Una cumbre que intentó cambiar rumbo.

Mario

Mario Rodríguez

En Alaska se llevó a cabo una reunión histórica, del más alto nivel entre los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump y su homólogo ruso, Vladímir Putin. Un día después, existen diversas interpretaciones respecto a los resultados alcanzados.

La prensa europea destacó que cualquier proceso de paz sin Ucrania no es posible, sin dejar de resaltar las condiciones que propone Ucrania. Por su parte, la prensa gringa considera que Trump utilizó un tono excesivamente conciliador frente al líder ruso, mientras que los medios rusos destacan el papel firme de la delegación que insistió y reiteró sus planteamientos iniciales.

En términos concretos, la reunión produjo pocos resultados, mucho espectáculo y la continuación de la guerra en Ucrania. Si bien no se trató de un encuentro simbólico, Donald Trump no alcanzó sus objetivos, ni logró concesiones de su par ruso. Más allá del espectáculo está cumbre puede convertirse en el punto de inflexión que redefina los poderes en el mundo actual. Estados Unidos, Rusia y China se posiciones como los principales ejes del poder mundial.

La reunión duró poco más de dos horas y media. Después ambos mandatarios dieron una conferencia conjunta, sin aceptar preguntas de los periodistas. Ambos presidentes tuvieron palabras de agradecimiento y elogio hacia el otro. En el lenguaje diplomático, no hubo mayores logros que reseñar, de lo contrario se hubieran expuesto. Así que el uso excesivo del discurso complaciente se puede interpretar como una señal clara de que existe un abismo entre ambos países, pero la persistencia de profundas diferencias no impide esos escollos se puedan superar.

Antes del encuentro Trump dejó en claro que Estados Unidos no negociaría nada en nombre de Ucrania, lo que sugiere que su principal interés no era resolver el conflicto ucraniano, más bien, fue, sentar las bases para normalizar las relaciones bilaterales con Rusia. De acuerdo con sus palabras, para Trump la reunión la calificó con un 10.

Pero ninguno de los dos presidentes pudo especificar en qué puntos se obtuvo avances, cuáles fueron los acuerdos alcanzados y en qué asunto las cosas quedaron pendientes. Para Moscú alcanzar un acuerdo diplomático con Estados Unidos no implica el fin inmediato de la guerra.

Los rusos no aceptaron suspender la operación especial, tampoco se acordó cesión de territorio alguno. Más bien, Putin reiteró que su principal objetivo es trabajar en las causas de fondo, obtener garantías de que Ucrania no sea parte de la OTAN, dejando abierta la puerta para retomar las negociaciones con Ucrania.  

Esto podría ser el principal resultado, el regreso del equilibrio mundial entre las potencias, en donde se quiere priorizar la diplomacia para crear una paz sostenible y aceptable para todas las partes.

Zelensky visitará el lunes a Trump en Washington. Así que Ucrania y la Unión Europea ya han perdido la guerra, ahora solo les queda, aferrarse a una salida negociada y evitar la vergüenza de aceptar la capitulación completa. O quizás apueste por descarrilar el proceso, incrementar los ataques con drones a población civil y desarrollar ataques terroristas de alto impacto en territorio ruso. Lo cierto es que las rutas del bien y el mal ya están trazadas. Los intereses de todos los países se deben adaptar las circunstancias, y será esto, lo que determina el final de la guerra.

Facebook comentarios