El pensamiento complejo ejemplo concreto

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Omar Marroquín Pacheco
Un ejemplo concreto: enfrentar la pandemia no fue solo cuestión de medicina (virus y vacunas), sino que involucró economía (impacto en empleos), psicología (salud mental), política (coordinación global), arquitectura e ingeniería. El pensamiento complejo permite tejer estas hebras en una estrategia más efectiva, esto fue posible por la coordinación de brillantes profesionales universitarios, comprometidos y preocupados por la pandemia que tocó vivir en el mundo en el 2020, que reaccionaron en tiempo real a este fenómeno que tuvo cobertura mundial.

El programa AIRE USAC, impulsado por profesionales vanguardistas de la Universidad de San Carlos de Guatemala durante la pandemia, fue una iniciativa notable que refleja cómo el
pensamiento complejo se aplicó en una situación de crisis.

Este proyecto diseñó y desarrolló 320 respiradores que fueron donados a hospitales COVID en Guatemala y otros hospitales del interior del país, todo el diseño u desarrollo de los mismos, llevado a cabo de manera virtual.

Esto implicó una integración impresionante de múltiples disciplinas y enfoques, desde la
perspectiva médica hasta el diseño técnico y las pruebas en modelos simulados, escalando
progresivamente hacia aplicaciones en humanos.

Desde la postura médica, se tuvo que entender la enfermedad (COVID-19) como un problema respiratorio complejo, donde la insuficiencia pulmonar requería soluciones adaptadas a las condiciones específicas de los pacientes.

Los técnicos diseñadores, por su parte, tradujeron ese conocimiento en dispositivos funcionales, probablemente ajustándose a las limitaciones de recursos y tiempo que
caracterizaron la pandemia.

El modelado en pulmones artificiales sugiere un paso intermedio clave: simular el
comportamiento respiratorio para ajustar los prototipos antes de pruebas reales.
Luego, el escalado a medicina veterinaria podría haber servido como un puente experimental, aprovechando similitudes fisiológicas entre especies para afinar los respiradores antes de su uso en humanos.

Este proceso virtual no solo demuestra creatividad y adaptabilidad, sino también una
coordinación interdisciplinaria que es esencial al pensamiento complejo.

Se integraron conocimientos médicos, ingenieriles y científicos en un entorno digital,
enfrentando la incertidumbre de una enfermedad nueva y las restricciones físicas de la
pandemia.

El resultado —donar 320 respiradores— tuvo un impacto directo en la capacidad de los
hospitales para atender a pacientes graves, salvando vidas en un momento crítico.

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