Más similitudes que diferencias

Autor: Jairo Alarcón Rodas
Podemos ignorar las diferencias y suponer que todas nuestras mentes son iguales. O podemos aprovechar estas diferencias.
Howard Gardner
Los seres vivos tienen mucho en común ya que todos nacen, crecen se reproducen y mueren. La forma en la que lo hacen puede diferir, pero biológicamente están sujetos a ese ciclo vital para perpetuar su especie. A pesar de la diversidad de formas vivientes que existen en el planeta, todas requieren, esencialmente, alimentarse para continuar con su ciclo de vida. De ahí que, en el estado natural, los animales más fuertes se coman a los débiles, carnívoros, omnívoros y herbívoros comparten un mismo hábitat y compiten en su lucha por la supervivencia, por lo que ésta depende, para estos, de la adaptación y de la reproducción.
Darwin señalaba que todos los seres vivientes tienen mucho de común en su composición química, su estructura celular, sus leyes de crecimiento y en ser susceptibles a las influencias nocivas. Instintivamente requieren preservar su integridad, para lo cual luchan con las fortalezas con las que la naturaleza los ha provisto, bajo el dilema de la vida y la muerte y el peligro de su extinción. En la naturaleza, el riesgo de desaparecer es grande por lo que los animales tienen que asociarse y lo hacen con sus semejantes.
De ahí que exista el mutualismo, que consiste en una interacción biológica entre individuos de diferentes especies, en donde ambos se benefician y mejoran su aptitud biológica, dentro de un régimen en el que ambos se favorecen. De tal modo que, dentro de la naturaleza, existe la cooperación entre distintas especies con el objetivo de lograr beneficios comunes, pudiendo potencializarse aún más en las sociedades humanas.
Sin embargo, es en una especie en particular de seres no consolidados, hacedores de cultura, los seres humanos, en donde esa amenaza la confieren los propios miembros de su especie. Los seres humanos, al convertirse en los grandes depredadores del mundo, pues no tienen más que a un enemigo que compite por los mismos objetivos, instrumentaliza la razón para eliminarlos. Lo contradictorio que se presenta en esta especie es que pudiendo establecer un ordenamiento racional de mutua convivencia, por el contrario, con sus excesos, pone en peligro la permanencia de la vida en el planeta.
Puede ser que la diversidad que exista entre los humanos sea lo que los destruya, pues desde esa pluralidad, no se soporte eso que determina lo que los diferencia. La apertura a distintas expresiones humanas solo puede surgir desde la comprensión de lo humano. Más allá de las diversas culturas, etnias, expresiones humanas, existe una estructura común entre estas que es lo que debe predominar. Las diferencias entre los humanos no son del orden biológico sino las establece lo que aprenden y el criterio con el que dirigen sus vidas.
Al capitalismo le va muy bien la diversidad humana y la exalta, la fortalece; la idea que los aspectos accidentales que se reflejan en la serie de costumbres, tradiciones, formas culturales de comportamiento, son las esenciales y las que deben prevalecer contribuye a que el etnocentrismo se robustezca, imposibilitando que se puedan establecer puntos de convergencia, una comunicación que visibilice los aspectos comunes que atañen a toda la especie humana, problemas compartidos, que podrían solventarse conjuntamente y que tiene que ver, entre otros, con la satisfacción de las necesidades fundamentales.
Así, ven a las personas como grupos objetivos, a los cuales se les puede exprimir laboralmente y manipular emocionalmente dentro de la acción conjunta de transacciones de mercancías y del exorbitante consumo de necesidades artificialmente creadas, pues eso les permite acumular riqueza, generar capital para mantener sus privilegios.
Así, exaltan la diversidad, pero a la vez reducen a todos esos grupos a la categoría de compradores. Con ello, al dividir a la población, imposibilitan la unidad de los que, dentro de la diversidad, son marginados, explotados, sumidos en la miseria pues, aunque la forma de adquirir satisfactores, costumbres, preferencias y comportamientos sea distinta, a pesar de las diferencias, prevalece lo común. Las similitudes entre los distintos grupos, etnias, correspondientes a la especie humana son sustancialmente más que las diferencias.
Las culturas, las sociedades, tienen los mismos objetivos, las mismas necesidades, las mismas inquietudes y aspiraciones esenciales, que no solo se limitan a preservar la existencia de sus habitantes desde la perspectiva biológica sino, también, en lograr su bienestar. Para lo cual, requieren que gocen y se respeten los mismos derechos y obligaciones para cada uno de sus miembros, que se garanticen las oportunidades de desarrollo para todos en un régimen de justicia y equidad, sin discriminación alguna.
Los diversos grupos étnicos, las naciones esparcidas en los cinco continentes, tienen más cosas en común que aspectos que los distingan sustancialmente. Es usual, en cada uno de los países del mundo, que sus habitantes entrelacen sentimientos, se organicen para obtener recursos, para resolver adversidades y busquen su bienestar, esa fue la razón que determinó el surgimiento de los Estados. Es por lo que los poemas, la música, las historias, despiertan similares sentimientos, a pesar de corresponder a autores de una determinada región, bajo circunstancias determinadas.
De la imperiosa necesidad de asociarse, planteada por Platón, a la importancia de refrenar los antagonismos de clase, señalado por Engels, o ejercer el monopolio de la violencia, referido por Max Weber, el Estado surge como el ente que canaliza todas las inquietudes e intereses de los seres humanos en sociedad.
Existe una estructura común de pensamiento, un esqueleto, por medio del cual los seres humanos pueden interpretar la realidad, sin embargo, cada uno le agrega la carne a su gusto particular, que es lo que hace la diferencia. Cabe destacar que los humanos no interpretan la realidad de la misma forma que un águila o como un elefante, león, delfín, pulpo, ya que lo hacen desde la perspectiva de los humanos y esa no puede ser sustancialmente diferente, pues imposibilitaría la comprensión entre estos.
Más que las diferencias entre los seres humanos, se deben destacar sus similitudes ya que, de no hacerlo, se establecería un divisionismo, un nativismo, un nacionalismo, que es lo que impera actualmente, que conduce al etnocentrismo, a exaltar lo propio en detrimento de lo ajeno y, con ello, a la discriminación de todo aquello que no sea semejante a lo propio, a pesar de proceder de una especie común. Las diferencias existen, no se pueden negar, pero esas individualidades deben aprovecharse positivamente para enriquecer el pensamiento y el accionar humano.
Más que diferencias, se tienen similitudes, lo que hace de cada una de las personas lo diferente en lo similar.
