Desarrollo de software verde
Omar Marroquín Pacheco
Desde el momento mismo en que se diseña un programa o una aplicación y hasta que se retira hay un consumo energético y, por tanto, una huella de carbono que debe ser gestionada.
Se estima que el software consume el 10% de la electricidad mundial, por lo que hacerlo más sostenible contribuye a reducir la huella de carbono. Las aplicaciones de software son una colección de pasos que hay que dar para conseguir realizar una funcionalidad.
Evidentemente, cuanto más complejo sea la aplicación más pasos la compondrán y más funcionalidades incorporará. La manera en que hagamos esas aplicaciones tendrán un impacto en el consumo final del resultado.
Y de esta tapa del software verde, un desarrollo para que su uso sea eficiente desde el punto de vista energético.
¿Cómo se consigue esto? En ocasiones, para reducir el consumo será necesario cambiar un lujo de trabajo; en otras, optimizar un algoritmo. A veces es preciso hacer un cambio en la arquitectura de la aplicación, es decir mover la computación cerca de donde se guardan los datos o se generan.
También puede ser que haya que entrenar de forma distinta a la inteligencia artificial o cambiar los algoritmos de comprensión, existen iniciativas abiertas que trabajan para atajar las emisiones asociadas al software. Existen también el centro de datos verdes, dentro del ecosistema de soporte digital, los centros de datos sobresalen por su alto consumo energético. Son espacios físicos ubicados en un área determinada de un edificio que almacenan y procesan datos de una organización o de un proveedor de servicios.
Están operativos las 24 horas del día los 365 días del año y demandan gran cantidad de energía: refrigeración, calefacción, ventilación, aire acondicionado, iluminación. Tratando de garantizar el impacto medioambiental, se están desarrollando Green data Center o centro datos verdes, que utilizan energías verdes o renovables (solar o eólica, por ejemplo), están diseñados para maximizar la eficiencia energética y están construidos de manera
sostenible.
Asimismo su sistema de iluminación, mecánicos, eléctricos informáticos sean respetuosos con el medio ambiente y apenas producen residuos y los que se producen son reciclados o reutilizados.
Hay una estrategia europea digital, que establece el objetivo de lograr centros de datos climáticamente neutrales, altamente deficientes desde el punto de vista energético y sostenibles para el año 2030. Europea, es preciso potenciar la creación de centros de datos verdes, en la Unión Europea se preocupa socialmente de la manera de desarrollar la computación en la nube. Cada vez que enviamos un correo electrónico, vemos un video en streaming, realizamos una video llamada o mandamos un mensaje de WhatsApp ya estamos energía.
Toda la información digital que enviamos a través de la Red llega a un centro de datos que permanece encendido las 24 horas del día para que podamos acceder a ella cuando queramos.
Además las instalaciones que albergan todos estos datos deben estar refrigeradas y duplicadas por seguridad, lo que aumenta el gasto energético y, por consiguiente, la contaminación. Según un estudio del website Carbón, sólo el uso mundial de Internet consume cuatro 416.2 teravatios-hora (TWh) anuales, una cantidad superior a la energía total demandada por el Reino Unido.
Cada visita a una página web produce una media de 6.8 gramos de CO2. para el profesor Javier Rodeiro, profesor en la escuela superior de energía informática de la Universidad de Vigo, esos datos aunque alarmantes son pocos precisos, dado que no existe un estándar realmente aceptado de cálculo me voy a carbono y por lo tanto, sólo estamos haciendo aproximaciones de posibles consumos.
Para el profesor Roderico, para tratar de entender los procesos actuales versus los que se están sustituyendo como por ejemplo: llamadas telefónicas, fax, telegramas o envíos postales,él sostiene que no se está aumentando, si no
disminuyendo la huella de carbono que generaría en estas actividades humanas.
Pero los expertos advierten de qué el problema de la contaminación digital radica en la cantidad de comunicaciones que se realicen, cada minuto se envían 41.7 millones de mensajes en WhatsApp, se realizan 1.4 millones de llamadas y se suben 500 horas de video, según el informe de Data Never Sleep 8.0.
Además, se fabrican cada vez más dispositivos. Actualmente hay 34,000 millones de Smartphones, ordenadores y videoconsolas en el mundo. Para Greenpeace, la huella ecológica de este frenético tráfico digital equivale a un consumo desmesurado de electricidad a nivel mundial.
Poner freno a la contaminación digital es tarea de todos, individuos, instituciones y empresas. ¿Pero realmente sabemos que cuando mandamos un video de Gatitos a nuestros contactos estamos emitiendo CO2? Los consumidores en su mayoría no son conscientes del impacto que tiene el uso de la tecnología, y es lógico, aunque nuestras acciones individuales pueden tener poco peso, este efecto multiplicador en el número de usuarios es el que supone el problema.
Los expertos consideran que para que el consumidor cambie la actitud es necesario ofrecer
datos para ayudarle a tener un mejor comportamiento. Ahí van unas pistas para quien quiera
usarlas un video consume mucho más que una imagen y una imagen mucho más que el texto o
los emoticonos.
