Estreno de la obra el señor Presidente

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Omar Marroquín Pacheco

El estreno de «El Señor Presidente» ha sido un acontecimiento significativo, no solo por
la relevancia histórica que tiene la obra, sino también porque coincide con la
conmemoración de los 80 años de la Revolución de Octubre, un hecho que marcó la
historia de Guatemala.

Jorge Rojas Fernández, a través de un enfoque que demuestra su compromiso con el
movimiento teatral guatemalteco, logró transportar al público al universo de Miguel
Ángel Asturias, con una magistral interpretación del realismo mágico. Este realismo no
solo está presente en la narrativa original, sino que fue brillantemente trasladado al
escenario en una puesta en escena que resuena profundamente con el legado literario
de Asturias.

La oportunidad de conversar con Miguel Ángel Asturias hijo, quien vive en Buenos
Aires desde 1958, después del estreno, añadió una capa emocional a la velada. Su
reconocimiento a Rojas Fernández por la inclusión de algunos de los poemas de su
padre, en la obra fue un momento especial, un puente entre la literatura y el teatro que
amplió el significado de la propuesta.

Por su parte, Sandino Asturias, nieto del Premio Nobel, también aportó una reflexión
interesante al reconocer que «El Señor Presidente» como obra literaria, no presenta una
resolución concreta, sino más bien una protesta continua. Sin embargo, la
interpretación de Rojas Fernadez un final que sugiere esperanza, fue vista como una
propuesta que invita a construir un futuro mejor para Guatemala. Ambos coincidieron
en que este mensaje de esperanza es vital, aunque sigue siendo trágico y paradójico
que, después de tanto tiempo, los problemas fundamentales del país no hayan
cambiado, sino que, en muchos casos, parecen haberse agravado.

El montaje de la obra, con la emotiva frase final «Patria estás entre tus hijos y todos
tus hijos estamos contigo», deja una resonancia profunda, una invitación a la
reflexión sobre el estado de la nación y la necesidad urgente de actuar, para generar
los cambios que Guatemala tanto necesita.

Este final, además de ser una representación artística poderosa, se convierte en un
llamado a la acción, a construir un futuro más justo y esperanzador.

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