Un poco de criterio, de decisión y de cordura

JAIROaLARCO

Autor: Jairo Alarcón Rodas

No me duelen los actos de la gente mala. Me duele la indiferencia de la gente buena.

Matin Luther King

Escribir sobre la coyuntura de un país obliga, en el caso de Guatemala, a tratar temas sobre la gobernabilidad y, dentro de este, aspectos como la recuperación del Estado, los poderes paralelos, la corrupción y, por otra parte, la transparencia, la responsabilidad, la rendición de cuentas, la participación ciudadana y la capacidad de respuesta del gobierno, lo que en un país que se ha cimentado en la corrupción, la impunidad, las arbitrariedades, que está cooptado por las mafias, resulta ser un reto mayor.

El problema se agrava aún más cuando se toman decisiones equivocadas y se adopta una actitud temerosa ante hechos que merecen decisiones enérgicas y eso es lo que precisamente está sucediendo con el actual gobierno. A pesar de ello, todavía es tiempo de rectificar pues la honorabilidad del presidente aún no está en duda y sería catastrófico que los corruptos siguieran abonando terreno y controlaran totalmente el país. Tito Livio decía, cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras.

En este caso, la reflexión coyuntural se enfoca en la inestabilidad del país a manos de grupos oscuros, en la ausencia de justicia y en la impunidad, así como en algunos errores en los que ha incurrido el partido político que hoy gobierna. De igual forma en las acciones perversas del Pacto de Corruptos, enquistados en las distintas instancias del Estado.

Por todo eso, la gobernanza del país pende de un hilo y no solo es por las acciones que sigue emprendiendo el Pacto de Corruptos, sino también por las desacertadas decisiones que han realizado el presidente Bernardo Arévalo y sus aliados políticos en el congreso de la república. Y es que como lo señalara Robespierre, el que pide con timidez se expone a que le nieguen lo que pide sin convicción y, en el caso de Guatemala, a través de acciones golpistas.

Las esperanzas de una pequeña apertura al cambio, en Guatemala, que permitiera comenzar a reconstruir el tejido social desde la base de la honestidad gubernamental, eficacia y transparencia, con la llegada del Movimiento Semilla al poder y de Bernardo Arévalo como el presidente de la república, se han quedado, en gran parte, en discursos vacíos, anodinas y timoratas acciones legalistas, que únicamente han favorecido y consolidado, nuevamente, a las siniestras mafias del país.

Pese a ello, no se puede permitir que los corruptos, claramente identificados en la corte de constitucionalidad, en la corte suprema de justicia, en el ministerio público, en el congreso de la república, dentro del CACIF, se vuelvan a consolidar, haciéndose nuevamente con el poder absoluto del país. Tener una lectura precisa de la realidad social del país es tarea de todo sujeto crítico que aspire a un cambio más favorable para la sociedad. Sabiamente Robespierre se preguntaba: ¿Cómo podría basarse el interés social en la violación de los eternos principios de justicia y razón que son los cimientos de toda sociedad humana? Al parecer, a la más alta magistratura de este país le importa muy poco.

En junio de 2024,  el medio Plaza Pública en su titular señalaba: Arévalo necesita más autocracia y menos aduladores. El apoyo con el que contó para su elección, las luchas por parte del sector mayoritario de Guatemala, sobre todo la lucha de los 48 cantones, en contra de las acciones emprendidas por los sectores afines a Giammattei, le hubieran permitido destituir a la fiscal general, señalada, con sobradas evidencias, de actos de corrupción y desestabilización del país, pese a las disposiciones que hubiera señalado erróneamente la corte de constitucionalidad, claramente identificada con los sectores corruptos de la sociedad guatemalteca.

Es claro que, ante funcionarios y jueces corruptos de cualquier magistratura, aquellos que retuercen la ley y la interpretan antojadizamente a su conveniencia, los que legislan en función de sus intereses personales, los que ven la corrupción como algo normal del folclor guatemalteco, el clamor popular es la respuesta. Y en el caso de Bernardo Arévalo, contaba con el respaldo general y el de la comunidad internacional para poder comenzar a ordenar este país.

A pesar de ello, el presidente aún cuenta con el apoyo de gran parte de la población, por lo que es oportuno que haya un momento de reflexión de su parte y de buen juicio en las acciones que deberá tomar en el futuro, para bien del país, así como para impedir  la consolidación de la corrupción en Guatemala.

No se trata de continuar soportando por más tiempo la presión espuria, que ejerce el Pacto de Corruptos, desde el ministerio público, con medidas arbitrarias avaladas por jueces y magistrados inescrupulosos ni las acciones de boicot perpetradas por oscuros sectores identificados con magros personajes de la política guatemalteca, se trata de comenzar a poner en orden al país.

Sin embargo, lo declarado por el señor presidente el 31 de marzo del año en curso, al decir: Cuando nosotros seguimos adelante, los corruptos pierden… El verdadero malestar es el malestar de los corruptos, el verdadero malestar es el malestar de los que sienten que les queda un año y dos meses de oxigeno. Denota debilidad e impotencia y por lo tanto, constituye un error, ya que se trata de evitar que desde el ministerio público se continúe socavando la incipiente democracia en el país, no que se acepte impávidamente la imposibilidad de hacerlo. Ya que durante ese tiempo pueden despojarlo del poder, como ocurrió con Pedro Castillo en Perú a través de un  congreso deshonesto.

El Pacto de Corruptos no cejará en sus pretensiones de impedir que gobierne el presidente, incluso intentarán dar un golpe de Estado, creando un ambiente de ingobernabilidad, inseguridad y zozobra en el país. Pero eso ya lo sabía el presidente Arévalo, el Movimiento Semilla y sus más cercanos correligionarios, más aún, lo sabe el pueblo de Guatemala.

El darles la oportunidad a los oscuros sectores de que eso suceda, a partir de decisiones equivocadas como la ocurrida con el seguro a daños a terceros, la cual, siendo una medida que cualquier país civilizado tiene vigente, en el caso de este país, en la pretendida puesta en vigor, se incurrió en el error de no haberla socializado adecuadamente, mostrando lo importante que es una acción correctiva para todos aquellos que sufran un accidente vial. Por aparte, no se contemplaron los tiempos razonables para su implementación.

No obstante, cabe señalar que tal disposición no evita los accidentes en el país, ya que son las medidas preventivas, a partir del cumplimiento de las normas viales por parte de los conductores de vehículos y las debidas sanciones que se les imponga a sus infractores, el mantenimiento de las carreteras y vías vehiculares, la señalización adecuada, las que sí podrían hacerlo.

Hacer visibles los problemas existentes entre el Binomio presidencial, las notas aclaratorias por parte de la vicepresidente con relación a la exigencia del gobernante de bajarse el sueldo, detalles como que no son amigos, etc., aspectos que son aprovechados por sectores oscuros del país para socavar la imagen de los mandatarios y crear mayor incertidumbre. Todas esas situaciones domésticas, deberían ser resueltas al interior  de Casa presidencial y no trascender, para no permitir que sean aprovechadas por los enemigos del gobierno.

Hay que recordar que el reducirse el sueldo fue una promesa de campaña que tanto Jimmy Morales como Alejandro Giammattei no cumplieron y que Bernardo Arévalo debe cumplir junto a la vicepresidente Karin Herrera, pues es cuestión de honrar su palabra que como candidatos le hicieron al pueblo de Guatemala.

El pulso le ha sido tomado, por las mafias del país, al presidente Arévalo y ahora pretenden a toda costa su caída, creando un ambiente de ingobernabilidad que provoque su salida. A pesar de los desaciertos del ejecutivo, la sociedad guatemalteca no puede permitir que nuevamente asalten el poder del ejecutivo.

El país requiere de decisiones enérgicas, por parte de un estadista, que las haga corresponder con un Estado de Derecho, pero cuando las instancias encargadas de la justicia no propician ni certeza jurídica ni gobernabilidad, como sucede actualmente en la sociedad guatemalteca, a partir de las decisiones arbitrarias de varios jueces y magistrados, a razón de las acciones emprendidas por el ministerio público,  las acciones del ejecutivo, en manos del presidente de la república quien, cabe recalcar, fue electo por el voto popular, debería ser la respuesta para poner en orden y terminar con la crisis de ingobernabilidad que se vive en Guatemala.

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