Guatemala perdió, pero en el fútbol no todo está perdido

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En el marco de la Copa Oro, Guatemala cayó derrotada frente a Panamá en un partido que reflejó tanto las carencias como las ganas del equipo nacional. Se perdió, sí, pero se luchó, lo cual puede sonar a consuelo, y es cierto, pero hay que reconocer que con eso no alcanza para asegurar una clasificación mundialista. Sin embargo, este encuentro deja muchas sensaciones que merecen ser analizadas con calma y profundidad. No solo por lo ocurrido dentro del campo, sino por lo que viene, las eliminatorias rumbo al Mundial, donde Panamá será el rival a vencer.

Luchar en el fútbol siempre será valioso. Muestra actitud, entrega, respeto por la camiseta. Pero cuando los objetivos son tan altos como llegar al Mundial, solo el esfuerzo no basta. Hace falta juego, claridad táctica, soluciones individuales y colectivas. Defensas solidas y ataques coordinados y letales. Y en el partido de ayer quedaron muchas dudas.

Desde el pitazo inicial, el equipo de Panamá impuso condiciones. Tomó el control del balón, manejó los tiempos del partido y generó peligro gracias a la velocidad de sus extremos. La defensa nacional mostró dificultades para salir jugando, y el mediocampo no logró sostener la posesión del balón, ni generar opciones claras hacia adelante. En ataque, solo apareció Santis de manera intermitente. Y, aunque su esfuerzo fue notable, una golondrina no gana partidos.

El primer gol de Panamá fue un reflejo fiel de lo que ocurrió durante los 90 minutos. Tomás Rodríguez se anticipó a una defensa estática y empujó el balón sin oposición. Esa imagen resume uno de los principales problemas del equipo, la falta de velocidad, tanto física como mental para reaccionar y adelantarse al rival.

Pensando ya en las eliminatorias mundialistas, donde Panamá será nuestro rival directo, este partido debe funcionar como una señal de alerta. No podemos permitirnos caer en los mismos errores: falta de dinamismo en defensa, marcas lentas en el medio campo y una delantera que no encuentra respaldo sólido detrás de Santis.

El equipo de Tena volvió a mostrar esa inconsistencia que lo ha acompañado en los últimos encuentros. Juego desordenado, poca potencia ofensiva y un mediocampo que careció de rotación, presión y, sobre todo, velocidad. El dominio panameño fue evidente, 68% de posesión, mayor precisión en los pases y una salida limpia desde el fondo, algo que nosotros no logramos ni en una sola jugada.

Lo que vimos fue un conjunto incapaz de hilvanar dos pases seguidos del mediocampo para el ataque. Si bien es cierto que Panamá cuenta con buenas condiciones físicas y velocidad, también lo es que seguimos creyendo —equivocadamente— que tenemos técnica suficiente para compensar nuestra falta de condición física y potencia. Pero ni técnica, ni movilidad puede suceder si no hay desmarques inteligentes, ni decisiones constructivas. Un ejemplo claro fueron los saques de banda, donde constantemente perdíamos la posesión porque nuestros jugadores no supieron crear espacios.

A pesar de todo, existieron cosas positivas. Hagen, mostró mayor seguridad bajo los tres palos, aunque sigue teniendo problemas con las salidas. La defensa mejoró mínimamente, pero más por errores e impresiones del rival que por mérito propio. El resto del equipo siguió con sus defectos recurrentes: pérdida constante del balón, pases precipitados, ausencia de un jugador organizador y un Santis demasiado solo en ataque.

La afición guatemalteca, como siempre, demostró pasión y apoyo incondicional. Pero ilusión y corazón no bastan si no van acompañados de un proyecto claro, trabajo constante y decisiones acertadas dentro y fuera del campo.

A pesar de la derrota —justa y merecida—, este partido puede convertirse en un punto de inflexión. Pronto llegará la eliminatoria y Panamá será nuevamente nuestro escollo principal. Este encuentro nos permite medir nuestras limitaciones, trazar planes de mejora y replantear prioridades, especialmente en la zona ofensiva. Sin goles, ningún equipo avanza.

Lo positivo es que aún hay tiempo. Hay jugadores con potencial, está la continuidad del cuerpo técnico y hay voluntad. Lo que hace falta es claridad en el rumbo, honestidad en el análisis y decisiones firmes. Se sabe qué no funciona, por ejemplo, quién será el nueve definitivo, aún no está definido. El siguiente paso es mejorar, cambiar y superar a un rival directo que hoy nos lleva ventaja, pero no es imbatible.

Una derrota justa como dijo el propio Tena, pero inadmisible si se repite en momentos claves de las eliminatorias. Morir luchando no sirve de nada, si al final no hay clasificación.

Lo único que importa es jugar para ganar. Y frente a Panamá está la clave. Podemos mejorar. Podemos superarlos. Solo necesitamos creerlo, prepararnos y dejar de soñarlo. Hay que hacerlo.  

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