún hoy continúan perturbándome, siguen agitando mi mente en la búsqueda de respuestas más convincentes dentro del universo de interrogantes que, como avalancha, se me presentan constantemente.

Del ejercicio de leer a los filósofos de la antigüedad, a los clásicos, de la llamada filosofía esencialista, la diversidad de criterio entre una corriente y otra, la profundidad y lo complejo de sus cavilaciones, hasta adentrarme en los grandes sistemas, comprendí que el filosofar tiene que seguir la ruta del escepticismo, de la duda metódica, criterios que no pueden ejercerse si no se tiene libertad de pensamiento, ser libre de concepciones dogmáticas, de doctrinas pétreas o verdades reveladas.

Así, encontré las contradicciones que se manifestaban entre el realismo y el idealismo, las diferencias entre el empirismo y el racionalismo, lo relevante que fue el pensamiento de David Hume para el apriorismo de Emanuel Kant, lo fascinante de la intuición bergsoniana para mí y sobre todo, la atracción que representó, desde siempre, el materialismo dialéctico e histórico de Karl Marx, todo eso fue lo que cimentó mi espíritu de búsqueda, mi inquietud por el conocimiento, mi amor por la filosofía.

Dudas e inquietudes siempre habrá, cuando se tiene conciencia del estar aquí, es decir, saber que se es ser y no simplemente nada. Muchos, lamentablemente, no tienen esa posibilidad, ya que las condiciones materiales en las que viven, les impiden “desperdiciar” su tiempo en esas “nimiedades” y, todo por la situación en la que se encuentra el mundo, por el deseo desmedido de unos de acumular riqueza lo que condena a la miseria, a la ignorancia y a la muerte a muchos seres humanos.

Cabe reiterar que, a los que amamos el pensamiento, las ideas, la palabra, la filosofía, a los que valoramos la existencia humana y lo que eso conlleva, su labor a partir del conocimiento y de sus raíces éticas del deber ser, nos toca describir, resaltar, denunciar, con claridad, los males sociales de este mundo, a fin de coadyuvar a la construcción de una sociedad más justa, en todos los rincones del planeta, esa constituye la función más importante que tenemos dentro de la sociedad.

Y así, la construcción de sociedades más democráticas, en las que prevalezcan las oportunidades para todos, en las que haya justicia y equidad, para la concreción del bienestar colectivo, el ejercicio pleno de la libertad y su responsabilidad, les permitirá a todos el maravilloso ejercicio de pensar.

El jueves 21 de noviembre de 2024 que se conmemora el día internacional de la filosofía y en momentos de crisis, de guerras y destrucción, cabe señalar que solo el pensamiento reflexivo salvará a los seres humanos de su extinción.

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