Creer lo que se quiere creer

JAIROaLARCO

Autor: Jairo Alarcón Rodas

La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de negarse a adquirirlos.

Karl Raimund Popper

A pesar de que la razón es lo que diferencia a la especie humana, prevalece en estos la sin razón, la mayoría de las personas, se mueve por impulsos irreflexivos, casi instintivos y acríticos. Para pensadores como Arthur Schopenhauer y Federico Nietzsche, la emotividad debería prevalecer en el actuar humano, pero qué significa eso.

Según Schopenhauer, la realidad es voluntad irracional, Nietzsche, en cambio, al plantear también que la vida es irracional, señala que debe ser tratada para su aceptación tal como es, en sus caracteres originarios e irracionales. Sin embargo, tales aseveraciones solo son posibles a través del concurso de la razón y así, paradójicamente, se cuestiona lo racional, desde un enfoque discursivo. Siguiendo con tal planteamiento, enfrentar la realidad en forma irracional, es no pretender comprenderla sino vivirla.

De acuerdo con esa postura, el triunfo de lo emotivo, de la voluntad sobre lo racional, sobre lo lógico, sobre todo aquello que establece límites al accionar humano, a través de la mediatez de los juicios racionales, es lo que debería de predominar. La lucha entre lo apolíneo y lo dionisiaco, planteado por Nietzsche, en donde el desenfreno de la voluntad tiene su razón de ser y en nada corresponde a la irracionalidad en las que mayoritariamente, se comportan las personas.

Reafirmando que ese no es el caso de las actitudes cotidianas, que desempeña mayoría de los seres humanos, en las que imperan las emociones, producto de la seducción psicológica, en el que las formas, prevalecen sobre las esencias y, consecuentemente, lo superficial sobre lo profundo, ese es el proceder cuestionable.  

A eso se le agrega la pereza de no trascender más allá de lo aparente y de confiar ciegamente en aquellos, a los que se consideran poseedores de la verdad, lo que da por resultado, más bien un tema de falta de criterio e ignorancia por parte de los afectados que de cuestionamiento de la razón.

La crítica, que el intuicionismo fenomenológico, hace al método de conocimiento convencional, que tiene por herramientas a los sentidos y al intelecto, que hace referencia al planteamiento de Emanuel Kant, de que solo es posible conocer los fenómenos, no invalida el uso de la razón, para el encuentro veraz con las cosas, de hecho, ese es el camino que ha escogido la ciencia. Cómo explicar el mundo de forma coherente, si no se le cuestiona, si no se busca comprenderlo a partir de reflexiones racionales.

De ahí que la pregunta que asalta de inmediato es, por qué lo irracional prevalece sobre lo racional en el comportamiento de las personas. En el caso de Nietzsche y ubicado desde una posición del deber ser, su crítica está encaminada a la rigurosidad de la racionalidad, que impide el libre ejercicio de la voluntad y de las emociones humanas, pero en los demás, en las personas comunes que simplemente actúan por impulsos, dejándose llevar por la opinión de otros, tal proceder debe ser objeto de crítica.

En respuesta los filósofos racionalistas, que van desde el planteamiento intelectualista de Aristóteles, la duda metódica de Descartes, el criticismo de Emanuel Kant, hasta pensadores más recientes como el empirismo lógico de Bertrand Russell, la filosofía crítica de Herbert Marcuse, el cientificismo de Karl Popper y el realismo de Mario Bunge, pese a sus diferencias, todos resaltan el uso de la razón en el proceder humano, como rasgo distintivo de la especie, en su afán por desentrañar los enigmas de la realidad.

El accionar humano, mezcla de racionalidad y emotividad, se construye a partir de lo que asimila, de lo que aprende cada individuo en sociedad, consecuentemente, es lo que se les enseña y aprenden, lo que moldea su condición de ser que, junto a lo heredado, establece lo que son. Sociedades, en donde impera la miseria, en las que las oportunidades de desarrollo no son para todos, en donde el terror y la violencia ha sido su modo de vida, todo ello plantea, un gran reto, para el desarrollo intelectivo, para la formación crítica de las personas.

El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas decía Russell, mostrando con ello, como es el proceder de los que son prisioneros de sus creencias y de las creencias impuestas. Y, por el contrario, de aquellos que, continuamente buscan el saber, a través del ejercicio de la razón, de la investigación reflexiva, del pensamiento crítico.

Ejercitar el juicio crítico, al parecer, está alejado del proceder de muchas personas pues es más cómodo admitir como verdadero, aquello que no representa problema alguno de entendimiento, que es fácil de digerir y lo que requiere, no es más que una simple seducción emotiva, al margen del entendimiento, de un ordenado procedimiento lógico racional. De ahí que, en estos, se anteponen los sentimientos, las emociones, los legados ancestrales, las creencias religiosas, a toda visión de la realidad de forma crítica y, por consiguiente, se acepta como verdadero lo que gusta, lo conveniente, lo que persuade, aunque sea un engaño.

La realidad es y se refleja ante la mirada de todo sujeto, constituyendo el horizonte en donde estos se desenvuelven, actúan y viven. A esta, se le sobrepone otra, construida simbólicamente, producto de la labor del intelecto, a partir de su interpretación, de la lectura, que puede ser descrita, a través de elucubraciones sesgadas, construcciones erróneas, fantasiosas, equivocadas o bien, como resultado de razonamientos y edificaciones objetivas, en donde indiscutiblemente la razón está presente. Siendo, precisamente estas, las que nutren a la ciencia y también a la técnica para su desarrollo. Las otras, en cambio, dan lugar a las creencias e ideológicas, distantes del pensamiento crítico y muchas de ellas, de la realidad.

Pero, ¿a quiénes les interesa descubrir lo que es la realidad y no solo hacer uso de ella? ¿Quiénes son los que construyen el pensamiento que sirve de modelo para el desarrollo de la técnica, la ciencia y la filosofía?, quiénes son los que, sencillamente, reflexionan sobre lo que son las cosas, a no dudar que son los menos, los más, las multitudes, siguen criterios cautivadores, que muchas veces les son impuestos como verdades incuestionables, por otros, sin tener la posibilidad de cuestionarlos argumentativamente ya que no cuentan con herramientas pertinentes para lograrlo.

El creer lo que se quiere creer, como resultado del nivel cognitivo que se posea, de la pereza o del adormecimiento del intelecto, es el denominador común de un gran número de personas en el mundo y ante eso, las argumentaciones racionales, resultan ser las grandes perdedoras. De ahí que, para los amantes de la verdad, discutir con ignorantes es perder el tiempo, pues ellos, nunca van a considerar que están equivocados,  ya que, volviendo a la afirmación vertida por Russell,  están seguros de todo y será muy difícil que piensen lo contrario o puedan tener la leve sospecha de su equivocación.

No obstante, existen otros, los menos, los que dudan, los que cuestionan, los que investigan, los que no aceptan como válido lo aparente, los que no se dejan seducir por criterios ideológicos, aquellos que han sido y son, los que preparan el camino para la verdad, siendo muchos de ellos, artífices de que la ciencia haya avanzado y, con ésta, también la humanidad, para su desarrollo, el que cabe resaltar, no ha sido igual para todos.

Unos creen en milagros, aunque estos sean para la ciencia, opiniones particulares sin la posibilidad de una demostración pública y, en otros casos, tan solo hechos inexplicables que las herramientas cognitivas, e instrumentos que actualmente posee la ciencia, no puede aclarar, pero que más tarde, a futuro, sin duda, con el avance del conocimiento, serán develados, explicados, algunos quizás, descritos como simples caprichos de la realidad, la que aún teniendo contantes, se aparta del determinismo absoluto, con el que algunos la encierran, planteamiento que ha sido objeto de muchas críticas.

Se cree lo que se quiere creer, más bien lo que las limitantes cognitivas, que se poseen, hacen ver como verdadero o, lo que el pensamiento hegemónico impone, en las mentes debilitadas y acríticas, a través de mensajes persuasivos, información sesgada y de mentiras. El ignorante no se da cuenta que lo es, he ahí el valor e importancia de la ironía socrática, que consiste en darse cuenta de que no se sabe y con ello, buscar el saber.

La maquinaria ideológica, emprendida por parte de los medios de comunicación, se concentran en proyectar una imagen perversa, criminal de aquellos que consideran sus enemigos con el fin de que todo juicio negativo e información falsa sobre estos, sea bien recibida, aceptada por la opinión pública y ante una población acrítica, con precarias herramientas cognitivas, la seducción resulta muy fácil de lograr.

El camino es arduo para aquellos que quieran despertar conciencias, que confían en el pensamiento crítico, que van más allá de lo aparente, los que no se doblegan ante el criterio hegemónico, el que puede hacer que las mentiras parezcan verdad. De ahí que todo es cuestión de conciencia.

La historia, el contexto, los indicios, las evidencias, el conocimiento, son la mejor ruta para aquellos que buscan la verdad y que no quieren dejarse engañar, con seducciones absurdas, con las que el pensamiento hegemónico pretende imponer sus designios y ejercer su poder en el mundo.

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