Reflexiones sobre el futuro gobierno de Arévalo

Mario

Mario Rodríguez Acosta

Resulta ingenuo pensar que Bernardo Arévalo y su gobierno cambiarán radicalmente el país. Quizás, a lo que se puede aspirar es a frenar la corrupción, otorgar nuevos valores a la política y gestionar el aparato del Estado de forma transparente, en conjunto con la ciudadanía. Lograr más, resultará complicado, y menos que eso, representaría un fracaso monumental.
El cambio social debe ser una prioridad desde el primer día del nuevo gobierno. Un proceso que metabolice la pobreza estructural a través de una acción económica distinta, dinamizando el aparato productivo, redistribuyendo la riqueza y propiciar que el crecimiento económico, ayude a mejorar los indicadores sociales para frenar el deterioro de las condiciones de vida de la población.
Quizás debe quedar claro que es impensable esperar un cambio en el modelo económico. Incluso, el solo hecho de proponerlo sería hasta peligros para la estabilidad que necesita el nuevo gobierno.
Es importante recordar que Semilla asume una parte del poder, el ejecutivo. Que, si bien es importante y fundamental para la gobernanza del sistema en su conjunto, existen otros poderes del estado que seguirán controladas por las élites mafiosas.
El solo hecho que Bernardo Arévalo y Karin Herrara asuman y juren sus cargos, es una victoria contundente contra el pacto de corruptos. Victoria que debe ser valorada reconociendo el triunfo popular que significó la derrota del aparato electoral corrupto en su conjunto, la defensa del voto y la resistencia para permitir que los nuevos funcionarios asumirán. Sin la participación de los pueblos indígenas y su unidad, el apoyo y solidaridad de los movimientos sociales esta victoria no se sostendría.
La derrota de la fracción del crimen organizado que representa Alejandro Giammattei, debe ser el parteaguas para terminar con el pacto de corruptos, sepultar la cooptación y frenar el avance del crimen organizado en las instituciones públicas. El germen de la administración corrupta estará presente a lo largo y ancho del país, en las corporaciones municipales y en algunos distritos electorales representados en el Congreso. Neutralizar estas fuerzas será una tarea vital de toda la sociedad.
Para reforzar la confianza en la ciudadanía, se deberá exigir la inmediata renuncia de Consuelo Porras, fiscal designada corrupta a nivel internacional que se resiste y persiste en su cruzada de venganza e impunidad con una terquedad supina que sorprende y avergüenza a todos.
El margen de maniobra que deja la movilización ciudadana se puede perder casi de inmediato, debido al pacto que se realizó con la cúpula empresarial y la exclusión de las autoridades indígenas en la designación del gabinete de gobierno. Sin embargo, existe un amplio margen para gestionar los antagonismos, reducir las incomprensiones y generar mayor confianza y certeza, evitando así las implicaciones negativas que podría tener el desgaste que genera el poder.
Es importante recordar que Arévalo no tendrá el beneficio de la duda. Será atacado desde el principio, porque las estructuras y miembros del pacto están ahí, intactas, solo existió la capitulación del mafioso de Giammattei, pero el resto seguirán en sus cargos a lo largo del país, con alcaldes y diputados vinculados a los grupos del crimen organizado, gestionando el territorio de la misma forma que lo han hecho a lo largo de estos últimos 20 años.
Democracia o barbarie, tituló un columnista de izquierda hace poco, sobre un artículo que trataba precisamente estos temas. Por el momento ganó la democracia liberal, basada en reglas que ha impuesto Estados Unidos al resto del mundo. Un esquema limitado de adaptación social basado fundamental en el libre mercado que gestionará un partido social demócrata. Por ahora, se evito la barbarie que significaba la continuidad corrupta de las mafias en el poder. El futuro comenzó.

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