La Navidad y el Golpe
Fernando Cajas
Esto es un golpe de estado, lento, blando, o como quieran llamarlo, pero es un golpe de estado. No es que lo tenían programado antes de que pasara Arévalo a la segunda vuelta, no. Nace, crece y se desarrolla cuando Arévalo es el virtual presidente. Los empresarios de derecha extrema, no muchos, pero poderosos oligarcas y temerosos al comunismo escuchan la voz de viejos militares, también de derecha extrema que confían en el plan de Miguel Martínez, inspirado por su pareja, el mismo representante de la unidad nacional, Alejandro Giammatei, un personaje siniestro desde su estancia asesina en la cárcel de Pavón. Estos echan mano de la fiscal general, a la que se le contrató para sacar a la Comisión Contra la Impunidad, CICIG, otro ataque a la democracia del que el pueblo de Guatemala no dijo ni pío. No nos defendimos de ese ataque y la fiscal general le dio el triunfo al Pacto de Corruptos.
Ahora tampoco defendemos mucho la democracia. Lo hacen los grupos indígenas como el de los 48 Cantones y Sololá y otros grupos urbanos, pero no estamos defendiendo esta democracia frágil, no se percibe nuestra defensa más allá de la defensa en las redes sociales, no estamos organizados en comunidades estructuradas que puedan tener una respuesta coordinada, no. Si se percibe la enorme defensa internacional la cual se explica porque en principio a Estados Unidos y a los buenos venezolanos se les escapó Venezuela por dos razones básicas: El gobierno autoritario y antidemocrático de Chávez cooptó lentamente todas las instituciones democráticas del país y en Norte América no lo percibieron. Los ciudadanos venezolanos en lugar de defender su democracia empezaron a salir del país, abandonando la lucha, emigraron cinco millones, que no lucharon por su patria y la dejaron en el abandono. Tampoco Washington pudo hacer mucho por el enorme poder del petróleo venezolano y sus alianzas a los chinos y a los rusos con el «apoyo» cubano, carísimo, por cierto. Ni Estados Unidos, ni Europa están dispuestos a que en Guatemala pase lo que pasó en Venezuela y en Nicaragua.
Uno que otro diputado sin visa a Estados Unidos ahora anda diciendo que esto no es un golpe de estado, que todo es normal, que quitarles la inmunidad a los magistrados del tribunal electoral es normal por una compra, que no hay nada de que temer, ¿sí? Habrá que aclararles que un Golpe de Estado, es un cambio en el poder producto de desobedecer la voluntad del pueblo, es una imposición, una injerencia realizada por grupos dentro de una sociedad que accionan en contra de la Constitución con el ánimo de tomar o mantener el poder que no les ha delegado el pueblo. No es solamente quitar al presidente de un país, presidente democrático que ha llegado por una elección democrática, también es no permitir que un presidente electo democráticamente tome posesión o que pueda gobernar porque los corruptos le atan las manos.
Le atan las manos de una y otra forma, con procesos corruptos, con inventar una docena de casos falsos, ridículos, patéticos del que destaca el relacionado con la toma de la Universidad Nacional, la Universidad de San Carlos, USAC: Un Botín Político. Este es el caso paradigmático del brillante ministerio público, mp, que se atreve a denunciar a Bernardo Arévalo y a Karin Herrera de sedición, asociación ilícita, etcétera porque Arévalo escribió y publicó un Twitter en el que dice que hay que defender la autonomía universitaria, si, ese es el brillante caso del mp, ¡válgame Dios!
El otro invento es el llamado TREP, relacionado con el sistema de transmisión de datos, no es un fraude electoral es simplemente una acusación hecha a la medida, sin contar siquiera con una auditoría de la contraloría de cuentas, no tenían nada, ni una forma de comparar precios de un sistema similar, solamente usaron la compra para quitarle la inmunidad a los magistrados del tribunal electoral. Pero aquí se juntó la codicia con la ambición. La primera propuesta del valor del voto a favor de quitar la inmunidad fue denegada. Los diputados golpistas esperaron hasta el último minuto para que la oferta aumentara y entonces dieron su voto golpista. Está clarísimo que no tiene que ver con la supuesta sobre valoración del sistema TREP, sino simple y llanamente era para quitar la inmunidad y cambiar a los magistrados del tribunal electoral.
Ahora el ataque sigue, porque Curruchiche acusó a la magistrada Alfaro de que le hizo una mala mirada, de que esto y aquello, de que no coinciden las actas 8 con lo que dice el TREP. Ya cansada la magistrada Alfaro responde: «Este antejuicio lo recibo con mucha gratitud porque es mi respaldo de que he hecho lo correcto. Los votos los contaron las juntas receptoras de votos. Las actas 4 las llenaron las juntas receptoras de votos y las actas 8 las llenaron las juntas departamentales y esas actas 8, como bien lo han dicho ellos en su conferencia, no tienen que coincidir, hay que darles una clase de derecho electoral. Esas nunca van a coincidir con el TREP señores, porque ahí hay las revisiones que plantearon las organizaciones políticas y cuando se llena el acta 8 puede variar en el conteo legitimo que hacen las juntas departamentales. Entonces, señores, nosotros podemos decir que le damos la garantía, de esa legitimación de una ley electoral de partidos políticos anti fraude, o sea, no puede existir fraude en Guatemala porque aquí las boletas solamente son de papel. El TREP solamente contiene datos preliminares.» Más claro no canta un gallo.
En esta telenovela, ya la magistrada mejor le regaló al Curru un Grinch, por el deseo del fiscal anticorrupción de hacernos pasar una amarga navidad. Enredados los guatemaltecos, por un lado, con un grupo de corruptos que no quieren abandonar el poder o que se lo quieren dar a otros corruptos y un país que no parece luchar por su democracia, nos vemos ante una navidad golpista, esto es, una celebración que debería darnos paz y no amargura como se percibe con el constante accionar del ministerio público y la indiferencia de un pueblo que no parece apreciar la democracia. Eso sí, la pelea la hacen los grupos indígenas que bien merecen entonces un estado plurinacional, pluricultural, multiétnico que reconozca no solamente este enorme esfuerzo por defender la república, sino que también reconozca el abandono al que han sido sometidos por una democracia de papel.
La lucha debe ser de todos los que queremos democracia. Debemos salir de nuestra zona de confort. Debemos de pronunciarnos por todos lo medios posibles y participar en la defensa de la democracia que tenemos para construir una democracia mejor. O es ahora o no será nunca Guatemala.
