Más viva que nunca la estrategia estadounidense del “Gran Garrote” para el Hemisferio Occidental: ¿qué esperar para Guatemala?
por Luis Solano
El gobierno estadounidense publicó el pasado 5 de diciembre su Estrategia de Seguridad Nacional, en la que expone el objetivo de reforzar la influencia de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. El documento afirma que la administración de Donald Trump aplicará un “Corolario Trump” a la Doctrina Monroe, surgida en la década de 1820 y que en el Siglo XX condujo a la denominada política imperial del “Gran Garrote”. En ese marco, Guatemala será parte de esta reorientación de la política exterior estadounidense que tendrá fuertes repercusiones.
Reajustes en el Hemisferio Occidental
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, basada en “El Corolario Trump”, fue anunciada la semana pasada, y con ella se busca reafirmar y aplicar la Doctrina Monroe con su variante Trump, con el propósito de restaurar la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental, con enfoque en América Latina, y proteger el territorio estadounidense y el acceso de Estados Unidos a geografías clave en toda la región. Es decir, controlar bajo intereses estadounidenses la mitad del planeta donde se encuentran los países del continente americano, y pequeñas porciones de África, Europa y Oceanía.
El documento arranca con un párrafo contundente:
“Para garantizar que Estados Unidos siga siendo el país más fuerte, rico, poderoso y exitoso del mundo durante las próximas décadas, nuestro país necesita una estrategia coherente y bien definida para nuestra interacción con el mundo. Y para lograrlo, todos los estadounidenses necesitan saber exactamente qué intentamos hacer y por qué”, (traducción al español no oficial).
La estrategia, que identifica claramente a China como su principal competidor, retoma la política intervencionista de Estados Unidos que prevaleció la mayor parte del Siglo XX en los países que integran el territorio geopolítico de influencia para su seguridad nacional. Retoma la Doctrina Monroe surgida en la década de 1820, cuando Estados Unidos consolidó su hegemonía frente a los europeos en América Latina, a la que consideraba el “patio trasero” de Estados Unidos, doctrina que se endurecería con el “Corolario Roosevelt”, una variante impulsada a principios de ese siglo por el entonces presidente Theodore Roosevelt, y que se conocería como la política del “Gran Garrote” marcada por el intervencionismo militar, contrarrevoluciones y golpes de Estado. La variante Trump parece encaminada a todo eso.
La importancia que el “Corolario Trump” otorga al Hemisferio Occidental se destaca sobremanera cuando indica que, tras años de descuido, Estados Unidos reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental, cuyos objetivos se resumen en “Reclutar y Expandir”.
Dice el documento:
“Reclutaremos a aliados consolidados en el Hemisferio para controlar la migración, detener el flujo de drogas y fortalecer la estabilidad y la seguridad terrestre y marítima. Nos expandiremos cultivando y fortaleciendo nuevos socios, a la vez que reforzamos el atractivo de nuestra nación como socio económico y de seguridad predilecto del Hemisferio”, (traducción al español no oficial).
Sobre “Reclutar”, el documento indica que la política estadounidense debe centrarse en reclutar líderes regionales que puedan ayudar a crear una estabilidad tolerable en la región, incluso, más allá de las fronteras de esos socios.
“Estas naciones nos ayudarían a detener la migración ilegal y desestabilizadora, neutralizar los cárteles, la manufactura local y desarrollar las economías privadas locales, entre otras cosas. Recompensaremos y alentaremos a los gobiernos, partidos políticos y movimientos de la región que estén ampliamente alineados con nuestros principios y estrategia. Sin embargo, no debemos pasar por alto a los gobiernos con perspectivas diferentes, con quienes, sin embargo, compartimos intereses y que desean colaborar con nosotros”.
En ese sentido, se ratifican los puntos centrales de la política exterior estadounidense en los que ha girado las relaciones con países como Guatemala, enfocados en la migración irregular, narcotráfico e inversiones estadounidenses.
El intervencionismo militar
El intervencionismo militar reaparece cuando se indica Estados Unidos debe reconsiderar su presencia militar en el Hemisferio Occidental, lo que implica cuatro cosas obvias, dice el documento:
i) Un reajuste de la presencia militar global de Estados Unidos para abordar las amenazas urgentes en el hemisferio occidental.
ii) Una presencia más adecuada de la Guardia Costera y la Marina de Guerra para controlar las rutas marítimas, frustrar la migración ilegal y no deseada, reducir el tráfico de personas y drogas, y controlar las rutas de tránsito clave en una crisis;
iii) Despliegues específicos para asegurar la frontera y derrotar a los cárteles, incluyendo, cuando sea necesario, el uso de fuerza letal para reemplazar la fallida estrategia de aplicación exclusiva de la ley de las últimas décadas; y,
iv)Establecer o ampliar el acceso en lugares estratégicamente importantes.
Este tipo de intervencionismo es lo que comienza a observarse en Venezuela, donde la amenaza de una intervención militar se hace cada vez más real.
¿Qué esperar?
Se puede deducir del documento en sus aspectos centrales sobre el Hemisferio Occidental, que la administración Trump pondrá en uso todo su instrumental para imponerse en ese espacio geopolítico.
En primer lugar, se confirma que la política comercial-arancelaria será una suerte de instrumento no sólo económico sino, sobre todo, político, una herramienta poderosa para hacer de ese territorio geopolítico un mercado cada vez más atractivo para el comercio y la inversión estadounidenses, tal como lo indica la estrategia de seguridad.
Fortalecer las cadenas de suministro críticas en este hemisferio reducirá las dependencias y aumentará la resiliencia económica estadounidense. Los vínculos creados entre Estados Unidos y sus socios beneficiará a ambas partes se asegura en el documento, a la vez que dificultará que competidores no hemisféricos aumenten su influencia en la región. Por lógica, se refiere a China y Rusia. Será prioridad la diplomacia comercial y se buscará fortalecer alianzas en materia de seguridad, desde la venta de armas hasta el intercambio de inteligencia y los ejercicios conjuntos, se asegura.
Hacer de Estados Unidos el socio predilecto y abandonar o reducir la presencia-influencia de otras potencias comerciales, es otro de los objetivos. Aprovechar los recursos estratégicos que existen en el Hemisferio Occidental, entiéndase por ello minerales e hidrocarburos particularmente, forma parte de la estrategia, y se advierte la identificación de puntos y recursos estratégicos con miras a su protección y desarrollo conjunto con los socios regionales.
El documento denuncia que:
“Competidores no hemisféricos han realizado importantes incursiones en nuestro hemisferio, tanto para perjudicarnos económicamente en el presente como para perjudicarnos estratégicamente en el futuro. Permitir estas incursiones sin una respuesta firme es otro gran error estratégico estadounidense de las últimas décadas. Estados Unidos debe tener preeminencia en el hemisferio occidental como condición para nuestra seguridad y prosperidad, una condición que nos permita afirmarnos con confianza donde y cuando sea necesario en la región. Los términos de nuestras alianzas, y los términos bajo los cuales brindamos cualquier tipo de ayuda, deben estar condicionados a la reducción de la influencia externa adversaria, desde el control de instalaciones militares, puertos e infraestructura clave hasta la compra de activos estratégicos en sentido amplio”, (traducción no oficial al español).
Cierta influencia extranjera será difícil de revertir, indica el documento, dadas las alianzas políticas entre ciertos gobiernos latinoamericanos y ciertos actores extranjeros. Sin embargo, muchos gobiernos no están ideológicamente alineados con potencias extranjeras, sino que se sienten atraídos a hacer negocios con ellas por otras razones, como los bajos costos y la menor cantidad de obstáculos regulatorios, se afirma.
Estados Unidos ha logrado reducir la influencia externa en el Hemisferio Occidental al demostrar, con precisión, cuántos costos ocultos —en espionaje, ciberseguridad, trampas de deuda y otras formas— están implícitos en la supuesta asistencia extranjera de bajo costo.
“Deberíamos acelerar estos esfuerzos, incluso utilizando la influencia de Estados Unidos en finanzas y tecnología para inducir a los países a rechazar dicha asistencia”, (traducción no oficial al español).
En el hemisferio occidental y en todo el mundo, Estados Unidos debe dejar claro, enfatiza el documento de la Estrategia de Seguridad Nacional, que los bienes, servicios y tecnologías estadounidenses son una inversión mucho mejor a largo plazo, ya que son de mayor calidad y no están sujetos a las mismas condiciones que la asistencia de otros países.
“Dicho esto, reformaremos nuestro propio sistema para agilizar las aprobaciones y licencias, para convertirnos, una vez más, en el socio de primera opción. La disyuntiva que todos los países deben afrontar es si quieren vivir en un mundo liderado por Estados Unidos, con países soberanos y economías libres, o en uno paralelo, en el que se vean influenciados por países del otro lado del mundo”, (traducción no oficial al español).
Todo funcionario estadounidense que trabaje en la región, debe estar al tanto del panorama completo de la influencia externa perjudicial, al tiempo que ejerce presión y ofrece incentivos a los países socios para que protejan nuestro hemisferio.
Prosigue el documento que el gobierno de Estados Unidos identificará oportunidades estratégicas de adquisición e inversión para las empresas estadounidenses en la región, y las presentará para su evaluación en todos los programas de financiamiento del gobierno de Estados Unidos, incluyendo, entre otros, los de los Departamentos de Estado, Guerra y Energía; la Administración de Pequeñas Empresas; la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo; el Banco de Exportación e Importación; y la Corporación Reto del Milenio.
“También debemos colaborar con los gobiernos y empresas regionales para construir una infraestructura energética escalable y resiliente, invertir en el acceso a minerales críticos y fortalecer las redes de cibercomunicaciones existentes y futuras que aprovechen al máximo el potencial de cifrado y seguridad de EE. UU. Las entidades del Gobierno de EE. UU. mencionadas anteriormente deberían utilizarse para financiar parte de los costos de la compra de productos estadounidenses en el extranjero”, (traducción no oficial al español).
Estados Unidos también debe resistir y revertir medidas como los impuestos selectivos, la regulación injusta y la expropiación que perjudican a las empresas estadounidenses.
“Los términos de nuestros acuerdos, especialmente con los países que más dependen de nosotros y, por lo tanto, sobre los que tenemos mayor influencia, deben ser contratos de proveedor único para nuestras empresas. Al mismo tiempo, debemos hacer todo lo posible para expulsar a las empresas extranjeras que construyen infraestructura en la región”. (Traducción no oficial al español).
La Doctrina Monroe: lo que se creía muerto, vive
A continuación, un extracto de una nota de BBC Mundo con relación a la Doctrina Monroe y su resurgimiento en la era Trump:
“La Doctrina Monroe está muerta”.Esa sentencia fue dictada en noviembre de 2013, al término de la reunión de ese año de la Organización de los Estados Americanos (OEA), celebrada en Ciudad de Guatemala. Le siguió un cálido aplauso de un auditorio lleno y que estaba compuesto por representantes de los gobiernos de América Latina y el Caribe. La frase la dijo John Kerry, entonces secretario de Estado de Estados Unidos bajo la presidencia de Barack Obama. Kerry representaba al país que precisamente había desarrollado la doctrina hacía dos siglos. Dijo que, en lugar de la antigua relación “intervencionista” de EE.UU., comenzaba una era en la que los países americanos se verían “como iguales, compartiendo responsabilidades, cooperando en materia de seguridad y adhiriéndose ya no a una doctrina, sino a decisiones tomadas conjuntamente”.
“Pero la Doctrina Monroe nunca ha estado tan viva”, observa Carlos Gustavo Poggio, profesor de Ciencias Políticas en el Berea College, en EE.UU., y también en la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC-SP). “Más aún, viendo una Casa Blanca [bajo la administración del republicano Donald Trump] cuya cabeza está en el siglo XIX”.
Esta es su reacción a las recientes declaraciones de Pete Hegseth, el actual secretario de Defensa de EE.UU. En abril, Hegseth dijo en The Will Cain Show de Fox News que Estados Unidos debe recuperar influencia en su “patio trasero perdido” ante China. Hegseth se refería a la tensión de la actual Casa Blanca con el gobierno de Panamá por el control del canal marítimo que atraviesa el país centroamericano y les ahorra días de viaje a los barcos que necesitan pasar de un lado a otro del continente.
Tomado de BBC Mundo. “’La Doctrina Monroe nunca ha estado más viva’: de dónde surge la idea de que América Latina es el patio trasero de EE.UU”, 31 de mayo de 2025. Recuperado en: https://www.bbc.com/mundo/articles/cvgdr1yzg4po
Qué se viene para Guatemala
Desde la administración del demócrata Joe Biden, ya se advertían ciertos lineamientos contenidos en el “Corolario Trump”. Por ejemplo, el papel que juegan los elementos centrales en materia de política exterior entre Estados Unidos y Guatemala, tal es el caso de la migración irregular, narcotráfico, trata de personas e inversiones estadounidenses en el país, en los que el gobierno de Bernardo Arévalo tiene compromisos adquiridos, y que es lo que le ha permitido cierta estabilidad interna y las buenas relaciones con Estados Unidos.
Es más, durante el gobierno de Alejandro Giammattei Falla (enero 2020 – enero 2024) y Vamos, el gobierno de Biden intervino por medio de United States Treasury Office of Foreign Assets Control (OFAC-Oficina de Control de Activos Extranjeros), entidad del gobierno de Estados Unidos que sancionó a la minera Solway Investment Group bajo la Ley Magnitsky, en noviembre de 2022. Esa sanción obligó a la salida de los intereses rusos del complejo minero. Y en mayo de 2024, se evidenció cómo el proyecto minero quedó “intervenido” desde Estados Unidos cuando Solway anunció a la subsidiaria que estaría a cargo del proyecto minero FENIX, en El Estor, Izabal.
Una de las acciones más recientes de la administración Trump en Guatemala ocurrió el 15 de mayo de 2025 por medio de su embajador, Tobin Bradley, quien afirmó que usar tecnología de la República Popular China o hacer negocios con ese país conlleva un riesgo.
“Usar tecnología de China o hacer negocios con ese país conlleva un riesgo”, aseguró Bradley. Lo expresado por el diplomático ocurrió durante la XVII Conferencia Regional de Seguridad Corporativa, organizada por la Cámara de Comercio Guatemalteco-Americana (AMCHAM, por sus siglas en inglés) y el Consejo Asesor de Seguridad en el Extranjero de los Estados Unidos (OSAC, por sus siglas en inglés). Esa conferencia se enfocó en la seguridad cibernética y los desafíos que enfrenta la región.
Claramente, la posición del gobierno de Estados Unidos es impactar el comercio de China con Guatemala, particularmente las mercancías electrónicas, lo que va de la mano con la batalla geopolítica que libra Estados Unidos contra su principal competidor en el mundo, que es afectar el desarrollo tecnológico vía reducción de importaciones tecnológicas al Hemisferio Occidental.
La República Popular China es el segundo país que más importaciones realiza a Guatemala después de Estados Unidos, es decir, se ha convertido en un proveedor estratégico. Según estadísticas del Banco de Guatemala (BANGUAT), las importaciones de Guatemala a septiembre de 2025 provinieron, de acuerdo a su participación, principalmente de Estados Unidos con US$ 8,095.0 millones (31.4%); República Popular China con US$ 4,092.5 millones (15.9%); Centroamérica con US$ 2,948.6 millones (11.4%); México con US$ 2,593.8 millones (10.1%); y la Eurozona con US$ 1,611.0 millones (6.2%); países y regiones que en conjunto representaron el 74.9% del total, mientras que sólo entre Estados Unidos y China Popular proveen casi la mitad del total. Con ambos países Guatemala tiene déficit comercial, pero con China Popular es mucho mayor, dada las bajas exportaciones de Guatemala a ese país.
En materia de inversiones extranjeras en Guatemala, Estados Unidos predomina, mientras que China no tiene y Rusia, con su salida del proyecto de Solway, no tienen ninguna desde 2022.
Paralelamente, en el marco de la Estrategia de Seguridad estadounidense, el 8 de diciembre se dio a conocer que la Guardia Costera de Estados Unidos alista un diagnóstico de seguridad y puertos en Guatemala, tras finalizar una misión conjunta y que se dará a conocer en enero de 2026.
Con el respaldo a Taiwán que los distintos gobiernos de Guatemala le han ofrecido a ese país, Guatemala se mantiene fiel a Estados Unidos, al mismo tiempo que contiene la presencia de China Popular y Rusia, no obstante tener un multimillonario comercio con el primero. Guatemala es el único país de Centroamérica que no tiene relaciones diplomáticas con China Popular, más allá del comercio exterior.
Quizá la mayor preocupación para Guatemala sea la que pueda ocurrir en materia electoral, cuando en 2027 se den las elecciones generales, y los partidarios de Trump en Guatemala busquen su apoyo para la candidatura presidencial que buscarán promover, y que la extrema derecha guatemalteca retome el control total del aparato estatal. Un reflejo de lo que está ocurriendo en Latinoamérica desde la llegada al poder de Trump.
