Ante la representatividad del Consejo Superior Universitario de la USAC
César Antonio Estrada Mendizábal
El gobierno de la pública Universidad de San Carlos está encomendado a su Consejo Superior
Universitario que, recordémoslo, se integra por los decanos de sus diez facultades, por
representantes de sus profesores, estudiantes y colegios de profesionales correspondientes y
por el rector que lo preside. Todos ellos han sido electos por los distintos grupos universitarios
para que los representen y lleven su voz y su sentir al susodicho órgano de dirección. Los
centros universitarios (regionales, de los departamentos) y las escuelas que no pertenecen a
ninguna facultad (o no facultativas) no forman parte del Consejo.
Los representantes, incluyendo al rector y a los decanos, ante el Consejo Superior Universitario,
como órgano colegiado, deben llevar las cuestiones, las propuestas y las demandas de los
profesores, estudiantes y exalumnos –o egresados– que los eligieron precisamente para que los
representaran. Por supuesto, cada representante, como miembro de su grupo, podrá tener sus
particulares posturas y puntos de vista, que puede manifestar y promover, aunque no
concuerden con el sentir de quienes lo eligieron, pero su principal misión no es esta sino hacer
que las necesidades y propuestas del grupo que representa tengan efecto en la dirección de la
Universidad pues, según su estructura formal y legal, se supone que practica la democracia
representativa.
Ahora que la universidad viene atravesando una grave y acaso terminal postración, en la cual se
han manifestado claramente graves e irreconciliables contradicciones entre sus directivos –el
Consejo Superior Universitario, las Juntas y Consejos directivos de las diversas unidades
académicas– y el grueso de los profesores y el estudiantado, se hace vital que los profesores,
estudiantes y profesionales y sus mismos representantes, rompan su acostumbrado aislamiento
mutuo, se comuniquen individual o colectivamente, discutan y alcancen acuerdos de modo que
el Consejo Superior Universitario responda a lo que los profesores y estudiantes creen que
conviene para que la Universidad Nacional supere su decaimiento y pueda realizar sus diversas
labores según lo que la sociedad, la población guatemalteca, necesite.
Viendo la penosa situación actual, donde hay un divorcio, una ruptura, es decir, no hay
entendimiento ni acuerdo entre las bases y sus representantes en la conducción ni en el
gobierno de la universidad y se tiene que acudir a instancias externas como los venales
juzgados para resolver asuntos propios de una decente casa de estudios superiores, se hace
indispensable recordar a los profesores especialmente y a los estudiantes que –sin duda–
además de realizar bien y responsablemente sus quehaceres, no pueden dar la espalda al
rumbo de su institución, permanecer indiferentes, que también son responsables de cómo la
universidad se gobierna y de cuánto está llenando las expectativas que la sociedad, que todos
tenemos de ella, para lo cual es ineludible tomar cartas en el asunto y, aparte de emprender
otras acciones que consideren pertinentes y bien planificadas, iniciar un proceso ágil, directo y
participativo en que se aborde el estudio, el conocimiento, el análisis, la comunicación y la
discusión seria e inteligente que permita llegar ya a los necesarios acuerdos primarios que
conduzcan a superar la crisis actual (pero que viene de muchos años atrás) y exigir así a sus
representantes que cumplan su obligación, su razón de ser y lleven y hagan eficaz la voz en el
Consejo Superior Universitario de quienes realmente hacen y son la universidad.
