Los que rehúyen la vía racional
Autor: Jairo Alarcón Rodas
Intuir es un captar, en el sentido más profundo de quien intuye más allá de lo meramente sensible, estructuras y formas de lo que se nos da en la experiencia.
Edmund Husserl
Los seres humanos son una mezcla de racionalidad y emotividad, es por lo que, quizás, se les pueda denominar como racionalmente emotivos o emocionalmente racionales. No obstante, lo racional lleva implícita, como herramienta, lo lógicamente estructurado. Es decir que el intelecto busca en la realidad un orden a partir de constantes que den origen al pensamiento formal, mismo que lleva al entendimiento, a la comprensión de las cosas y, a partir de ahí, al accionar correspondiente.
Sin embargo, la realidad, hablando metafóricamente, es caprichosa, puede ser que no se comporte necesariamente como el observador lo espera, atendiendo a la estructuración lógica de su pensamiento racional, en el que prevalece una necesaria sucesión de causas y efectos, antecedentes y consecuentes. De ahí que Henri Bergson dijera, el ojo ve sólo lo que la mente está preparada para comprender.|
Con justa razón, Emanuel Kant, al criticar de cierta forma al absolutismo de la razón, decía, Hume me despertó de mi sueño dogmático. Surgiendo, tras tal reflexión, su crítica de la razón pura, planteamiento filosófico que lo impulsó a examinar las fuentes de la razón y descubrir sus límites. Es por lo que, cabe recalcar, que la realidad es dialéctica, consecuentemente la racionalidad también debe serlo, lo que obliga a que constantemente se esté revisando sus postulados, que se renueve el criterio de racionalidad.
Con relación a tal planteamiento, El filósofo Edgar Morin cuestiona el papel de la razón, la que, según sus palabras, consiste en querer encerrar la realidad dentro de un sistema coherente. Y todo aquello que contradice, en la realidad, a ese sistema coherente, es descartado, olvidado, puesto al margen, visto como una ilusión o apariencia. Su crítica está encaminada a las limitaciones que impone la racionalidad y el pensamiento lógico al flujo incesante de la realidad y su complejidad.
Examinando el proceder humano, con relación al conocimiento, existen dos vías ampliamente conocidas para comprender la realidad, la vía racional y la empírica. Es sabido que, para ponerse en contacto con las cosas, la experiencia sensorial y la razón son las más frecuentadas. Herramientas del conocimiento que no son excluyentes, que se complementan la una con la otra. Pero, ¿cómo es que se conoce la realidad? Lo sentidos proveen la información primaria y el intelecto, con su capacidad racional, acude para interpretarla.
No obstante, es con Edmund Husserl, al igual que con Henri Bergson, que la intuición cobra significativa importancia, constituyéndose en una tercera vía para el conocimiento. Por aparte, Morin, con su pensamiento complejo, aspira al conocimiento multidimensional de la realidad, constituyendo otra vía, que plantea la necesidad de acudir a nuevas formas de pensamiento, más allá de las estrictamente racionales, más bien ampliando el criterio de lo racional, para comprender la complejidad de la realidad.
Otro pensador que cuestiona el pensamiento lógico es Eduard De Bono. Con el término acuñado del pensamiento lateral, muestra el camino a una forma distinta de ponerse en contacto con las cosas, diferente a la verticalidad, como él denomina, a la racionalidad. El pensamiento lateral no selecciona caminos, sino que trata de seguir todos los caminos y de encontrar nuevos derroteros. Es una forma creativa de llegar al objeto de conocimiento en donde el movimiento es esencial, en la que el pensamiento lateral se mueve para crear una dirección.
Al tener presente que la realidad es dinámica, mas no caótica, que tiene un orden y es eso lo que permite a la razón poder develar su estructura interna, sus secretos, ya que, de lo contrario, le sería imposible al entendimiento proceder a su asimilación, a no ser que sea el propio intelecto, al tomar contacto con las cosas, quien arbitrariamente las ordene. Es decir, según su criterio particular, lo que constituiría lo que es el racionalismo inmanente, que ocasionaría implicaciones epistemológicas de gran magnitud que derivarían un caos en el entendimiento.
De ahí que, o la realidad constituyen ideas en la conciencia de un sujeto o tiene presencia independiente de la conciencia. La vieja disputa entre lo que es el realismo y el idealismo ontológico. Si se admite que es la conciencia la que establece el orden de las cosas, a manera de un consciencialismo ¿cuál es el mecanismo que posibilita, individual y colectivamente, ese orden?
Si es a partir de una propiedad innata del intelecto, común para toda la especie humana, ¿a qué se debe la diferencia de criterios sobre las cosas? Ya que, dentro de esa tónica, lo que es representado de la realidad por un individuo X, tendría que corresponder, de igual forma, con lo que elucide un V, W o Z, si el mecanismo es el mismo para cada individuo.
En el escenario de lo real, no es así, pues la interpretación de un sujeto A, a partir de su particular lectura sobre las cosas, no necesariamente corresponde a lo que elucubra una persona B y así sucesivamente. Ante tal situación, la diferencia de criterio puede ser causada por que cada individuo interpreta, con margen de error, la realidad que es común para ambos.
Si el problema se da exclusivamente en el intelecto, puede ser causado por el grado de conocimiento que posea cada persona. Lo que, en este caso, suscitaría una nueva pregunta, ¿cómo es que dos cerebros distintos coinciden en un mismo punto? Coincidirían, sí solo sí, se admite que hay algo que prevalece, más allá de la conciencia, perceptible por ambos, lo que establece el denominado realismo gnoseológico. Consecuentemente, las diferencias de criterio en un mismo objeto de conocimiento se deberían al error en la comprensión de las cosas, por parte del sujeto.
La realidad es compleja, hablando con más propiedad, se hace compleja para el sujeto que pretende comprenderla. De ahí que no es lo mismo, por ejemplo, lo que ocurre en el macrocosmos, como en el mesocosmos o en el microcosmos. Es por eso el interés por la física de unificar tres de las cuatro fuerzas fundamentales en la naturaleza: la fuerza nuclear débil, fuerza nuclear fuerte y la fuerza electromagnética. Con ello pretende encontrar las leyes que regulan esos niveles de la realidad.
Desde la perspectiva subjetivista, cada quién tiene el criterio particular sobre la realidad, de modo que la ordena como le parezca conveniente y tal procedimiento, al ser arbitrario, no necesariamente correspondería al de otro individuo, lo que derivaría significativos problemas en la comprensión y socialización de las cosas, en su comunicación y, desde luego, afectaría el comportamiento de las personas. No obstante, debe haber algo común que permita la comprensión y comunicación, de lo contrario todo sería un caos.
Los que escogen una vía distinta a la de la razón se acogen, a veces sin saberlo, a métodos intuitivos como herramienta y, así, recorren el camino inexplorado de la voluntad emotiva, a través de una intención que rompe con la razón, pero de igual forma, pueda que incursionen en los senderos de la fantasía, de la imaginación ficticia, de las irrealidades. La crítica a la rigurosidad racional, que esquematiza las cosas, que las petrifica mediante el proceso de abstracción para poder asimilarlas y que deriva solo un esbozo de lo que son las cosas, no puede captar las esencias. No obstante, la razón, mediana o profundamente, es la que les ha permitido acceder a la realidad, comprenderla y accionar con propiedad en ella.
Romper con los rígidos esquemas del pensamiento lógico, eliminar la mediación del intelecto entre el objeto y el sujeto de conocimiento, captar desde adentro el justo devenir y los cambios que se suscitan en las cosas, acertar con lo otro, es lo que buscan aquellos que ven, en nuevos métodos de conocimiento, una forma de encarar la realidad que, por la vía convencional, representa una visión restringida.
Poetas, literatos, trovadores, magos, chamanes, siguen una ruta distinta a la convencional para comprender el mundo y, para ello, crean todo un andamiaje de criterios, planteamientos, métodos y un lenguaje que les permite adentrarse en aquellas zonas en las que el formalismo de la razón no tiene acceso. Para eso, rechazan los tradicionales esquemas lógicos del entendimiento, la mediación de la razón. Así, el poeta Roberto Obregón dice: Una gitana pasó, pasó y se fue. Sus ojos eran dos yeguas negras de sueño, desveladas y tristes por un potro que centelleaba desde la otra orilla del mar… Tremenda descripción del personaje, la que, con el lenguaje declarativo, quedaría limitada.
Pero, el intento de develar la realidad por otros medios lleva consigo una intención y esa no escapa a la racionalidad de la que tanto reniegan los que siguen otras rutas para valorar juiciosamente el mundo.
