El trabajo dignifica a la persona

JAIRO3

Autor: Jairo Alarcón Rodas

Si nosotros calláramos hablarían hasta las piedras. Todos los días se comenten asesinatos, niños son sacrificados inhumanamente, las mujeres perecen a fuerza de trabajar y los hombres mueren lentamente, consumidos por sus rudas faenas y no he visto jamás que las leyes castiguen los crímenes.

August Vincent Theodore Spies

Mártir de Chicago.

El trabajo dignifica al hombre decía Karl Marx, pero de qué forma, ¿cómo es que eso sucede? Es claro que el contacto que tienen los seres humanos con la naturaleza, no solo a partir del conocimiento sino de la praxis individual y social, establece una relación dialéctica entre estos y la realidad, que dio por resultado la transformación de ambos. Las personas dependen de la naturaleza para su subsistencia, consecuentemente, requieren transformarla para obtener beneficios.

Con su poder creativo, el ser humano extrajo de la naturaleza todo aquello que pudiera compensar sus debilidades y deficiencias, aquellas que su naturaleza biológica, su corporeidad no los dotó. De ahí que, del uso de utensilios, de instrumentos comunes para desenvolverse en la naturaleza, compartido con las demás especies de animales superiores, se dio paso a la construcción de herramientas, que encarnan el potencial racional creador de esa especie.

Dentro del recorrido evolutivo de los seres humanos, fue el Homo habilis, el homínido al que se le considera el primer ser con la capacidad humana de fabricar instrumentos, lo que indudablemente implicó el trabajo empleado en su realización. Entendido, este, como el proceso mediante el cual el ser humano transforma las materias primas que provienen de la naturaleza y las convierte en bienes y servicios que serán utilizados para cubrir algún tipo de necesidad. Así, el trabajo, como el medio de transformación de la naturaleza, inicia su labor de humanizar a la especie, a la que más tarde se le llamaría homo sapiens.

Arrancar de la naturaleza todo aquello que le sirviera para su sustento y su pervivencia, le significó al ser humano un esfuerzo físico y mental pero, a la vez, le otorgó una gratificación sin precedentes cuando pudo lograrlo, lo que le dio un giro especial a su existencia. A través del trabajo pudo adquirir los satisfactores para poder vivir y lo impulsó a buscar nuevas formas de establecer su relación con la naturaleza a partir de su inventiva y creatividad.

En la Ideología alemana, Karl Marx y Friedrich Engels señalan que lo que diferencia a los seres humanos del resto de animales del planeta es el trabajo: Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida. El modo como los hombres produce sus medios de vida. La producción de materiales, así como la transformación de la naturaleza por medio de estos, estableció la diferencia.

El trabajo significó, para los seres humanos, no solo el medio para preservarlos, sino el componente que los hizo ser lo que son. Así, con las habilidades motrices desarrolladas, a partir de la liberación de las extremidades superiores, se siguió activando la corteza cerebral que hizo posible el poder creativo y reflexivo, el desarrollo de su pensamiento, de los que hoy son las mujeres y los hombres que residen en este planeta.

Con el trabajo se activó la producción y, con esta se logró toda una gama de satisfactores para las necesidades que, como las planteara Platón, cada vez fueron surgiendo más y más, incluso las superfluas. Todo ello requirió la especialización del trabajo y, en la actualidad, la mecanización de la producción a una escala aún mayor, como epítome de la era industrial. El horizonte de los seres humanos no se terminó con satisfacer las necesidades primarias, las inmediatas, como el comer, vestirse, en dónde habitar, surgieron también requerimientos para su distracción y comodidad.

El trabajo en sociedad afinó las formas de comportamiento humano a partir de nuevas exigencias, como la cooperación, la disciplina, la responsabilidad, sin embargo,  también posibilitó la apropiación del trabajo de otros a través de la esclavitud, formas perversas, actitudes negativas y antisociales, como lo fueron la explotación del hombre por el hombre, la reducción de lo humano a mercancía y la importancia del tener sobre el ser.

De ahí que las personas puedan aprender valores honestos, virtuosos, pero también perversos, siendo estos los que le hicieron mostrar la cara negativa de su proceder, a la que tanto se refirieran pensadores como Nicolás Maquiavelo y Thomas Hobbes, es decir, su conducta perniciosa, la que lo convierte en un lobo para el hombre, en explotador, en un ser con disposición a los excesos, un brutal conquistador. Y en la actualidad, en un sociópata, en un político  corrupto, en un criminal o en un inescrupuloso y temido empresario, para el que explotar laboralmente a un trabajador está plenamente justificado, como parte de su naturaleza empresarial.

El trabajo libera, pero también, a través de este, se puede esclavizar a partir de su alienación, así ha sido a través de la historia con el surgimiento de las clases sociales, de las contradicciones antagónicas. De ahí que, el trabajo alienado es aquel en el que el trabajador se siente derrotado en el trabajo y que, cuando está en él, en lugar de realizarse como persona siente que no pertenece a sí mismo, pues es reducido a la calidad de cosa, se le deshumaniza.

Decía Robert Owen: La clase trabajadora puede ser perjudicada, degradada u oprimida de tres maneras: descuidándolos en la infancia, cuando se los sobre carga de trabajo o cuando se les paga bajos salarios por su trabajo. Todo eso sucede en el capitalismo, sistema para el cual los trabajadores solo son un medio para obtener ganancias. Por lo que es claro quién es el verdadero enemigo de la dignificación del trabajo y de la clase trabajadora.

Por eso hoy, 1 de mayo, que se conmemora el día internacional del trabajo,  se recuerda la gesta en la que miles de trabajadores, obreros, sindicalistas, en Chicago, en mayo de 1886, salieron a las calles a protestar por sus derechos laborales. Por una jornada laboral más justa, que debería ser de 8 horas de trabajo, consecuentemente, erradicar las jornadas de 12, 16 y 18 horas que imperaban en ese momento, lo que con claridad evidenciara la explotación laboral a la que eran sometidos miles de trabajadores.

Actualmente, la organización Internacional del Trabajo (OIT), señala que más de 160 millones de niños se encuentran en situación de trabajo infantil en el mundo, 63 millones de niñas y 97 millones de niños. El término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Siendo su origen las condiciones de miseria en las que se encuentran innumerables familias en el mundo y la voraz actitud del empleador, al que no le importa a quién emplea y en qué condiciones lo hace, pues su afán resulta ser únicamente el lucro.

Según informes de prensa, se estima que durante la huelga que comenzó el primero de mayo de 1886 en varias ciudades de Estados Unidos, se reunieron entre 300.000 y 500.000 trabajadores en todo el país. Así, de las manifestaciones, que tuvieron lugar del 1 al 4 de mayo de ese año, resultaron muchas personas heridas y muertas, lo que devino en un juicio polémico, considerado por muchos como ilegítimo que dejaría 3 obreros sentenciados a cadena perpetua, y a 5 de ellos condenados a muerte, a los que se le consideró Mártires de Chicago.

La consolidación del capitalismo se logró a través de la explotación obrera, contraria a lo que en su momento fuera, como lo señalara Federico Engels, la condición básica principal para toda la existencia humana, pues el trabajo creó al hombre mismo. De ahí que se convirtió, en instrumento de explotación y miseria para gran parte de la humanidad.

Nuevamente hoy, 1 de mayo, se conmemora el sacrificio de miles de hombres y de mujeres, obreros y campesino, que a lo largo de la historia han luchado y luchan por condiciones de trabajo justas, libres de la explotación y la cosificación de las personas. Valga recordar y honrar los nombres de aquellos que pagaron con su vida el esfuerzo por construir un mundo más humano y digno. Cabe mencionar a George Engel, Adolf Fischer, Albert Parson, Louis Lingg, August Spies, Michael Schawab, Oscar Neebe y Samuel Fielden, los mártires de Chicago.

Aquí, en Guatemala, es importante recordar la lucha de miles de obreros y campesinos por la la dignificación de la clase trabajadora, fueron asesinados por los sicarios de las dictaduras militares y gobiernos títeres que, al servicio de la élite dominante, defendieron un sistema de explotación laboral, de injusticias sociales, de miserias para el pueblo y privilegios para la oligarquía. Cabe recordar algunos hechos históricos y honrar la memoria de esos mártires.

El 21 de junio de 1980, durante el régimen de Romeo Lucas García, las fuerzas represivas del Estado secuestraron, con lujo de violencia, a 27 sindicalistas de la Central Nacional de Trabajadores CNT, los que jamás aparecieron, dejando tan solo rastros de sangre, de terror e impunidad en el recinto.

Al conmemorar la lucha emprendida por los migrantes trabajadores en Chicago, las muertes de tantos mártires en el mundo, en Guatemala y su empeño por construir sociedades más justas, libres de la explotación laboral y de miseria, también debe enfatizarse y resaltar el compromiso que la clase obrera debe tener con la sociedad, que debe traducirse a partir de un trabajo honrado y digno. La lucha por una sociedad más justa requiere del compromiso honesto y genuino de todos aquellos que aspiren a un mundo mejor. Por ello, que viva la clase trabajadora de este planeta.

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