Golpe de suerte o imposición
Mario Rodríguez Acosta
El pacto de corruptos tuvo éxito porque eliminó la resistencia al sistema y creo unidad entorno a la fiscal general, quien se erigió como garante y custodio del sistema para regocijo del comediante al que le juro lealtad e impunidad eterna. Cuando se dijo que estaba vigilante, en realidad alineaba los intereses que luego armonizó y orientó hacia un bien superior, el control y ejercicio del poder desde lo judicial. Los fieles seguidores del pacto tuvieron su recompensa. Los detractores también. Y contra los enemigos, se aplicó la “ley”, o mejor dicho “su ley”, la venganza por el atrevimiento. Así que la resistencia al sistema se fue diluyendo y los malos se volvieron patriotas, los corruptos amaron el “debido proceso”, aceptaron cargos y se marcharon a disfrutar sus bienes, los reincidentes corruptos en el ejercicio de sus cargos lograron impunidad extendiendo sus redes corruptas a esferas inimaginables, mientras los asesinos se convirtieron en devotos pro vida y negaron el genocidio. Así nació el enjambre lambiscón de amantes del dinero que pronto encontraron en las predicas del pastor posmoderno el refugio ideal para lavar tantos pecados verdes malparidos. En “nombre de Dios” y en contra el “comunismo” se sustento le legalización de la corrupción y la venganza judicial que llevó al exilio o la cárcel aquel que intentó destruir el perverso sistema.
Mientras tanto el gobernante construía su imperio de la mano del gestor preferidos del centro de gobierno. El manejo de la pandemia generó el mayor robo en la historia del país, cientos de hospitales colapsados, gente muriendo, vacunas que se pagaron, pero nunca llegaron y dinero a manos llenas para los amigos, mientras que el liberalismo salvaje justificaba el abandono estatal, así que el sálvese quien pueda tomo forma y para regocijo de los marroquinianos unos se hacían millonarios y otros sufrían su pobreza. Las bondades y los réditos del sistema estaban garantizados y así todos felices. Pero había que guardar las apariencias, con eso de ser un sistema y gobierno democrático, las elecciones fueron el mejor pretexto para garantizar la continuidad del sistema corrupto. Así, uno a uno de los candidatos incomodos al régimen fueron desechados. Todo estaba decidido de antemano, los candidatos elegidos daban palos y regalos a todo aquel que asistía a sus mítines. Las encuestas avalaron las preferencias y el gobernante designó a su amante como gerente de campaña a través del dinero para carreteras y así garantizar que su candidato, un peor es nada, prepotente y nublado por el poder, sin mucha relevancia en las encuestas, saliera victorioso para gloria del rey en el trono. Pero algo en el camino se interpuso. Y los votantes decidieron que no era ese el camino, a pesar de recibir el pago por el voto otorgado, la gente lo desecho, como al resto de ungidos.
Así que un pequeño y hasta ese momento, insignificante partido, con un candidato que recordaba la revolución del 44, obtuvieron el triunfo. Entonces se dieron cuenta que el sistema no estaba lo suficientemente blindado para su continuidad. Y recurriendo a todos los trucos habidos y por haber que se les pudo ocurrir. Llamados de pastores corruptos, influencers pagados y hasta mandatarios defenestrados de otros países acudieron prestos y veloces en apoyo de la más odiada de las opciones que antes habían defenestrado. Y ni eso pudo evitar el desastre. Así que se tuvo que recurrir nuevamente a la guardiana del sistema. Consuelo Porras activó todo cuanto tuvo a la mano y generó una ola de acusaciones y demandas contra Semilla, primero para suspender el partido, luego para invalidar las elecciones y luego, ya sin misericordia, para atentar contra esa democracia que la sostiene a ella en el cargo. El mentiroso compulsivo ofreció su vida para que Arévalo pueda asumir el cargo, mientras él y su amigo íntimo exigían a la fiscal poner fin a todo este relajo en un audio que negaron con cinismo.
Consuelo Porras que había sido tan efectiva, cruel y cínica a la hora de gestionar la represión judicial estaba fallando. Primero fueron las firmas falsas, luego el financiamiento ilegal y el lavado de dinero, luego el fraude electoral y ahora, si no es qué se les ocurre otro asunto antes, la sedición. Todo, sin embargo, está bajo reserva. Pero se sentencia sin el debido proceso, ni la debida confirmación, para evitar un mal mayor. Como antes, no importan las evidencias para actuar contra alguien, no es necesario, si ese alguien es considerado un enemigo del sistema de corrupción, basta con eso para encerrar o dar muerte civil al susodicho. Pero no es tan fácil en está coyuntura. Pues es el sujeto subyugado, que nunca como antes ha sido consciente de ese dominio, despertó. Dejó de pensar en las falacias que el pacto de corruptos construyó, de los falsos argumentos legales y cínicas interpretaciones constitucionales, así, tímidamente llamó a un paro para pedir la renuncia de Consuelo, y está suela como ella sola, desoye el clamor popular. Para enojo de los empresarios, el pueblo respaldó el llamado y de pronto, el país se paralizo. No había similitudes con las movilizaciones de la llamada “la plaza”, de años atrás. Esto era más grueso, porque ni Semilla, ni Bernardo Arévalo, ni otro sector urbano clase mediero dirigían el asunto. Eran los pueblos indígenas, los cantones de Toto, los desarraigados de la tierra, las alcaldías indígenas del occidente y, sobre todo, el pobrerío que está harto de tanta mierda de sus gobernantes y especialmente, de la fiscal general. Así que cuando se le pidió a Bernardo Arévalo que parará el descontento, se dieron cuenta que esto no es por Semilla, es, por algo más grandes. Es contra la corrupción representada en la fiscal Consuelo y su titiritero Giammattei.
Dentro de pocas horas sabremos el resultado de todo. Si gana la dupla Giammattei – Consuelo Porras y pierde el país, tendremos más de los mismos, pero para peor. La corrupción se legalizará, fundaterror será el sicario judicial de manera oficial y los jueces de la CC y la CSJ serán declarados permanentes hasta la eternidad. Y el señorito Martínez podrá iniciar su campaña presidencial sin contrapesos, con tanta juventud por delante, seguro pretende convertirse en el Ubico de la era moderna. Pero si pierden, la derrota será momentánea. Porque todos estos esbirros judiciales seguirán en sus puestos reforzados por un congreso reaccionario, mientras que Giammattei parará en el basurero del parlamento centroamericano esperando, o disfrutando, su regreso al centro del poder. Y todos, sin menospreciar los apoyos harán que el proyecto arevalista fracase, especialmente la élite empresarial que tanto empeño ha puesto en la ejecución del golpe judicial actual, lo mismo que hizo en el 56, de la mano de Estados Unidos, coartando la primavera democrática.
Por eso, el paro debe dar resultados favorables, para que, por fin, los pobres y marginados, puedan disfrutar de un golpe de suerte. De lo contrario la imposición será brutal.
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