Contaminación digital
Omar Marroquín Pacheco
La contaminación o polución digital representa el 40% de las emisiones de los gases de
efecto invernadero (GEI), esto regularmente se produce durante la fabricación de los
dispositivos electrónicos que se usan en la actualidad.
Mandar un correo electrónico, compartir una foto en WhatsApp, ver una serie en streaming
o participar en una videollamada de trabajo tiene una significativa huella de carbono.
Aunque individualmente estas acciones no sean muy gravosas, colectivamente suponen el
4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, entre todos podemos
contribuir a disminuir este porcentaje.
Aunque nos pueda parecer increíble cualquier actividad realizada en el entorno digital,
genera emisiones de gases de efecto invernadero. Internet se apoya en una de las redes de
cables, centro de datos y servidores permanentemente operativos, que consumen grandes
cantidades de energía.
Cada vez que utilizamos un dispositivo de uso individual conectado a la red, como un
teléfono celular o un ordenador, se pone en marcha toda una infraestructura que necesita
electricidad para almacenar y transmitir esa información, a través de los servidores.
Cargar un teléfono celular genera 15 kg de CO2 equivalente cada año, mientras que con un
ordenador de sobremesa usado durante ocho horas alrededor de los 25 kg de CO2 por año.
Estas dos acciones tienen un consumo anual parecido al de una refrigeradora.
Si tenemos en cuenta todo el ciclo de vida de los dispositivos electrónicos, esto es, si
incluimos la obtención de materiales, fabricación, empaquetado y transporte, por último
recuperación y reciclaje, estas cifras crecen entre 5 y 20 veces más, es decir empezamos
hablar del orden la tonelada de CO2 al año, mediciones hechas por empresas
especializadas en la transformación digital.
Los teléfonos celulares poseen en su interior tierras raras, que afectan al medio ambiente, el
apoyarse en las nuevas tecnologías permite un ahorro de energía y de recursos. Por
ejemplo, el desarrollo digital ha cambiado la forma en que nos comunicamos, agilizando los
tiempos y eliminando las fronteras y ha alterado el modelo de trabajo, sustituyendo la
presencial y Dad física por la telemática.
son sólo dos ejemplos de las muchas ventajas y aplicaciones de la tecnología digital en
nuestro día y que, de acuerdo con el World Economic Forum, hace que la digitalización
pueda reducir las emisiones mundiales hasta un 35% en la próxima década.
Sin embargo, la digitalización tiene un lado oscuro: para empezar fabrica los dispositivos
que nos permiten el acceso al mundo digital, ya sean grandes o pequeños dispositivos de
manejo personal, tiene muy importante huella de carbono.
Cada actividad realizada en el entorno digital acarrea un peaje medioambiental. Es notable
el peso de las emisiones que suponen mantener en funcionamiento este ecosistema.
hasta el último eslabón, cuando la tecnología deja de ser operativa y toca deshacerse de
ella, tiene consecuencias para el planeta.La contaminación digital es el conjunto de
emisiones de carbono que hay tras una actividad digital. Los centros de datos, las
infraestructuras de Red y los equipos de consumo tienen una importante Huella digital.
Según The Shift Project (TSP), organización francesa cuyo objetivo es combatir el cambio
climático y disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, el 4% de las emisiones
globales están causadas por la polución digital.
Si nada cambia, se pronostica un crecimiento espectacular de este porcentaje. En 2030 la
contaminación digital podría suponer un 40% del total del CO2 liberado a la atmósfera.
Según el estudio tecnologías digitales en Europa: un enfoque medioambiental de ciclo de
vida, en la Unión Europea el impacto medioambiental ya alcanzado ese porcentaje. La
contaminación digital representa el 40% de las iniciales de los gases de efecto invernadero.
El mayor impacto de las tecnologías digitales se produce durante la fabricación de los
dispositivos un 54%. El 40% de los impactos ambientales están relacionados con el
agotamiento de los recursos mineros, metálicos y el uso de recursos fósiles, principalmente
en la fase de fabricación de los dispositivos. Asimismo, cerca del 10% del consumo eléctrico
de la Unión Europea se destina a las tecnologías digitales.
