Entre religiones, mitos, guerras y criterios absurdos, el mundo será destruido

JAIROaLARCO

Autor: Jairo Alarcón Rodas

La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz”.

Thomas Mann

A pesar de que la especie humana es una, que solo existe una raza, individuos, grupos, determinados estados, naciones, persisten en la idea de que son la raza superior, el pueblo elegido por Dios, los caudillos del mundo, gendarmes de la tierra. Imperios se han sustentado con esa idea, estableciendo con ello el pensamiento hegemónico.

Para ellos, el revestimiento exterior de las personas, sus raíces culturales, su origen étnico determina la superioridad, sin embargo, más allá de los argumentos equivocados que sustenten tales criterios, la creencia en la supremacía racial tiene una razón económica y es la desvalorización del otro para su utilización, sometimiento, explotación y esclavitud.

Samuel Huntington decía: Las personas utilizan la política no solo para promover sus intereses, sino también para definir su identidad. Sabemos quiénes somos solo cuando sabemos quiénes no somos y, a menudo, solo cuando sabemos contra quién nos oponemos. Y ese ha sido el criterio de los dirigentes de gobiernos de los países hegemónicos, marcando así la diferencia entre oriente y occidente.

De tal modo que establecieron la idea que la piel blanca tiene más valor que la oscura, que los ojos claros son más relevantes que los marrones, en fin, que la apariencia física marca la diferencia entre los seres humanos superiores y los inferiores. De ahí que los nazis idealizaban a los arios como rubios, de ojos azules, atléticos y altos, considerándolos la raza superior.

Justificando tal aberración a través de mitos religiosos, incluso con teorías seudocientíficas, ha sido desde hace mucho tiempo el proceder de las ideologías dominantes y, dentro de estas, cabe resaltar que las religiones, por ser las más extendidas y aceptadas en el mundo, han jugado un papel preponderante para la imposición de tales criterios.

Por eso, nada más descabellado que un Dios creador de la humanidad, único, omnisciente, perfecto, que antropomórficamente tenga preferencia por una etnia, por un pueblo, que declare, que designe a un pueblo elegido. Pero es más absurdo aún, que individuos, grupos sociales, gobiernos que saben que no forman parte del pueblo escogido, lo consideren su Dios y defiendan irracionalmente a los elegidos.

Dentro del Pentateuco bíblico, se entendería que el pueblo elegido hace referencia, más bien, al grupo que cree en él, es decir, es simbolismo que designa a los creyentes. Pero como no es cuestión de buscar un razonamiento lógico dentro de un texto en el que no lo hay, cada uno interpreta lo que quiera, según sea el grado de ignorancia o concuerde con sus intereses.

Racionalmente es incomprensible, sin embargo, visto desde la perspectiva del fanatismo religioso, desde las creencias ideológicas, se entiende el porqué de tales juicios ya que andamos por fe y no por razón. Y así, creen que leen, pero no se sabe leer, mucho menos comprender, solo se repiten lo que les dice una autoridad.

Siendo Dios todo poderoso, por qué su creación no lo es, todo se debe al libre albedrio que les otorgó, sin embargo, resulta contradictorio si castiga con la muerte la desobediencia humana. Tienen libre albedrío, pero solo para hacer la voluntad de su Dios.

Por qué, si la especie humana es su creación, tiene preferencias por unos en detrimento de otros, al parecer es porque unos lo siguen, creen en él y otros no, pues si fuera por sus raíces étnicas el problema sería aún mayor, ya que, con eso, se estaría justificando la segmentación de una raza superior, la estratificación social, similar a las ideas planteadas y practicadas por Adolfo Hitler, lo que constituye una aberrante idea de la creación.

Omitiendo el análisis de las contradicciones que aparecen dentro del relato bíblico, situándolas en el lugar que tienen, es decir, como contenidos míticos de una religión, es importante valorar y destacar su incidencia en el comportamiento de algunos seres humanos y la forma de pensar que ello deriva en esas personas y sus acciones.

Creer que, por ser el pueblo elegido de Dios, se tiene el derecho de ultrajar, esclavizar, masacrar a los demás, como lo está haciendo Israel con el pueblo de Palestina, tildarlos de animales inferiores constituye una monstruosidad y un peligro para la preservación de la paz en el mundo, de la humanidad.

No es cuestión de religiosidad, es más bien de sentido común, de humanidad y ahora que el mundo se encuentra en la era de la desinformación, tener el suficiente criterio para distinguir la verdad de la mentira no solo es algo muy difícil sino constituye un delito.

Las redes sociales les han dado voz a legiones de idiotas, dijo Umberto Eco y cuánta razón encierran esas palabras. Ahora, todo aquel que tiene acceso a una computadora, a un teléfono inteligente, dice, escribe cualquier ocurrencia, tontería, disparate y lo preocupante de eso es que de la infocracia, como llama Byung-Chul Han al actual momento que vive la humanidad, todas esas mentiras, opiniones inciertas, crean un ambiente de incertidumbre, desconfianza, incluso zozobra, en donde es sumamente difícil distinguir la verdad del engaño, sobre todo en un mundo plagado de ignorancia y de analfabetas funcionales.

Así, cenadores de Estados Unidos como Ted Cruz, dan declaraciones sobre un conflicto que no saben por qué ocurre ni tienen idea de lo que es Irán, de su cultura, de su pueblo, incluso de su ubicación, pero que persiste con la idea de acabar con ese regimen por el simple hecho de considerarlo enemigo de Israel y, según sus palabras, porque la Biblia señala, que es el pueblo elegido de Dios. No obstante, su odio a Irán se debe al hecho de que es un país que no se alinea con los intereses estadunidenses, que no obedece los mandatos del imperialismo.

Los analfabetas políticos priorizan sus intereses sobre el bienestar común; al saber muy poco sobre lo que constituye una sociedad y la responsabilidad que representa para cada individuo el vivir dentro de ella, simplemente siguen el guion que la sociedad les impone, no cuestionan ni reflexionan si tales planteamientos están en lo correcto, si son justos y ecuánimes. Ajenos a la realidad social, deambulan en un mundo alienante de supersticiones, falsas creencias y de conformidad que los insensibiliza.  

Su desinterés e ignorancia no les permite comprender la magnitud de influencia que tienen los medios de comunicación y el papel ideológico que desempeñan dentro de la sociedad. Y, así, piensan que lo que transmiten los medios es la verdad, que lo que dicen los noticiarios es lo correcto, que la información que difunden está apegada a los hechos.

No se dan cuenta que paulatinamente están siendo prisioneros de una nueva caverna y lo que es más triste, se sienten cómodos en ella. Por otra parte, se enorgullecen de odiar a la política sin saber lo que es, como lo diría Bertolt Brecht, simplemente vegetan en el mudo con una mentalidad simplista de medios y fines.

El mundo está a las puertas de un conflicto bélico de inimaginables consecuencias para la humanidad, con el fatal ataque de Israel a Irán, violando todo convenio internacional, toda norma de convivencia, el país de la estrella de David ha reafirmado que no le importa las críticas de los países civilizados y las de las personas que confían en un mundo mejor pues, según ellos, pueden hacer lo que les venga en gana, es su “derecho de defensa”.

Los antecedentes son claros, ya que, desde su fundación en 1948, las acciones perpetradas por Israel han sido desafiantes, agresivas, violentas, prueba de ello es la represión que ha llevado a cabo en contra de Palestina y lo ha hecho con el beneplácito y apoyo de occidente, sobre todo de sus aliados incondicionales, Estados Unidos y el Reino Unido.

La crítica a las acciones asesinas, perpetradas por el gobierno de Benjamín Netanyahu, no es el resultado de ser antisemita, de estar en contra de Israel, es simplemente la de contar con un poco de sensibilidad ante las acciones criminales y de lesa humanidad, perpetradas por el ejército israelí en contra del pueblo palestino.

Es cuestión de ser conscientes de lo que representa ser humano, pues nada de lo humano, no nos debería ser ajeno. Para las personas que aman la paz, cualquier guerra debería ser objeto de cuestionamiento, tendría que evitarse; no obstante ¿cómo evitar pelear si se es atacado por un ejército que se cree con el derecho de hacerlo, que considera que cuenta con el apoyo de su Dios?

Ahora Irán, en su legítima defensa, dispara misiles a Israel, proyectiles que eluden su afamado escudo de hierro, bombardea Tel Aviv, sus alrededores y el miedo se cierne dentro de sus habitantes, signo inequívoco de lo terrible de las guerras. Por lo que Netanyahu pide auxilio a su aliado Estados Unidos y bombardea las plantas nucleares de Irán y entra de lleno en un nueva confrontación bélica. De nada sirve las instancias de paz de la Naciones Unidas, pues en este tipo de conflictos prevalece la ley del más fuerte.

Cabe recalcar que la respuesta de Irán ha sido motivada por los ataques injustificados del ejército israelí el 13 de junio, bombardeando a Teherán, asesinando a miembros de la cúpula de gobierno de ese país. Ante tal agresión, cuál ha sido el papel de la ONU, de los organismos de seguridad, de la comunidad internacional, ¿han dicho acaso algo?

Curiosamente, occidente calla ante tal agresión, la Comunidad Europea, autoproclamada baluarte de la justicia, de la paz y la defensa de los derechos humanos en el mundo, la misma que castigó a Rusia con toda una serie de sanciones económicas por su incursión en Ucrania, ante la agresión perpetrada por Israel, calla con un cómplice silencio.

Las atrocidades que Israel está cometiendo en Cisjordania, masacrando a civiles, niños, mujeres, ancianos, impidiendo que la ayuda humanitaria llegue a los sobrevivientes, atacando a todos aquellos que desobedezcan las disposiciones del alto mando israelí sin importar que sea en apoyo de la población civil, no pueden quedar en el olvido.

El canal de televisión France 24 transmitió que al menos 59 palestinos murieron y más de 200 resultaron heridos en la Franja de Gaza mientras esperaban a que camiones comerciales y de la ONU entraran en el territorio con alimentos que necesitaban desesperadamente, señaló este 17 de junio el Ministerio de Salud del enclave palestino y un hospital local. No les importa que grupos humanitarios alcen su voz ante tan cruel barbarie ni que países conscientes del genocidio exijan un alto a la agresión, pues el objetivo es el exterminio de los palestinos, su exterminio total.

Los asesinatos en Gaza superan los 55.000, de los cuales más de 15. 000 han sido niños sin que ningún país ni organismo internacional se los impida. Y así, Israel reiteradas veces vuelve a atacar centros de ayuda humanitaria, asesina periodistas, difunde mentiras. Según informe de Naciones Unidas, ONU, más niños han muerto en Gaza en cinco meses que en los últimos cuatro años en todas las guerras en todo el mundo y han sido asesinados con el repudiable silencio de occidente.

La guerra entre irán e Israel puede extenderse a tal punto de ser el origen de una Tercera Guerra Mundial si se continúa con una postura irracional, belicista por parte de Israel, de Estados Unidos y de sus aliados en occidente. La sensatez debe prevalecer ante la barbarie, aunque, dados los acontecimientos, es una petición lejana de la realidad ante la sed de destrucción y de poder mesiánico de Netanyahu, al considerar que Israel es el pueblo elegido por Dios y tener a un socio tan inescrupuloso como lo es el gobierno de Estados Unidos.

telegram
Facebook comentarios