Lo importante de tener salud mental

JAIRO3

Autor: Jairo Alarcón Rodas

La primera tarea del médico es … política: la lucha contra la enfermedad debe comenzar con una guerra contra el mal gobierno.» El hombre se curará total y definitivamente solo si es liberado por primera vez …

Michel Foucault

Se vive actualmente en sociedades convulsas, en donde cada vez más las relaciones humanas se hacen sumamente complejas e impersonales y, con ello, se fragmenta la condición humana, como corolario, las expectativas de una existencia digna se hacen inciertas, por no decir difícil de lograr. Países desarrollados han ostentado un crecimiento económico y tecnológico, pero padecen problemas en la salud mental de sus habitantes como la depresión, el estrés, por lo que el consumo de drogas, alcohol y suicidios, incluso la violencia, está sustantivamente presen

Las estadísticas realizadas por entidades especializadas sobre el consumo de drogas en el mundo revelan que “vivir en una nación extremadamente rica y tener los más elevados estándares de bienestar social aumenta las probabilidades de morir a causa de adicciones”. Y es entendible pues a mayor poder adquisitivo mayor disponibilidad de consumos y excesos cuando no existe el criterio ni la estabilidad emocional.

Exceptuando Estados Unidos, que es el país con los niveles más elevados de consumo de drogas, muertes por estupefacientes, cárceles, criminalidad,  países con alto índice de desarrollo humano, como lo son Dinamarca, Noruega, Finlandia, tienen las tasas más grandes de consumo de drogas en el mundo. Por otra parte, en el centro de Europa y Australia, se concentra la mayor cantidad de consumo de bebidas alcohólicas y, nuevamente, los países del norte de Europa y Japón tienen los más altos índices de suicidios.

En países empobrecidos, en donde las asimetrías sociales y la corrupción se destacan, lo cual se traduce en altos índices de pobreza, falta de oportunidades, frustración y criminalidad, la insatisfacción personal, la inseguridad, el miedo determinan que la posibilidad de enfermedades psicosociales sea más factible. Sin embargo, no solo tener garantizados satisfactores esenciales se requiere para tener salud mental.

El trémulo ajetreo cotidiano, la inseguridad, la pérdida del sentido de la vida en un mundo cada vez más mecanizado y cosificado, se está robando la voluntad de ser de las personas y, así,  inertes ante las expectativas y problemas que se presentan, surgen patologías, se afianzan otras, que dan por resultado a las sociedades en crisis. No obstante, la insalubridad mental tiene un componente biológico-hereditario y otro que corresponde a lo que se asimila dentro de la familia y la sociedad, que puede atenuarse o enfermar aún más a las personas según el sistema social en el que se viva.

Una sociedad enferma reproduce individuos enfermos, al igual que la condición emocional de estos incide en la colectividad, por lo que, cómo proceder para resolver tal problema, cómo lograr que tanto los individuos como la sociedad salgan de la condición en la que pudieran encontrarse. El mundo funciona, ¿pero lo hace del modo correcto o debiera cambiar de rumbo a modo de devolver la calidad de humanos a aquellos que la están perdiendo?

Las crisis sociales se reflejan a través de los índices de insatisfacción, miseria y violencia que afecta a los distintos países del mundo. El consumo de drogas, de licor, de violencia intrafamiliar que dan por resultado una neurosis o psicosis colectiva, suicidios, son parte del componente de la insalubridad mental que germina en sociedades en las que imperan sistemas deshumanizados, intolerantes, dictatoriales e injustos. De ahí que se busque pasar de una sociedad enferma a otra sana para lograr la estabilidad emocional en las personas.

Envidias, intrigas, engaños, rencores, excesos, marcan la conducta de las personalidades enfermas, que se extienden a otras patologías que redundan en perjuicio de los demás, pero cómo es que ocurren estas enfermedades, es sabido que la naturaleza humana está compuesta por la herencia y la asimilación, es decir que existe un componente genético y otro que se adquiere dentro del entorno social, uno y otro le dan sentido a la existencia humana por lo que hay que prestarle atención a cada uno de esos aspectos para considerar su solución.

A todo esto, Erich Fromm señala que hablar de una «sociedad sana» presupone una premisa diferente del relativismo sociológico. Únicamente tiene sentido si suponemos que puede haber una sociedad que no es sana, y este supuesto, a su vez, implica que hay criterios universales de salud mental válidos para la especie humana, lo que se denomina humanismo normativo. Dicho de otra forma, es sano todo lo que propicie el desarrollo integral de las personas y enfermo lo que lo impida teniendo como base la naturaleza humana.

De ahí que se logra la salud mental si el hombre llega a la plena madurez de acuerdo con las características y las leyes de la naturaleza humana. El desequilibrio o la enfermedad mentales consisten en no haber tenido ese desenvolvimiento, afirma Fromm. Reconocer que el ser humano es esencialmente racional, a pesar de los planteamientos de Konrad Lorenz, y que con su razón puede pensar y con ello buscar solución a sus conflictos, tanto internos como externos, no muestra cuan importante es el conocimiento y junto a este, la ética dentro del comportamiento de tan peculiar especie.

Para algunos, la esperanza de una vida después de la vida constituye un aliciente para la vacuidad de sus existencias y, así, derrotados, vencidos por el temor de una existencia en este mundo, se aferran a irrealidades, cambian la voluntad de exigir su bienestar en este mundo por la más burda sumisión y silencio, pues ello les asegurará un lugar en la otra vida. De ahí que no haya un cambio sustancial en sus actitudes negativas, sino una justificación de su naturaleza “pecaminosa”, imposible de ser modificada, a no ser a partir de una hipócrita actitud religiosa, en la que el arrepentimiento se hace presente y la aparente sumisión total a su Dios.

Por otra parte, el acelerado proceso de desarrollo tecnológico, su incidencia en el comportamiento humano, aunado a las crisis existenciales tanto de tipo económico como emocional, recrean un escenario en el que las personas se ven ajenas a ellas mismas, en un mundo que los aprisiona dentro de un esquema de vida vacío en aspiraciones humanas. La cosificación de las personas, la pérdida de valores esenciales, convierten al planeta en una jungla en la que la envidia, los rencores, la discordia hace que prevalezca el egoísmo, los individualismos y la ley del más fuerte.

Cada día, la frustración de los que se ven limitados en sus aspiraciones, en un mundo superfluo y sin oportunidades para desarrollar una vida plena, envuelve angustiosamente a hombres y mujeres en una crisis existencial que repercute en sus relaciones con los demás. A ello hay que agregar la presencia de evasores de la realidad que paulatinamente se apoderan de las personas y, así, debilitadas y sin herramientas para contrarrestar esas adversidades, se refugian en placebos para poder soportar la dura carga de sus vidas.

¿Qué tanta solución a esos problemas puede aportar la religión, los distractores, el licor y las drogas para una vida plena? ¿Será evadir la realidad, con sus consecuencias en la esfera pública, el recurso para calmar a los demonios que se incuban en la mente de cada persona? Definitivamente los evasores de la realidad solo agravan los problemas, sin embargo los que manejan los hilos del sistema imperante, se aprovechan de debilidades emocionales de las personas, es más, las fomentan pues resultan ser beneficiados con tal desquiciamiento.

Pero ¿qué es la salud mental? La salud mental se define como el estado de equilibrio entre una persona y su entorno socio cultural, equilibrio que permite garantizar su participación laboral, intelectual y de relacionamiento social. Salud mental es, por consiguiente, estabilidad de un individuo dentro de una sociedad. Con claridad, Fromm señala que la salud mental no es la adaptación del individuo a un orden social dado, sino un criterio universal, válido para todos los hombres: el de dar una solución suficientemente satisfactoria al problema de la existencia humana. Es decir, existe un criterio de lo que representa la salud mental para los individuos dentro de la colectividad.

Devolver la salud mental a personas que existencialmente tienen muy poco o nada para vivir resulta ser improcedente, lo que obliga a dotar de condiciones materiales mínimas para que puedan desarrollar aspectos emocionales y cognitivos que las relacionen satisfactoriamente con su entorno si se aspira a una sociedad sana y en armonía. Con relación a eso, Carl Jung señaló en su última entrevista, necesitamos más psicología, necesitamos más entendimiento de la naturaleza humana, porque el único verdadero peligro que existe es el hombre mismo y somos penosamente ignorantes de ello. Ignorantes y testarudos pues muchos no admiten que requieren auxilio y si la mente no es capaz de revelar sus secretos que los subyugan no sanará, lo que repercutirá negativamente en la sociedad.

Es común que las personas estimen por verdadero lo que quieren creer sobre la realidad, tales conjeturas las construyen a partir de su particular concepción del mundo y de las cosas, de conformidad con su capacidad de entendimiento y de sus valores, por lo que es muy frecuente que, al relacionarse con otras personas que actúan de forma similar, sucedan problemas de entendimiento, que da por resultado el conflicto, ya que los sesgos emocionales sobre la realidad conducen a la obstinación e intransigencia. Cerrar los ojos ante lo evidente, a los argumentos sólidos es señal de ignorancia.

Y así, cada vez más aumenta el número de actitudes hostiles en los habitantes del mundo, crece la indiferencia, se apartan de lo humano, impasibles, se enferman mentalmente, creando caos en las relaciones interpersonales, estableciendo conflictos en la sociedad. Muchos no se dan cuenta de ello o no aceptan que su salud mental está siendo socavada, que ello tiene un componente externo e interno y, a pesar de ello, no buscan auxilio.

Recordemos que la salud mental es el bienestar general de la manera en la se piensa, se regulan los sentimientos y se comporta, la salud mental es, en términos generales, el estado de equilibrio entre una persona y su entorno sociocultural. Según el Informe Mundial de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de junio de 2022, la depresión y la ansiedad aumentaron un 25% en el primer año de la pandemia. Con ello, el número de personas que padecen una enfermedad mental asciende a casi 1.000 millones. De ahí que sea importante determinar sus causas y lograr una estabilidad emocional y racional en los individuos que conforman una sociedad.

La satisfacción humana no solo se logra a través de mejoras en el orden económico, las personas requieren mucho más que eso para su bienestar, desean estabilidad emocional, tranquilidad, armonía social, sentido para sus vidas y, así, aunque mejorar económicamente no los dote necesariamente de una salud mental, será muy difícil obtenerla si no se poseen esos satisfactores. El sentido de la vida comienza reconociendo la importancia de los otros para el disfrute de la propia existencia, lo cual obliga a poner atención en nuestra salud mental y la de los demás.

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