La corrupción y el gobierno

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Fernando Cajas

Debe ser difícil gobernar un país que tiene décadas de estar cooptado por mafias de todos lados, las micro mafias incrustadas en las instituciones del Estado, ministerios, direcciones, municipalidades, funcionarios de bajo y alto nivel, que piden mordida para agilizar trámites, cuando tienen la harta obligación de hacer su trabajo eficientemente. Esos micro corruptos están en todos lados. Eso no quita a los eficientes, los honestos, los que trabajan y que poco estímulo reciben. Al mismo tiempo la macro mafia organizada a través de carteles del narco, estos que se dividen al país en tres y que compran y venden conciencias, en el Congreso, en las alcaldías municipales, con tal de tener luz verde en el trasiego de sus asesinos productos. La macro mafia del narco también ha incorporado a su oferta el paso de migrantes hacia los Estados Unidos, el Trato de Blancas y cuanto negocio sucio se les ocurre.

                Debe ser muy difícil de gobernar un país cuando el sistema de justicia está totalmente cooptado por las macro y las micro mafias. Quienes deben hacer justicia no la hacen. Quienes deben hacer las investigaciones criminales que conduzcan al castigo de verdaderos responsables, no lo hacen, al contrario, atacan a quienes denuncian la corrupción. El modelo del sistema de justicia de Guatemala es una justicia selectiva, tal como lo declaró contundentemente Margaret Satterthwaite, relatora de Naciones Unidas al hablar de la decadencia del sistema de justicia guatemalteco en manos de personajes que, en lugar de encerrar a los corruptos, los sueltan, que en lugar de apoyar a la sociedad se han especializado en criminalizar a quienes luchan contra la corrupción. Para muestra un botón.

                Joviel Acevedo, el líder sindical construido a la medida de los ex ministros de educación, que lo utilizaron para robar y conseguir apoyo para el gobierno de turno de entonces, es un personaje criminal a todas luces. Pero ese personaje es protegido del sistema de justicia. Esto de que sea protegido del sistema de justicia un corrupto, ladrón, criminal que pone en peligro el futuro de los estudiantes guatemaltecos, niños y niñas, dice mucho del sistema de justicia. Pero no solamente el, también están una serie de personas como Melvin Quijivix, del que recientemente aprendimos que era parte del trío amoroso Alejandro Giammattei, Miguel Martínez y Melvin Quijivix. ¡Vaya trío!

Melvin Quijivix es sinónimo de Miguel Martínez y este sinónimo de Alejandro Giammattei, y este de Jimmy Morales, y este de Otto Pérez Molina, y este de Roxana Baldetti, y esta de Sandra Torres, y esta sinónima emocional de Manuel Baldizón, y este sinónimo de Alejandro Sinibaldi, y este primo emocional de Armando Paniagua, que tanto robó en FONAPAZ y este hermano emocional del tergiversado José Luis Benito, y este hermanito en valores de Felipe Alejos y este sinónimo emocional de Allan Rodríguez y este de Manuel Conde, este hermanito de Walter Mazariegos, otro manipulador compulsivo que se llena las bolsas de recursos económicos y sociales de la cooptada Universidad de San Carlos y así seguiría la lista de no acabar. Todos estos son ladrones, manipuladores compulsivos, todos son narcisistas, capaces de hacer lo que sea para que ellos estén bien a costa de todos, no tienen moral alguna, no tienen ética alguna, son excelentes para engañar, robar y manipular.

El problema estriba en que no es un fenómeno local guatemalteco, no. Este es un fenómeno mundial producto de un cambio civilizatorio que ha visto al ser humano como Homos Economicus, un ser humano disque racional, que solamente ve su bien personal, actuando como un ser egoísta, más parecido a Maquiavelo que a otro ser humano. Esta visión economicista, simplificada, hiper enfermiza, ha llevado a construir una ética de los no valores, una ética donde lo que cuentan son los fines, no los medios, de tal forma que:  » Se normaliza y se acepta, así, libre de trabas el perfil del psicópata integrado, a la vez que se cuenta con que la sociedad reverencia siempre a ricos y poderosos sin preocupase ya por el origen de su poder y su fortuna», como lo ha descrito profundamente Iñaki Piñuel en sus libros como Liderazgo Zero y Amor Zero, para citar dos.

Es momento de cambiar esta visión normalizada de psicópatas funcionales que nosotros hemos construido como líderes y transformar a nuestro país, a nuestro Planeta alrededor de una visión humanista, humana, de una sociedad que puede, quiere y debe vivir en paz no gobernada por locos, psicópatas o simplemente rateros. Hagámoslo, cambiemos esto a pesar de que se vea casi imposible. Intentemos. Hagámoslo ahora, porque si no es ahora, no será nunca.

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