El futuro de la comunicación

JAIRO3

Autor: Jairo Alarcón Rodas

Lo que haces habla tan alto que no me deja oír lo que estás diciendo.

Ralph Waldo Emerson

Comunicarse es una necesidad esencial de la naturaleza de todo ser humano, un antropino que cada vez más, en concordancia con los avances de la tecnología, se innova de forma sin precedentes. En los años 60, Marshall McLuhan acuñó la frase, el medio es el mensaje, resaltando la importancia de los medios de comunicación, consecuentemente, al cambiar estos, influye en los mensajes.

Pero ¿por qué el medio es el mensaje? El medio, el ambiente que habitamos, donde nos movemos, donde producimos sentido, donde nuestros mitos adquieren significatividad: el medio es el mensaje. Por lo que cobra mayor relevancia el mecanismo por el que se transmiten los mensajes que el propio mensaje y, con ello, la importancia de las nuevas tecnologías.

El desarrollo tecnológico en la comunicación la sitúa en un nuevo escenario de asombrosas consecuencias que, sin duda, modificará comportamientos, es más, ya lo está haciendo. Los teléfonos inteligentes, el internet, las redes sociales, la comunicación a través de la banda ancha 5G, la inteligencia artificial y su injerencia en las comunicaciones, como los chatbots, la realidad virtual, la aumentada, la nanotecnología, los superconductores, modificarán, en alguna manera, el contenido de los mensajes y eso lo saben los que han invertido en ese tipo de tecnología.

Consecuentemente, todo dependerá de, en qué manos esté y al servicio de quien, se encuentren las nuevas tecnologías, de la comunicación, ya que los sectores dominantes saben lo importante que es tenerlas bajo su control y en manos del capitalismo, continuarán siendo, mecanismos de alienación y dominación. A pesar de ello, también pueden ser instrumentos de liberación.  

Las palabras se adaptan a la circunstancia y al momento histórico, no es lo mismo las utilizadas hace 50 años que las que se usan ahora. Por aparte, el contexto en el que se emplean influye y, en tal sentido, las palabras empleadas en un contexto urbano difieren del empleado en el rural. Es claro que transmitir mensajes tienen una función para cada individuo que se desenvuelve dentro de la sociedad, y es eso lo que le permite no solo relacionarse, estrechar vínculos, compartir saberes, crecer con los demás, sino, también, le otorga el conocimiento de la realidad, profundizar en ella y desenvolverse en forma adecuada.

Por lo anterior, es de suma importancia lo que conlleva la intención de comunicar aspectos sobre la realidad, de transmitir sentimientos, de emitir y recibir órdenes, entre otras funciones que son posibles a través de la comunicación. No obstante, los mensajes también pueden persuadir, ocultar hechos, sepultar verdades, exaltar falsedades. A través de estos, se puede tejer toda una trama de ficciones, de “realidades” paralelas, de mitos, de religiones y de fantasía, apartando, de esa forma, la posibilidad del contacto certero con la realidad. Los mensajes pueden llevar el fin expreso de desviar la atención y ser herramienta para la alienación.

Las personas se comunican para lograr determinados objetivos, de modo que, en toda comunicación, subyace una intención y es por lo que, para los que pretenden tener el control de las sociedades, es de suma importancia hacerse con su control, pues a partir de ello, pueden dirigir la conducta de los que caen bajo sus dominios, persuadirlos para que hagan lo que ellos quieran.

La inteligencia artificial, el control de los medios por los poderosos consorcios de la comunicación, al servicio de las élites dominantes, ponen en jaque el futuro de la comunicación como ciencia, incluso como técnica, al servicio de la humanidad, libre de instrumentalismos tendenciosos ya que, al parecer, todo está dicho al permanecer bajo el control y tutela de determinados sectores. Consecuentemente, reflexionar al interior de lo que ésta representa resulta ser únicamente un ejercicio lúdico.

Las ciencias de la comunicación, la comunicología, que estudia y profundiza en los factores que intervienen en la comunicación, analizan, estudian y discuten los fenómenos relacionados con la información y el efecto de la acción de la comunicación humana, es decir, los sistemas de comunicación humana y sus medios.​ De modo que también se encargan de observar y examinar los medios de difusión masivos.  

En tal sentido, no sería descabellado decir que la comunicología estudia el grado de adaptabilidad de la comunicación a las nuevas condiciones en las que se desarrolla el mundo. Continúa teniendo vigencia el planteamiento marxista, por lo tanto, que las condiciones materiales de vida, en la que se sitúa la comunicación en una sociedad, es lo que marca el paso del desarrollo comunicativo y hasta cierto punto la determina.

La comunicación se nutre de mensajes y estos se conforman con palabras, las que a su vez se unen para establecer las ideas, a razón de una estructura gramatical y sintáctica que responde al pensamiento referido por cada persona, producto de la apreciación que se tenga de la realidad, de los equívocos y aciertos, de sus alcances y limitaciones, de sus intenciones y los fines que persiga.

La comunicación, como todo objeto de conocimiento, tiene un ser y un deber ser. Es decir, lo que constituye un ejercicio cotidiano dentro de un contexto determinado y lo que debería de ser. Es en el deber ser en donde el ejercicio reflexivo y crítico sobre la comunicación tiene cabida, no obstante que, cada vez más, ese campo se ve limitado al aspecto propiamente técnico, al de su difusión, en donde el pragmatismo tiende a imponerse.

Qué se espera en el futuro para la comunicación, en qué aspectos de debe seguir reflexionando, cómo lograr que se libere de la instrumentalización a la que ha sido objeto por parte de los sectores dominantes, convirtiéndose en herramienta política de los estrategas de la oligarquía, si es bien sabido que, para estos, el hacer político y lo que eso conlleve es libre de cualquier regulación ética. Pensar que la comunicología puede avanzar en aspectos propios de la comunicación suena iluso si se le mantiene al margen de otras disciplinas que la nutren.

La estructura gramatical, propia de todo mensaje, su aspecto lingüístico y semántico, tienen un grado de incidencia en los resultados que se persiguen, al ser emitido. Pero, mientras más directo y simple sea, mayor impacto tendrá en la población, sobre todo en aquella que está lejos de reparar en esos detalles.

De vuelta a la condición social humana, estos requieren comunicarse y lo hacen sin importarles cómo se establece una comunicación efectiva, sin guardar las reglas básicas de una estructuración gramatical y lingüística asertiva y efectiva, cediendo a los convencionalismos del momento.

No hay que olvidar que la comunicación es el mecanismo o el instrumento que permite expresar, a través de palabras, el pensamiento. Sin embargo, con las palabras también se esconden las verdaderas intenciones y objetivos que persigue quien la exprese, ya que, a través de estas, también se miente.

Difundir mentiras, confundir, implantar una realidad al gusto de sus intereses es lo que hacen aquellos que, a través de los medios de comunicación, ostentan el control de los miembros de la sociedad, sobre todo de aquellas personas que, dadas sus limitaciones, lejos están de cuestionar la información, el modelo de realidad que le imponen y los mensajes, que por ese medio de difunden, se convierten en “verdades”.

En qué aspectos se encuentra el futuro de la comunicación, dado que la tecnología continúa en su labor de convertirla en instrumento de alienación. Por lo tanto, su futuro ¿estará en el medio o en el mensaje? ¿Podrá liberarse, la comunicación, del determinismo que le imponen los que, a través del poder, la tienen bajo su control? El reto es grande, pero cabe recordar que toda construcción humana es susceptible de reflexión.

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