Ideología y pensamiento crítico

JAIRO3

Autor: Jairo Alarcón Rodas

En el fondo, la ideología tiene un poder de persuasión indiscutible. El discurso ideológico amenaza anestesiar nuestra mente, confundir la curiosidad, distorsionar la percepción de los hechos, de las cosas, de los acontecimientos.

Paulo Freire

El término ideología causa confusión dentro de la comunicación dada su interpretación polisémica y, quizás, lo contradictorio del caso es que es utilizado maliciosamente para confundir, desorientar, manipular ideológicamente, valga la petición de principio. Pero, cuál es la raíz de ese término, cuál debería ser su interpretación certera, cómo debería de usarse para no crear confusión.

Dado que las ideas pueden ser producto de una inadecuada estructuración del pensamiento como de su lectura correcta, si lo ideológico es el conjunto de ideas, pensamientos que ostenta cada persona, la ideología es una forma de la conciencia social; el conjunto de determinados conceptos, ideas, nociones y representaciones, cómo diferenciar las ideas correctas de las que no los son, es decir cómo distinguirlas de aquellas que son producto de la ficción, de la fantasía o del engaño.

Las personas elaboran una concepción de la realidad para accionar en esta y lo hacen, en primera instancia, atendiendo a sus necesidades esenciales, es más un mecanismo procedimental de subsistencia, que los instala dentro de la realidad para poder interactuar con esta y, desde luego, con la sociedad. Sin embargo, los juicios que elaboran no necesariamente son producto de una estructuración lógica del pensamiento, en donde la objetividad es pretendida a partir de la concreción del criterio de verdad, sino también existen juicios valorativos, expresiones emotivas que tienen sentido para cada persona, pero para lograr una comunicación efectiva resultan ser un obstáculo.

Describir la naturaleza, para su comprensión y socialización efectiva, representa un acto de objetividad en la que participa la función declarativa o referencial del lenguaje, íntimamente ligada al pensamiento lógico, empero, con expresiones poéticas, a través de la metáfora, se engrandecen valorativamente las cosas, pero igualmente, las hace imprecisas para su entendimiento en la comunicación. Y es que la valoración que cada sujeto le da a las cosas difiere en proporción a sus motivaciones, inquietudes y preferencias; en pocas palabras, es distinta para cada persona, lo que es parte de la peculiaridad que distingue a cada individuo.

No obstante, lo concreto es siempre lo concreto, la realidad es una y para mirar directamente al cielo, por ejemplo, hay que alzar la vista y apreciar directamente lo que es. De esa manera, el despliegue de formas, colores, sensaciones que interactúan con los órganos sensoperceptores de cada persona, que se suscita en esa experiencia, es similar en su origen para todos. Es decir, todo sujeto experimenta el mismo objeto de conocimiento, aunque la interpretación que efectúen sea distinta. Por lo que los objetos de la realidad constituyen la fuente de donde emana el pensamiento, este se ve imposibilitado de crear un existente.

Qué ocurre entonces con la realidad social, aquella que da margen a una interpretación personal, interesada, subjetiva, relativa y que problematiza la comunicación en su entendimiento. Sin duda, es esa la más susceptible de caer en las garras de la ideologización. Marx plantea que la extracción de clase, a la que uno pertenece, establece la forma de pensar. Es decir, son las condiciones materiales de vida las que marcan la pauta en el modo de ver el mundo por parte de cada individuo, aunque pueda haber desobediencia, rebeldía cuando estos toman conciencia de su situación.

La ideologización de la realidad social, en consecuencia, no necesariamente devela lo que esta es, sino que constituye una interpretación particular sesgada que, al ser exaltada por intereses maliciosos, en consonancia con la ignorancia, contribuyen a la alienación, a la privación del conocimiento, por lo tanto, a la difusión de la realidad fetichizada. La ideología, consecuentemente, se enviste de criterios subjetivos, producto de la racionalidad instrumental. Es por lo que el marxismo la considera falsa conciencia. Siguiendo tal razonamiento, es comprensible que cualquier disputa que se dé, a ese nivel, no llegue a ningún acuerdo.

Qué es entonces lo ideológico. La ideología, al nacer como el reflejo de las condiciones materiales de vida y de los intereses de determinadas clases, ejerce a su vez una Influencia directa y activa sobre el desarrollo de la sociedad e impone criterios. En consecuencia, en una sociedad en donde existe un grupo hegemónico, la ideología es factor esencial para mantener tal condición, de ahí que el sistema imperante sea el que, a través de toda una serie de argucias y manipulaciones, que corresponden a los intereses de la clase dominante, desde los aparatos ideológicos, ejerzan su papel de dominación.

Lo ideológico se convierte en instrumento de alienación y de dominación de conciencias, por parte de sectores hegemónicos, para mantener su control. De ahí que Marx denominara a lo ideológico como los mecanismos necesarios para el funcionamiento de una sociedad de clases. Y es así como, apelando a las emociones, el sector dominante logra imponerse y con mensajes interesados pretende penetrar la conciencia de las personas, aquellas que considera que están dentro de su círculo de influencia, imponiendo criterios, formas de vida, inquietudes, aspiraciones, que resultan coincidir con el guion que beneficia la continuación y vigencia del sistema.

En oposición a la ideología, surge el pensamiento crítico derivado de la racionalidad objetiva, de aquella que se niega a sucumbir ante la fuerza de un mundo cada vez más ideologizado, que se entrega a lo subjetivo y cuestiona el dinamismo de la verdad. El pensamiento crítico penetra en la realidad cambiante, extrayendo una interpretación objetiva y perfectible de lo que es, que lo sitúa con mayor propiedad en el mundo para actuar y transformarlo.

Marx señalaba, no es suficiente que el pensamiento tienda hacia la realidad; también la realidad debe tender hacia el pensamiento. A lo que Georgi Lukács dice, solamente semejante relación entre la conciencia y la realidad hace posible la unidad entre la teoría y la praxis. Y es entendible pues es en la suma dialéctica entre naturaleza y conciencia en donde la objetividad de criterio se establece.

La derecha peyorativamente habla de ideología al referirse a las reivindicaciones que la izquierda hace en defensa de los sectores populares. Desacreditando tales derechos esenciales, perversamente identifica cualquier petición genuina que proceda de los sectores marginados con lo ideológico, ocultando, o pretendiendo hacerlo, que sea desde la posición ideológica con la que ellos defienden un sistema incapaz de lograr un Estado de Bienestar, en donde impere la justicia para todos, por lo que recurren a ataques, insultos, falsedades y mentiras.

Qué quieren decir aquellos que descalifican las luchas sociales tildándolas peyorativamente de ideológicas, será que piensan que no existen, que hay homogeneidad de pensamiento y, por consiguiente, el atreverse a cuestionar a un sistema que privilegia a unos en detrimento de otros, en denunciar la explotación, la injusticia e impunidad, sean trasnochadas acusaciones de pervertidos envidiosos. Es claro que la sólida realidad los desmiente, desnudando sus siniestras intenciones ideológicas.

Al ser la ideología la forma de expresión humana de sus condiciones materiales de vida, en sociedades en donde impera las contradicciones de clase, hay sectores que pretenden esclarecer esa situación mientras que otros, en cambio, la ocultan y, por todos los medios a su alcance, diseminan la llamada falsa conciencia.

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